lunes, 29 de octubre de 2007

Superando la timidez


El terapeuta e investigador Philip Zimbardo, arguye que la timidez es un estado de incomodidad causado por la expectativa de posibles consecuencias negativas de las relaciones con otros. Según Renny Yagosesky, escritor y orientador conductual, la timidez es una maña psicofísica de ímpetus variables, innata o aprendida, que se hace pública con cambios cognitivos, afectivos y conductuales, y que tiene como características asociadas, ansiedad, incomodidad vincular, inhibición expresiva, temor a la evaluación social y tendencia a contactos interpersonales erráticos. Cuando es muy frecuente suele estar acompañada de alteraciones psicosomáticas. En su famoso ensayo Inteligencia emocional, el Dr. Daniel Goleman refiere que la timidez es posible que sea por causa de una disposición neuronal innata muy particular en los lóbulos prefrontales, que forjarían una especie de sensibilidad alterada en un porcentaje de 15% de los sujetos con esta configuración. Asimismo, dice que la mayoría de las características vinculadas con la timidez se adquieren socialmente. Una visión neurológica asevera que la timidez puede nacer y sostenerse por la modificación cerebral que causa la repetición de un comportamiento. Esto exteriorizaría que pensamientos, emociones y hábitos reconfiguran áreas de nuestro cerebro y condicionan ya neurológicamente nuestras conductas ulteriores. Una de las formas más comunes de timidez es la que aparece frente a grupos, y que es mejor conocida como miedo escénico. En fin, la timidez hace que no funcionemos bien en las relaciones interpersonales. Ser tímido implica estar limitado en lo social y en distintas áreas de la vida cotidiana. La persona tímida es excesivamente emocional y tiene miedo de comportarse erráticamente en su vinculación con otros, entonces, con el fin de evitar los antagonismos, rivalidades y roces s, evita el contacto interpersonal. Este prototipo de persona tiene una baja autoestima, se considera falible, y su carácter introvertido le causa un rígido sufrimiento. La timidez conduce al aislamiento progresivo, a la debilidad social, emocional, relacional. En ciertos casos patológicos de timidez de desarrollan comportamientos compensatorios como violencia, agresividad, irritabilidad, utilitarismo, despotismo, frivolidad, en fin, como el individuo no puede comunicarse con los demás mediante el diálogo, procura llamar la atención a través de actitudes compensatorias.
Muchas personas tímidas se ocultan detrás de una falsa extroversión, se hacen conocer, hablan de si mismos, pero dentro de si están llenos de miedos, dudas, y sentimientos de inferioridad. Los tímidos hacen lo que sea con tal de llamar la atención. Se enferman, adoptan comportamientos escapistas, culpan de su aislamiento a otras personas, evitan que los demás se acerquen, son pasivos, tratar de ganarse a otros haciendo favores desinteresados con el fin de aumentar su autoestima, y desplazan a personas que consideran más débiles que ellos. En su ensayo El hombre Light, el Dr. Enrique Rojas, psiquiatra español, describe al héroe de la presente época posmoderna. Dice Rojas que el prototipo de hombre de este tercer-milenio es el hombre triunfador, elitista, que aspita al poder, que cuida su estética, y para colmo de males, busca todo esto a cualquier precio, aunque cueste incluso pisotear a los demás. Este tipo de hombre gravita en torno al cinismo, el relativismo moral, el consumismo, el hedonismo. Lo relativiza todo, lo consume todo, incluso consume a las personas. Es pragmático, frío, distante, desvergonzado, utilitarista. Entonces, en este contexto de tanta autosuficiencia, narcisismo, irreverencia, excesiva audacia, competencia feroz, individualismo, megalomanía y alienación mediática, muchos cristianos sufren por causa de timidez. Y lamentablemente la timidez puede ser un obstáculo que nos impide desarrollar nuestro potencial como cristianos. Dios tiene un mensaje de esperanza para los que padecen de timidez. Como le dijo al apóstol Pablo, su poder se perfeccionar en nuestra debilidad. (2 Corintios 12:9). Dios tal vez no nos quite las cargas, pero nos dará una espalda más fuerte. Nosotros tenemos que hacer lo posible por despojarnos de complejos, comparaciones, sentimientos de inferioridad y debemos confiar en Dios ya que su poder puede sacar hacia fuera lo mejor de nosotros. El Espíritu Santo quiere tomar el control de todas las áreas de nuestras vidas, y quiero darnos poder, amor y dominio propio. Dios nos llamo a conquistar, a innovar, a mejorarnos a nosotros mismos. Nosotros debemos trabajar en nuestras virtudes, nuestros puntos fuertes, entonces, nuestras debilidades desaparecerán, e iremos mejoramos nuestras relaciones interpersonales, iremos mejorando nuestro comunicación con los demás. Todo tenemos alguna cualidad, alguna característica en lo que somos fuertes. Es en esas áreas donde debemos ponernos nuestra atención, es ahí donde debemos ponernos las pilas. Claro que todos los seres humanos tenemos debilidades, miedos, vulnerabilidades, y las aceptamos, pero sabemos al mismo tiempo que podemos mejorar y sacar nuestro potencial, sabemos que podemos exteriozar nuestras emociones, sentimientos, pensamientos. Todo lo podemos en Cristo que nos fortalece. (Filipenses 4:13). Para despojarnos de la timidez debemos leer la palabra del Señor ya que al desarrollar una mentalidad bíblica vamos a desarrollar nuestra asertividad y seremos más hábiles socialmente. En Dios podemos superar las inhibiciones, las tendencias pasivas, la autocompasión, la baja autoestima. Dios a través de su palabra nos motiva, nos exhorta a alabarle, a pensar en lo bueno, a meditar en su palabra. Como nuestra fuente de fortaleza es Dios, localizamos nuestras limitaciones y se las entregamos a él, no ocultamos nuestros defectos, reconocemos nuestra valía, dialogamos con otros aunque nos cueste, nos aceptamos y aceptamos a otros tal cual son, creemos que Dios se glorifica en nuestras debilidades y limitaciones. Y sobre todas las cosas, reconocemos que donde termina nuestra capacidad, es allí donde interviene Dios en nuestra vida, manifestando su poder de tal manera que podemos hacer lo extraordinario aunque seamos seres aparentemente ordinarios.


Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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