viernes, 15 de junio de 2007

La cápsula del tiempo y la pasajeridad humana.


Hace poco leí que en el Museo de Historia Natural de la ciudad de Nueva York, se encuentra una reproducción en miniatura de un extraño artefacto que simboliza el orgullo humano. Este artefacto extraña es la cápsula del tiempo, que el 23 de septiembre de 1938 fue depositada en el seno de la tierra mediante una pomposa ceremonia. Dicha cápsula fue destinada a permanecer herméticamente cerrada hasta el año 6939, para que entonces, al ser abierta, fuera un testimonio documental, ante la generación del siglo sesenta, de los exponentes de nuestra actual civilización.
La fabricación de esta cápsula es una pretensión arrogante de mostrar que los hombres somos quienes vamos a tener el control del futuro de la historia de la humanidad. Esta pretensión, por parte de los efímeros seres humanos, procura ignorar que el que tiene el absoluto control sobre el tiempo y la historia es Dios. El mundo del tercer milenio se jacta de todas sus conquistas científicas y técnicas; la humanidad se jacta de sus ingenios modernos, de sus adelantos en la cirugía y la medicina. Es verdad que la ciencia ha prolongado la vida de millones de personas en todo el mundo, pero también es verdad que todavía no ha encontrado la formula mágica para erradicar de la humanidad a la muerte de un modo definitivo. Es verdad, vivimos en un mundo sofisticado y tecnológico, pero también es verdad que vivimos en un mundo triste y vació, en un mundo infeliz que no tiene paz y que se cree dueño del tiempo como si fuera el creador.Actualmente, en el planeta reina el miedo y la angustia, la incertidumbre y la angustia social. Son muy pocas las personas verdaderamente felices. Son muy pocos los individuos que tienen paz en sus corazones. ¿Por qué? Reina el espanto por que las personas se han olvidado de su creador. A esto se debe el sufrimiento de todos los continentes. La humanidad existe bajo el signo del espanto y de la muerte. Esta es la realidad. ¿De qué sirve engañarnos? La angustia y el vació de los seres humanos se debe al alejamiento de Dios. Con el sólo hecho de salir a la calle y ver el rostro de la gente, me doy cuenta de algo muy relevante: Las personas necesitan, de modo urgente, a Dios. Isaías 55:6 nos advierte: “¡Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano!”. Dios tiene el control absoluto del tiempo…

Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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