martes, 10 de abril de 2007

Un mundo solitario.


La soledad es muy temida por la gente. Para muchos es una amenaza. Antes, la gente en tiempos de soledad reflexionaba y practicaba la introspección, es decir se conocía por dentro. Muchos piensan que en medio de una ciudad de miles de habitantes es imposible que un individuo pueda sentirse solo entre tanta gente. Sin embargo, lo real es que hay individuos que se sienten solos estando acompañados. Se sienten solos en medio de una multitud. La soledad es experimentada por todos, los que viven en centro de la ciudad o en las orillas. Por los que tienen y los que no tienen nada. Hay personas que han muerto solas y sus últimas horas fueron un tormento, ya que no disponían de un hombro sobre el cual apoyarse. Aunque parezca ficción lo que estoy escribiendo, lo que digo es cierto. ¿Por qué sucede esto? ¿A que se deben estos humanos solitarios entre la muchedumbre? Al individualismo. A las actitudes de aislamiento que nos oprimen. No cabe duda de que a nadie le agrada estar solo. Pero también no hay duda de que cada cual se ocupa de lo suyo y no le importa lo que le pasa al otro. Sentirse solo implica albergar una sensación de haber quedado fuera del mundo. Hoy por hoy, la soledad se expande a pasos agigantados porque esta respaldada e intensificada por un marco de competencia salvaje. Cuando ando en la calle lo único que escucho son monólogos triviales: ¿Cómo estas che? ¿Todo bien? ¿Cómo andas? ¿Cómo va tu vida? Los monólogos superficiales nos atan, nos dividen, no separan, nos aíslan. Esto se debe a vínculos interpersonales débiles que hemos construido nosotros mismos. A gente que necesita expresar lo que siente, pero no lo pueden hacer porque no hay hombros que ofrezcan su apoyo gratis. Todos se riega porque el lema que reza así: “Ser vulnerable no se te esta permitido porque tienes que luchar por tus beneficios propios nada más”. Antes tenía un perro muy hermoso y cuando lo acariciaba movía la cola de alegría. Ahora quiero acariciar a otras personas y lo único que hacen estas es alejarse de mí. Todos le temen a la intimidad. Nadie se permite ser vulnerable. Creo que es tiempo de que destruyamos los monólogos prefabricados que nos atan. Es hora de que abramos el corazón, de que mostremos lo que sentimos. La soledad es el resultado inevitable del individualismo que ata a la sociedad. Hay soledad porque vivimos incomunicados. Nos sentimos abandonados porque estamos lejos de la intimad. El amor fraternal lo hemos dejado de practicar. Es mejor que amemos, y conozcamos a los demás. Abramos el corazón. Charles Dickens dijo: “Hay grandes hombres que hacen a los demás sentirse pequeños. Pero la verdadera grandeza consiste en hacer que todos se sientan grandes”

Julio C. Cháves.
Escritor78@yahoo.com.ar

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