martes, 30 de octubre de 2007

El cristiano en una cultura de miedo


Se entiende por miedo al sentimiento intenso frecuentemente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real, supuesto o imaginario. El miedo es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o a la amenaza. Hay diferentes enfoques sobre el miedo. Desde lo biológico el miedo es un esquema adaptativo constituyente de un mecanismo de supervivencia surgido para permitir al individuo responder ante situaciones adversas con rapidez y eficacia. En este contexto, es normal, es beneficioso. Desde lo neurológico el mido es una forma común de organización del cerebro primario de los seres vivos, especialmente consiste en la activación de la amígdala, situada en el lóbulo temporal. Y desde el enfoque psicológico, social y cultura, el miedo puede constituir parte del carácter de una persona o de alguna organización social. Por lo tanto, los seres humanos podemos aprender a tenerle miedo a contextos, objetos, personas, situaciones y también podemos aprender a no temer a estas cosas, en fin, toda esta complejidad de sentimientos guardan estrecha vinculación con los distintos elementos de la cultura. El miedo puede ir desde el un terror intenso hasta una ligera aprensión. Cuando tenemos miedo el cuerpo sufre cambios a nivel físico, hormonal, nuestro corazón palpita más fuerte, nos sudan las manos y a nivel hormonal, producimos, entre algunas hormonas, adrenalina. Sentimos miedo frente a situaciones nuevas, frente al rechazo, la violencia, la muerte, el sufrimiento, y muchas otras situaciones. El miedo nos produce incertidumbre, inseguridad, inestabilidad.
Ahora, ¿cómo lidiamos con el miedo? Ante todo debo decir que los cristianos no lidiamos solos con este mal ya que Dios esta con nosotros. Es obvio que en este contexto social sintamos miedo de vez en cuando, pero esto no significa que debemos dejarnos esclavizar por este sentimiento. Los cristianos reconocemos nuestros miedos, lo aceptamos, pero una vez que reconocemos el problema, reconocemos también que Dios es nuestra solución. Dios no nos ha dado Espíritu de temor. El Espíritu Santo hace que seamos audaces, valientes, osados. Los cristianos no le tememos a la muerte, el aislamiento y el sufrimiento porque no estamos solos. Las promesas de nuestro Dios nos sostienen, nos guardan, nos alientan. Al leer la palabra del Señor tenemos la certeza de que Dios esta con nosotros asistiéndonos siempre. Claro que en esta época sofisticada, compleja, son muchos los miedos que nos invaden y nos atenazan, pero aunque el contexto social sea desfavorable, los creyentes sabemos que Dios esta con nosotros como poderoso gigante. El profeta Jeremías declaró: “Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada”. (Jeremías 20:11).


Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

No hay comentarios.: