jueves, 7 de junio de 2007

La paz de Dios en un mundo deprimido.


En su ensayo La inteligencia emocional, el Dr. Daniel Goleman escribió: “Cada nueva generación, desde principio de siglo, ha corrido un riesgo mayor que la generación de sus padres, de sufrir una depresión más importante, no ya tristeza, sino un desinterés paralizante, desaliento y autocompasión, más una abrumadora desesperanza en el curso de su vida”. Cualquier persona puede deprimirse. La depresión no discrimina a nadie ni respeta sexo o posición social. Pueden deprimirse tanto los ricos como los pobres, los sabios como los ignorantes. Llega un momento donde nos sentimos desanimados, abrumados, confundidos, abatidos. Nada nos interesa. Todos los cristianos, hasta el más santo, pasamos por momentos de cansancio, agotamiento, depresión, tristeza y no es pecado pasar por estas situaciones emocionales. La Biblia dice que debemos estar siempre gozosos, pero nosotros no podemos sonreír. Todos los héroes de la fe pasaron por el valle del desaliento y como dice Santiago 5:17, todos estos hombres de fe eran seres humanos sujetos a pasiones semejantes a las nuestras. Dios no bendice a gente perfecta ni castiga al que esta triste sino que su poder se perfecciona en nuestras debilidades. (2 Corintios 12:9-10).
Los que atraviesan por situaciones de sequedad espiritual, donde se sienten abatidos, deben, o mejor dicho debemos, estar firmes en la palabra de Dios. Nuestros sentimientos y emociones pueden conducirnos a la confusión y la depresión, pero la palabra de Dios es viva y eficaz y penetra hasta lo profunda de nuestro corazón con el objeto de erradicar la más profunda tristeza. Claro que estar deprimido o triste no es pecado ni ofende a Dios, pero lo que si ofende a Dios es cuando en vez de buscarlo a él y dejar que él nos libere de este estado de abatimiento, dejamos que los pensamientos, sentimientos y emociones negativas controlen nuestras vidas. 1 de Corintios 10:13 dice que Dios no nos dejará ser tentados más allá de lo que podemos soportar. Por supuesto que hay depresiones clínicas que merecen la ayuda de un profesional, pero las depresiones momentáneas merecen la ayuda de Dios y su palabra. “Así que, ofrezcamos siempre a Dios por medio de Él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesen su nombre.” (Hebreos 13:15)
Muchos cristianos ingenuos dicen que la depresión se debe a que estamos mal con Dios, pero esto no es verdad. De hecho, Job estaba bien con Dios y al perderlo todo se sintió triste, pero de todos modos siguió confiando en el Señor. El rey David experimentó una profunda culpabilidad y depresión por su pecado con Betsabé y en el salmo 32:3 declaró: «Mientras callé se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día». David confesó su pecado y eventualmente experimentó alivio de su depresión. Dios no desprecia al depresivo, al contrario, Jesús dijo que los que se encuentran cargados y cansados que vayan hacia él y depositen sus cargas sobre él. Jesús también experimentó en carne propia sentimientos de este tipo cuando estaba en Getsemaní: "Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a sentir gran angustia. Entonces les dijo: mi alma está abrumada de una tristeza mortal; quédense aquí, y velen conmigo..." (Mateo 26:37, 38). Jesús nuestra tu tristeza, nuestro abatimiento, nuestro dolor, y él vino a darnos vida y vida en abundancia. El puede cambiar nuestras circunstancias y puede darnos paz en medio de un mundo deprimido. Alguien escribió: “La Biblia nos dice que estemos llenos de gozo y alabanza (Filipenses 4:4; Romanos 15:11), así que aparentemente Dios propone que vivamos vidas con gozo. Esto no es fácil para alguien que atraviesa por una situación depresiva, pero ésta puede mejorar a través de los dones de Dios en la oración, estudios bíblicos y su aplicación; grupos de soporte, grupos en casas, compañerismo con otros creyentes, confesión, perdón y consejería. Debemos hacer un esfuerzo consciente para no estar absortos en nosotros mismos, sino más bien dirigir nuestros esfuerzos al exterior. Los sentimientos de depresión con frecuencia pueden resolverse cuando el que sufre quita la atención de sí mismo y la pone en Cristo y los demás”. Fijemos nuestras miradas en Jesús. Él cuida de nosotros. Dios nos da paz y su paz guarda nuestros pensamientos en Cristo Jesús. No estamos solos en el valle de la aflicción sino que Dios esta con nosotros. Primera de Pedro 1:3 dice: "Que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos." Que Dios nos bendiga no esta condicionado por nuestro estado emocional. Él nos ama de todas formas. Si oramos a él de todo corazón y le entregamos nuestras vidas, llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, él restaurará nuestras mentes, dándonos tranquilidad y serenidad emocional. Recordemos que la palabra de Dios dice que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan para bien. (Romanos 8:28). Congregarnos y estar en comunión con otros cristianos, orando y leyendo la palabra de Dios, nos ayuda a salir del aislamiento, el abatimiento y la soledad. Todo esto constituye un hábito positivo que nos ayuda superar estados psicológicos dolorosos y aplastantes. "El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna." 1 Juan 5:12, 13. "Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo." Romanos 10:13. "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe." Efesios 2:8, 9. "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios." Juan 1:12. "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros." Romanos 5:8. "La paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro." Romanos 6:23.
Julio césar cháves
juliogenial@hotmail.com

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