miércoles, 31 de octubre de 2007

Fe y resiliencia


Para la psicología el término resiliencia se refiere a la capacidad de las personas para sobreponerse a las tragedias, el dolor, el sufrimiento, los problemas de la vida. Cuando un individuo es capaz de sobreponerse a la situaciones adversas, se dice que tiene resiliencia adecuada y que puede, por lo tanto, salir fortalecido de las pruebas. Este concepto de resiliencia lo introdujo en la psicología el psiquiatra Michael Rutter, hacia los años 70 y es un término psicológico inspirado en el concepto de la física. Según este médico, desde el punto de vista conductista, la resiliencia se reducía a una suerte de flexibilidad social adaptativa. El concepto se profundizó al trascender al conductismo con, por ejemplo, las investigaciones del etólogo Boris Cyrulnik, quien ensanchó el concepto de resiliencia observando a los sobrevivientes de los campos de concentración, los niños de los orfelinatos rumanos y los niños en situación de calle. "A pesar de traumas graves, incluso muy graves, o de desgracias más comunes, la resiliencia parece una realidad confirmada por muchísimas trayectorias existenciales e historias de vida exitosas. De hecho, por nuestros encuentros, contactos profesionales y lecturas, todos conocemos niños, adolescentes, familias y comunidades que 'encajan' shocks, pruebas y rupturas, y las superan y siguen desenvolviéndose y viviendo -a menudo a un nivel superior- como si el trauma sufrido y asumido hubiera desarrollado en ellos, a veces revelado incluso, recursos latentes y aun insospechados", escribió Michel Manciaux, en su artículo: La resiliencia: ¿mito o realidad? En síntesis, la resiliencia es la capacidad de sobreponerse al dolor, los traumas, las tragedias, el sufrimiento.
Los psicólogos arguyen que las personas con mayor actividad cognitiva, es decir, quienes entrenan sus mentes, lo cual aumenta su capacidad intelectual, aumentan su resiliencia, no solo a nivel emocional sino también a nivel neuronal. Aunque no es absoluta la relación entre resiliencia y nivel intelectivo, es estadísticamente muy frecuente que los que mantienen sus mentes en actividad desarrollen mayor resiliencia. Lo que pasa es que una persona con mayores conocimientos y una capacidad intelectual desarrollada, puede procesar, interpretar y elaborar soluciones más asertivas y eficaces a los traumas y a los factores distresantes. Considerando que la resiliencia es el resultado de múltiples procesos que contrarrestan las situaciones nocivas, se trata pues de una dinámica donde se pueden señalar las siguientes etapas:
“El equilibrio que enfrenta a la tensión
Compromiso y desafío
La superación
La significación y valoración
La positividad de sí mismo
La responsabilización
La creatividad”
Los psicólogos y psiquiatras dicen que hay diferencias neurobiológicas entre la personas no-resilientes y las pro-resilientes. En los sujetos no-resilientes o poco resilientes se advierten fenómenos llamados de alta call memory; tal call memory se define por la frecuencia e intensidad en que se reactiva en la memoria consciente el momento traumático o altamente distresor. Desde la perspectiva clínica, tales reminiscencias traumáticas se pueden presentar como
flash-backs o como pensamientos intrusivos, siempre de manera compulsiva. Investigaciones neurobiológicas a este respecto ha evidenciado que tales e vocaciones del trauma se conciben con activaciones autónomas de diferentes partes del cerebro, es particular las de la memoria y las de vigilancia, vale decir, regiones del cerebro tales como los núcleos de la amígdala, el lugar azul o locus coeruleus, el hipocampo, y después el neocortex. Los factores y habilidades que estimulan la resiliencia son de intensidad desigual en los diferentes tipos de personalidades, pero sea cual sea la personalidad de cada cual, esta probado científicamente que la resiliencia puede desarrollarse, aprenderse. Lo importante es considerar que siempre se puede cambiar y mejorar en la vida. Nunca es tarde para salir adelante. En medio de los problemas debemos ser creativos, debemos tener sentido del humor, esto nos ayuda a salir adelante. Es vital establecer una actitud de superación ante las circunstancias desfavorables. Ahora, pregunto: ¿es compatible la fe con la resiliencia? “Se podría decir, escribió Stefan VANISTENDAEL en su obra RESILIENCIA Y ESPIRITUALIDAD, EL REALISMO DE LA FE, que la espiritualidad cristiana está en coherencia no lineal con la experiencia de la resiliencia y de la vida. En eso esta fe parece ser algo diferente de una simple proyección del psiquismo humano. El cristiano es llamado a acercarse con prudencia y pudor a esta cosa “diferente”, evitando interpretarla en función de sus necesidades, de someterla a la dictadura del egoísmo. Las peores perversiones de la religión fueron cometidas transgrediendo este primer mandamiento, haciendo a Dios funcional y poniéndolo al servicio de ciertos intereses particulares, a veces con nobles intenciones al principio, como la del compromiso por otro. Un Dios cercano a los hombres no significa que Dios debe estar al servicio de los proyectos humanos. La trascendencia se transforma así en un principio necesario para la vida (con sus incógnitas) y necesario para el hombre, ante un porvenir desconocido por definición. No se trata de una trascendencia refugio o protección, sino de una apertura siempre renovada al crecimiento, inherente a toda vida, una trascendencia que nos invita al descubrimiento en cada etapa de la vida, a intentar dar un nuevo paso hacia adelante, a explorar la vida luego del próximo recodo. El principio de la trascendencia se vuelve así eminentemente práctico”. “Ante el trauma del aguijón, las personas somos como los árboles: tenemos una capacidad de adaptación que nos permite resistir y reorganizar la vida después del impacto de la experiencia traumática. A esta capacidad elástica se la conoce hoy con el nombre de resiliencia. Podríamos definir la resiliencia como la facultad de recuperarse después del trauma”, escribió el Dr. Pablo Martínez Vila.
Sabemos que nadie esta exento de la adversidad, que nadie esta libre del sufrimiento y la muerte. Tanto los cristianos como los no cristianos estamos sujetos a mortalidad, es decir, somos vulnerables. Por esto, la resiliencia nos permite transformar el sufrimiento en algo a favor nuestro. El psiquiatra Víctor Frankl, a modo de ejemplo, hizo esto. En su ensayo El hombre en busca de sentido, cuenta que estando internado en un atroz campo de concentración nazi, encontró en Dios su fuente de sentido y de propósito para vivir. Fue tan intensa su experiencia espiritual que elaboro valiosas teorías sobre la condición humana, la justicia, la religión, la fe. Toda esta riqueza interior le permitió sobreponerse al maltrato nazi, saliendo airoso mental y espiritualmente del campo de concentración. Este psiquiatra elaboro una terapia llamada logoterapia, que es hacer terapia por intermedio del lenguaje, lo cual fue un aporte enriquecedor para la psicología moderna. Se podría decir que la logoterapia es una forma de resiliencia. Filipenses 4:13 dice que todo lo podemos en Cristo que nos fortalece. Con humildad, sin soberbia ni autosuficiencia, podemos decir que Dios nos ha dado capacidad para sobreponernos a toda adversidad y poder salir enriquecidos de ella. Además, nos ha dado a su Espíritu Santo, quien nos conforta, fortalece, de tal forma que podamos salir del hoyo de sufrimiento, pérdida y dolor. Dijo el apóstol Pablo: “Sé vivir humildemente y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado…”.

Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

No hay comentarios.: