sábado, 9 de junio de 2007

El sufrimiento humano y la bondad de Dios.


En su ensayo El problema del dolor, C. S. Lewis escribió: “El hombre es ahora algo horroroso para Dios y para él mismo, y es una criatura mal adaptada al universo, no porque Dios la hiciera así, sino porque él mismo se ha vuelto de ese modo, debido al abuso de su libre albedrío. El cristianismo asegura que Dios es bueno; que hizo todas las cosas y las hizo para el bien de ellas; que una de las cosas buenas que hizo, específicamente el libre albedrío de las criaturas racionales, por su misma naturaleza incluye la posibilidad del mal; y que las creaturas, valiéndose de esta posibilidad, se han vuelto malas”. Si Dios es perfecto, ¿cómo pudo crear un mundo atestado de sufrimiento, odio y muerte? Si Dios es perfecto, ¿por qué existe el sida, el cáncer, el hambre, el aborto y la guerra? Aunque los seres humanos cuestionen a Dios él sigue siendo perfecto e inmutable. Si, Dios es perfecto y él creó un lugar perfecto donde no existía el dolor, el sufrimiento ni la muerte. Hace miles de años la naturaleza, toda la creación, estaba en perfecta armonía con su creador. El sufrimiento no existía, pero lo que si existía era el libre albedrío. Los seres humanos eran libres de elegir. Dios en el jardín del edén les dijo a Adán y Eva que no comieran del fruto prohibido. “De todo árbol del huerto podrás comer;-dijo Dios- más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”. (Génesis 2:16,17). Pero ellos, inducidos por Satanás, comieron y fueron destituidos de la gloria de Dios. Entonces, donde antes había armonía, apareció el dolor y la muerte.
En el cielo también había armonía y también los ángeles tenían libre albedrío. Los ángeles eran libres de elegir. Y el diablo en vez de darle toda la gloria a Dios quiso ser igual a él y en consecuencia, fue echado del cielo. Isaías 14:12-14 expresa: “¡Como caíste del cielo, oh lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: subiré al cielo; levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al altísimo”. Como el diablo cayó indujo a que los seres humanos cayeran con él. El diablo vino a matar, mentir y destruir a todos los hombres sobre la faz de la tierra. Adán y Eva disponían de todo lo que necesitaban para ser felices, pero el diablo como es un infeliz y desea que los demás también lo sean, les dijo: “Con que Dios os ha dicho…”. (Génesis 3:1). Si comen del árbol que Dios dijo que no comieran serán iguales a él, serán poderosos, vivirán para siempre. El diablo los engañó y ellos pecaron, comiendo del árbol, desobedeciendo a Dios.
Luego de que Adán y Eva comieran del fruto prohibido, vino Dios y preguntó: “¿Has comido del árbol de que yo te mande no comieses?”. (Génesis 3:11). Y le respondió Adán a Dios: “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí”. (Génesis 3:11). Desde ese mismo instante Adán y Eva sufrirían terriblemente. Al igual que Adán y Eva todos los seres humanos somos libres de elegir lo que se nos antoja, pero luego debemos someternos a las consecuencias de nuestras decisiones. En otras palabras, el sufrimiento que aqueja a la humanidad toda se debe definitivamente al pecado y la desobediencia a Dios. Cuando los seres humanos no tienen tiempo para Dios tienen tiempo para sufrir. John Milton escribió: “Cuando Dios le dio al hombre capacidad para razonar, le otorgó libertad de elección. De no haber sido así, Adán hubiera sido un hombre artificial, algo así como un Adán en el retablo de títeres”. El mundo esta convulsionado y los problemas sociales, políticos y económicos, aquejan al mundo entero porque los seres humanos han rechazado a Dios. La decadencia moral que aqueja al hombre del siglo XXI ya no se puede disimular, y los argumentos que se esgrimen para explicarla no alcanzan para justificarla. La violencia, el sufrimiento y la muerte se propagan por doquier, adoptando nuevas formas cada vez más crueles. Es hora de buscar a Dios y arrepentirnos de los pecados de rebeldía que hemos cometido. En estos tiempos cambiantes como el mar en tempestad, hay que decir que debemos buscar la voluntad de Dios ya que esto es lo único que trae bendición y vida eterna. De la misma forma que Jacob, (Génesis 35: 1-15), luchó con el ángel en Bet-el sin descanso hasta lograr la bendición de Dios, nosotros debemos luchar con Dios para lograr la salvación a través de su hijo Jesucristo. Finalmente C. S. Lewis dicen en el ensayo citado al principio del articulo: “El problema de conciliar el sufrimiento humano con la existencia de un Dios que ama, es insalvable solamente mientras se atribuye un significado trivial a la palabra "amor", y mientras las cosas se ven como si el hombre fuera el centro de ellas. El hombre no es el centro. Dios no existe por el bien del hombre; el hombre no existe por su propio bien, "porque tú creaste todas las cosas, y por tu querer subsisten y fueron creadas"
[Apocalipsis 4:11]. Fuimos hechos, fundamentalmente, no para que podamos amar a Dios (a pesar de que fuimos hechos para eso también), sino para que Dios nos ame, para que nos podamos convertir en objetos en los cuales Dios pueda reposar “complacido”.

Julio césar cháves.
juliogenial@hotmail.com

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