
“Podés contar cuantas semillas hay en una manzana, pero solo Dios sabe cuantas manzanas hay en una semilla. Podés contar cuantas semillas tenés vos, solo Dios sabe cuanto vas a cosechar con esa semilla”. Bernardo Stamateas, Las leyes del éxito.
Antes su nombre era Abram que significa Padre de elevación, pero Dios alteró su nombre y lo llamó, Abraham que significa Padre de muchedumbre de gentes. Además de cambiar su nombre, Dios también alteró completamente su vida y hoy en día, Abraham no es únicamente un personaje bíblico histórico sino que tipifica a aquellas personas que buscan a Dios. Por esto es el Padre de nuestra fe. La vida de este hombre de Dios es la peregrinación de la fe, desde el primer encuentro con el Señor hasta el día de su muerte. La familia de Abraham moraba en Ur de los caldeos y los habitantes de esta tierra, eran todos idólatras. (Jos. 24:2). A través del tiempo, los postdiluvianos, los descendientes de Noé, habían dejado de buscar a Dios y entonces, Dios los había entregado a una mente reprobada; y en el desarrollo del sistema pagano, se pervirtieron y cambiaron las verdades divinas por verdades transmitidas por los patriarcas y degradaron todas las relaciones naturales que Dios había establecido. (Ro. 1:18-32). Como Abraham habitaba en un contexto social idólatra, Dios le dijo soberamente dejara su tierra y su parentela. El Señor le mostró la tierra que habitaría y por su respuesta de fe, amistad y obediencia a Dios, se transformó en paradigma de transformación espiritual. Abraham obedeció a Dios y dejó el ambiente pagano, idólatra, mediocre, irracional y ateo, en que habitaba. Esto representa para los creyentes el dejar atrás las creencias erróneas, idólatras y habitar en la presencia del Señor. Contaba con 75 años de edad cuando recibió el llamado de dirigirse a Canaán. (Gn. 12:4). Al mismo tiempo, recibió la promesa divina de que los que lo bendijeren serían bendecidos y los que lo maldijeren serían maldecidos y en él serían benditas todas las familias de la tierra. (v. 3). Algo muy parecido nos prometió Jesús a todos lo que creemos en él: “El que a vosotros recibe, a mi me recibe…y cualquiera que de a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa”. (Mateo 10:40,42). La vida de Abraham es representativa de tres cosas: su vida y testimonio, (caps. 12,14), representa nuestro testimonio como creyentes en Cristo; su andar privado y cotidiano con el Señor, representa nuestro crecimiento espiritual (caps. 15-21); y en los capítulos 22 al 25 tenemos una secuencia de acontecimiento proféticos; el sacrificio de Isaac que representa el sacrificio de Cristo (Cap. 22); la puesta a un lado de Israel por un tiempo (Cap. 23); el llamamiento de la novia (Cap. 24); y el final establecimiento de las naciones en bendición en los postreros días. (Cap. 25). Al igual que Abraham, los cristianos somos peregrinos en esta tierra, buscando al perseverar en nuestra fe, como nuestro Padre en la fe Abraham buscó la tierra de Canaán, “la ciudad que tiene fundamentos, cuyo artífice y constructor es Dios”. (He. 11:9,10). Abraham obedeció a Dios y le fue contado por justicia. Tuvo un hijo en edad avanzada, fue prosperado económicamente y camino con Dios, pero Abraham recibió todo esto porque obedeció a Dios. Al principio le costo, pero posteriormente se entregó totalmente al Señor y cuando llevó a su hijo para ofrecerlo en sacrificio, y su hijo Isaac le preguntó: “¿He aquí el fuego y la leña; más ¿dónde está el cordero para el holocausto? Abraham le respondió: “Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos”. (Génesis 22:7,8). Abraham entendió que Dios tiene todo bajo control, que lo sabe todo y que no deja nada librado al azar. De hecho, “alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un cordero trabado en un zarzal por sus cuernos, y fue Abraham y tomó el cordero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo”. (Génesis 22:13). “Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá”. (v.14). Abraham peregrino por circunstancias dramáticas, irracionales, incomprensibles, ilógicas, pero más allá de todo entendimiento humano, confió en Dios y se convirtió en un paradigma de obediencia espiritual. En su libro Cuando Dios susurra tu nombre, Max Lucado finalmente dice: “Dios esta hablando. Y te esta llamando por tu nombre. El suave susurro del Padre puede borrar tus dudas, tus tristezas, tu hastío, tu desesperanza. ¿Te parece difícil de creer que Aquel que lo hizo todo, guarda tu nombre en Su corazón y en sus labios? ¿Sabías que tu nombre está escrito en la mano de Dios (Isaías 49.16)? Dios esta hablando. Y te esta llamando por tu nombre”.
Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar http://juliochaves.blogspot.com
Antes su nombre era Abram que significa Padre de elevación, pero Dios alteró su nombre y lo llamó, Abraham que significa Padre de muchedumbre de gentes. Además de cambiar su nombre, Dios también alteró completamente su vida y hoy en día, Abraham no es únicamente un personaje bíblico histórico sino que tipifica a aquellas personas que buscan a Dios. Por esto es el Padre de nuestra fe. La vida de este hombre de Dios es la peregrinación de la fe, desde el primer encuentro con el Señor hasta el día de su muerte. La familia de Abraham moraba en Ur de los caldeos y los habitantes de esta tierra, eran todos idólatras. (Jos. 24:2). A través del tiempo, los postdiluvianos, los descendientes de Noé, habían dejado de buscar a Dios y entonces, Dios los había entregado a una mente reprobada; y en el desarrollo del sistema pagano, se pervirtieron y cambiaron las verdades divinas por verdades transmitidas por los patriarcas y degradaron todas las relaciones naturales que Dios había establecido. (Ro. 1:18-32). Como Abraham habitaba en un contexto social idólatra, Dios le dijo soberamente dejara su tierra y su parentela. El Señor le mostró la tierra que habitaría y por su respuesta de fe, amistad y obediencia a Dios, se transformó en paradigma de transformación espiritual. Abraham obedeció a Dios y dejó el ambiente pagano, idólatra, mediocre, irracional y ateo, en que habitaba. Esto representa para los creyentes el dejar atrás las creencias erróneas, idólatras y habitar en la presencia del Señor. Contaba con 75 años de edad cuando recibió el llamado de dirigirse a Canaán. (Gn. 12:4). Al mismo tiempo, recibió la promesa divina de que los que lo bendijeren serían bendecidos y los que lo maldijeren serían maldecidos y en él serían benditas todas las familias de la tierra. (v. 3). Algo muy parecido nos prometió Jesús a todos lo que creemos en él: “El que a vosotros recibe, a mi me recibe…y cualquiera que de a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa”. (Mateo 10:40,42). La vida de Abraham es representativa de tres cosas: su vida y testimonio, (caps. 12,14), representa nuestro testimonio como creyentes en Cristo; su andar privado y cotidiano con el Señor, representa nuestro crecimiento espiritual (caps. 15-21); y en los capítulos 22 al 25 tenemos una secuencia de acontecimiento proféticos; el sacrificio de Isaac que representa el sacrificio de Cristo (Cap. 22); la puesta a un lado de Israel por un tiempo (Cap. 23); el llamamiento de la novia (Cap. 24); y el final establecimiento de las naciones en bendición en los postreros días. (Cap. 25). Al igual que Abraham, los cristianos somos peregrinos en esta tierra, buscando al perseverar en nuestra fe, como nuestro Padre en la fe Abraham buscó la tierra de Canaán, “la ciudad que tiene fundamentos, cuyo artífice y constructor es Dios”. (He. 11:9,10). Abraham obedeció a Dios y le fue contado por justicia. Tuvo un hijo en edad avanzada, fue prosperado económicamente y camino con Dios, pero Abraham recibió todo esto porque obedeció a Dios. Al principio le costo, pero posteriormente se entregó totalmente al Señor y cuando llevó a su hijo para ofrecerlo en sacrificio, y su hijo Isaac le preguntó: “¿He aquí el fuego y la leña; más ¿dónde está el cordero para el holocausto? Abraham le respondió: “Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos”. (Génesis 22:7,8). Abraham entendió que Dios tiene todo bajo control, que lo sabe todo y que no deja nada librado al azar. De hecho, “alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un cordero trabado en un zarzal por sus cuernos, y fue Abraham y tomó el cordero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo”. (Génesis 22:13). “Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá”. (v.14). Abraham peregrino por circunstancias dramáticas, irracionales, incomprensibles, ilógicas, pero más allá de todo entendimiento humano, confió en Dios y se convirtió en un paradigma de obediencia espiritual. En su libro Cuando Dios susurra tu nombre, Max Lucado finalmente dice: “Dios esta hablando. Y te esta llamando por tu nombre. El suave susurro del Padre puede borrar tus dudas, tus tristezas, tu hastío, tu desesperanza. ¿Te parece difícil de creer que Aquel que lo hizo todo, guarda tu nombre en Su corazón y en sus labios? ¿Sabías que tu nombre está escrito en la mano de Dios (Isaías 49.16)? Dios esta hablando. Y te esta llamando por tu nombre”.
Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar http://juliochaves.blogspot.com
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