
No es bueno que estemos solos. Somos seres sociales. Nuestra intima naturaleza nos debela que necesitamos de los demás. Nadie de toda la faz de la tierra puede prescindir de otro ser humano. Cuanto más amor tenemos hacia los demás, mejores personas somos. El primer requisito para entablar relaciones sanas y duraderas con nuestros semejantes, es que en el día a día practiquemos el amor altruista. Las relaciones interpersonales basadas en el egoísmo, la mezquindad, la maldad y todo tipo de cosa que no sea el amor están destinadas a desmoronarse y caerse a pedazos. El amor es la fuerza que mantiene unidas a las personas. El verdadero amor busca el bien del otro, busca superar las diferencias y aceptar a los demás sin prejuicios y sin malos conceptos. Si uno ama verdaderamente, ama a pesar de los efectos físicos y los defectos de personalidad. De hecho, nadie es perfecto. Así que, si amamos debemos amar a personas imperfectas como nosotros. Al amar debemos mirar a los demás con comprensión, cariño y estimulo. Porque cuando uno ama desea ser mejor y lo logra.
Eric Fromm en su obra “PSICOANALISIS Y RELIGION”, dice: “Cualquiera sean las quejas del neurótico, cualquiera sean los síntomas que presente, todos ellos tienen su raíz en la incapacidad de amar, entendiendo por amor la capacidad de sentir preocupación, responsabilidad, respeto y comprensión hacia la otra persona. La terapia analítica es, esencialmente, una tentativa de ayudar al paciente a recuperar su capacidad de amar. Si no se cumple esa finalidad, sólo pueden lograrse cambios superficiales”.
Sin lealtad, reverencia y compresión hacia los demás es imposible que seamos personas totalmente sanas. Actualmente vivimos en una sociedad enferma porque los corazones yacen insensibles frente a las necesidades de los otros. Las almas están muertas por egoísmo y vanidad, muertas por individualismo y apatía. Seguramente es por esto que Abraham Lincoln dijo: “Me da lastima el hombre que no siente el látigo, cuando los latigazos los recibe en sus espaldas el prójimo”. Los ricos se preocupan por ser más ricos mientras en el mundo muchos niños mueren por inanición. Creo que el afecto es la necesidad básica de toda persona. Sin amor surgen las guerras, el odio, el racismo, la violencia en general. Indudablemente debemos dejar de lado nuestra insensibilidad y nuestra apatía. Tenemos que apreciar y aceptar a los demás. Porque, ¿cómo nos podemos hacer llamar personas si no amamos? ¿Cómo podemos creer que amamos si no le damos abrigo al que tiene frío, si no le damos de comer al que tiene hambre, si no le damos agua a quien tiene sed? El amor teórico no sirve de nada. Al amor hay que practicarlo.
Amar es conducirse con un corazón afectuoso, respetuoso, altruista, benigno. Amar significa buscar el bien de otros. Si reflexionamos con calma, e inteligencia en este mundo violento, llegaremos a notar que los hombres se matan unos a otros por el simple hecho de que su capacidad de amar está dañada. Sólo al recuperar su capacidad de amar, purificada de todo egoísmo, las personas pueden realizar actos de amor. Es obvio que ningún bien puede llevarse a cabo sin no es en un clima de amor y bondad. En el mundo resuenan todos los días gritos de dolor, furor, odio, venganza y muerte, porque los hombres han descuidado su capacidad de amar. Vuelvo a insistir: amar es lo único que nos puede librar de todos nuestros males individuales y colectivos.
Julio C. Cháves.
Eric Fromm en su obra “PSICOANALISIS Y RELIGION”, dice: “Cualquiera sean las quejas del neurótico, cualquiera sean los síntomas que presente, todos ellos tienen su raíz en la incapacidad de amar, entendiendo por amor la capacidad de sentir preocupación, responsabilidad, respeto y comprensión hacia la otra persona. La terapia analítica es, esencialmente, una tentativa de ayudar al paciente a recuperar su capacidad de amar. Si no se cumple esa finalidad, sólo pueden lograrse cambios superficiales”.
Sin lealtad, reverencia y compresión hacia los demás es imposible que seamos personas totalmente sanas. Actualmente vivimos en una sociedad enferma porque los corazones yacen insensibles frente a las necesidades de los otros. Las almas están muertas por egoísmo y vanidad, muertas por individualismo y apatía. Seguramente es por esto que Abraham Lincoln dijo: “Me da lastima el hombre que no siente el látigo, cuando los latigazos los recibe en sus espaldas el prójimo”. Los ricos se preocupan por ser más ricos mientras en el mundo muchos niños mueren por inanición. Creo que el afecto es la necesidad básica de toda persona. Sin amor surgen las guerras, el odio, el racismo, la violencia en general. Indudablemente debemos dejar de lado nuestra insensibilidad y nuestra apatía. Tenemos que apreciar y aceptar a los demás. Porque, ¿cómo nos podemos hacer llamar personas si no amamos? ¿Cómo podemos creer que amamos si no le damos abrigo al que tiene frío, si no le damos de comer al que tiene hambre, si no le damos agua a quien tiene sed? El amor teórico no sirve de nada. Al amor hay que practicarlo.
Amar es conducirse con un corazón afectuoso, respetuoso, altruista, benigno. Amar significa buscar el bien de otros. Si reflexionamos con calma, e inteligencia en este mundo violento, llegaremos a notar que los hombres se matan unos a otros por el simple hecho de que su capacidad de amar está dañada. Sólo al recuperar su capacidad de amar, purificada de todo egoísmo, las personas pueden realizar actos de amor. Es obvio que ningún bien puede llevarse a cabo sin no es en un clima de amor y bondad. En el mundo resuenan todos los días gritos de dolor, furor, odio, venganza y muerte, porque los hombres han descuidado su capacidad de amar. Vuelvo a insistir: amar es lo único que nos puede librar de todos nuestros males individuales y colectivos.
Julio C. Cháves.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario