
“La muerte es la experiencia más democrática de la vida, pues todos participamos de ella”
Dr. Billy Graham.
No nos agrada envejecer. Evadimos ir al cementerio. Si alguien nos dice: “Me acompañas al cementerio pues hace cinco años que falleció…”, nosotros respondemos: “No puedo, tengo muchas cosas que hacer”. Lo aceptemos o no el cementerio esta en cada pueblo, ciudad, nación, recordándonos que algún día llegará nuestro tiempo de morir. Somos de carne y hueso, nuestros cuerpos son frágiles, efímeros, se deterioran como las flores del jardín. Los seres humanos somos mortales y saber que tarde o temprano nuestra vida llegará a su fin nos hace interesarnos por nuestras vidas y por las vidas de las personas que nos rodean. El filósofo español Fernando Savater, en su ensayo “Las preguntas de la vida”, afirma que la CONCIENCIA de la muerte es los que distingue al hombre de los demás animales. De cierta manera, sólo los seres humanos somos mortales pues somos los únicos que sabemos que vamos a morir. Ser mortal, según Savater, es saberse mortal.
Vamos a morir y nuestra carne será la comida de las polillas y los gusanos. Ser conscientes de nuestra mortalidad es muy significativo ya que nos ayuda a vivir una vida diferente a la de los demás seres vivos. Porque si sabemos que vamos a morir, mientras tanto, podemos disfrutar de respirar, amar, sonreír, caminar, pensar, “Gracias a la muerte, dijo alguien, sabemos que estamos vivos, sabemos que nuestro corazón late”. En “Carta de Meneceo”, el filosofo griego Epicuro, dice que el miedo a la muerte es algo infundado. Epicuro dice: “Nada hay cosa que cause temor en la vida para quien está convencido de que el no vivir no guarda nada temible. El peor de los males, la muerte, no significa nada para nosotros, porque mientras estamos viviendo no existe, y cuando está presente nosotros ya no existimos”. Bueno, Epicuro dice que en la muerte termina todo. Los cristianos sabemos que no pues después de la muerte hay un más allá. Así pues, su argumento nos enseña que pensar obsesivamente en la muerte es malo porque debemos ocuparnos en vivir. Mientras estamos vivos debemos interesarnos en apreciar y valorar lo que somos. Hay que gozar de los días, sin perder un minuto. Desde que nacemos nuestros días están contados. Nadie puede comprar, aunque tenga todo el oro del mundo, un día de vida. Porque cuando te llega la hora, te llega, sin avisar. La vida toca a su fin cuando menos lo esperamos.
Es verdad. Nadie quiere morir. Por eso no hablamos de este tema. Deseamos seguir viviendo, nos apegamos a los latidos de nuestro corazón. Según algunos pensadores la primera ley de la naturaleza es el instinto de conservación. Pero pensemos o lo que pensemos somos mortales porque nos sabemos mortales. Lo que si podemos hacer mientras estamos vivos es interesarnos en las personas que amamos, podemos interesarnos en cuidar de nuestro tiempo, invirtiéndolo en las cosas que realmente tienen importancia. Mientras estamos con vida podemos decir: Te quiero; SOS importante para mi; me alegra que tengamos una buena relación; etc. Nuestro compromiso con la vida debe ser completa, porque quizás, si saberlo, a la vuela de la esquina nos espera la muerte sin habernos avisado.
Julio C. Cháves.
Dr. Billy Graham.
No nos agrada envejecer. Evadimos ir al cementerio. Si alguien nos dice: “Me acompañas al cementerio pues hace cinco años que falleció…”, nosotros respondemos: “No puedo, tengo muchas cosas que hacer”. Lo aceptemos o no el cementerio esta en cada pueblo, ciudad, nación, recordándonos que algún día llegará nuestro tiempo de morir. Somos de carne y hueso, nuestros cuerpos son frágiles, efímeros, se deterioran como las flores del jardín. Los seres humanos somos mortales y saber que tarde o temprano nuestra vida llegará a su fin nos hace interesarnos por nuestras vidas y por las vidas de las personas que nos rodean. El filósofo español Fernando Savater, en su ensayo “Las preguntas de la vida”, afirma que la CONCIENCIA de la muerte es los que distingue al hombre de los demás animales. De cierta manera, sólo los seres humanos somos mortales pues somos los únicos que sabemos que vamos a morir. Ser mortal, según Savater, es saberse mortal.
Vamos a morir y nuestra carne será la comida de las polillas y los gusanos. Ser conscientes de nuestra mortalidad es muy significativo ya que nos ayuda a vivir una vida diferente a la de los demás seres vivos. Porque si sabemos que vamos a morir, mientras tanto, podemos disfrutar de respirar, amar, sonreír, caminar, pensar, “Gracias a la muerte, dijo alguien, sabemos que estamos vivos, sabemos que nuestro corazón late”. En “Carta de Meneceo”, el filosofo griego Epicuro, dice que el miedo a la muerte es algo infundado. Epicuro dice: “Nada hay cosa que cause temor en la vida para quien está convencido de que el no vivir no guarda nada temible. El peor de los males, la muerte, no significa nada para nosotros, porque mientras estamos viviendo no existe, y cuando está presente nosotros ya no existimos”. Bueno, Epicuro dice que en la muerte termina todo. Los cristianos sabemos que no pues después de la muerte hay un más allá. Así pues, su argumento nos enseña que pensar obsesivamente en la muerte es malo porque debemos ocuparnos en vivir. Mientras estamos vivos debemos interesarnos en apreciar y valorar lo que somos. Hay que gozar de los días, sin perder un minuto. Desde que nacemos nuestros días están contados. Nadie puede comprar, aunque tenga todo el oro del mundo, un día de vida. Porque cuando te llega la hora, te llega, sin avisar. La vida toca a su fin cuando menos lo esperamos.
Es verdad. Nadie quiere morir. Por eso no hablamos de este tema. Deseamos seguir viviendo, nos apegamos a los latidos de nuestro corazón. Según algunos pensadores la primera ley de la naturaleza es el instinto de conservación. Pero pensemos o lo que pensemos somos mortales porque nos sabemos mortales. Lo que si podemos hacer mientras estamos vivos es interesarnos en las personas que amamos, podemos interesarnos en cuidar de nuestro tiempo, invirtiéndolo en las cosas que realmente tienen importancia. Mientras estamos con vida podemos decir: Te quiero; SOS importante para mi; me alegra que tengamos una buena relación; etc. Nuestro compromiso con la vida debe ser completa, porque quizás, si saberlo, a la vuela de la esquina nos espera la muerte sin habernos avisado.
Julio C. Cháves.
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