jueves, 19 de abril de 2007

Las dos ranas.


Cierta vez dos ranas nadaban en una gran caldera de agua. Y una de ellas dijo:
-¿No crees que el agua esta copada? ¡Esta buenísima!
-Si-dijo la otra, esta copadísima, de lujo. ¡Nademos aquí para siempre!
Y así las dos ranas, confiadas, se relajaron y no se dieron cuenta de que el fuego se la caldera había sido encendido y que poco a poco, el agua se iba calentando más y más. Antes que supieran lo que estaba pasando, estaban completamente cocinadas y listas para el almuerzo.
Nuestro mundo es una inmensa caldera donde nadamos y nos movemos. La sociedad cada día que pasa se seculariza más y más y el agua se calienta más y más. Todo parece placentero, pero la realidad es que por el aumento de la maldad el amor de muchos cristianos esta apagándose. La gente es cada vez más hedonista, permisiva, ególatra. Todos son librepensadores que no tiene en cuenta a Dios. El apóstol Pablo dijo que muchas personas están muertas en sus delitos y pecados, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de las tinieblas, el espíritu que opera en los hijos de la desobediencia. (Efesios 2:2). El pecado y la desobediencia a Dios nos llevan hacia la maldición. Si seguimos la corriente de este mundo es porque vivimos conforme a nuestra propia prudencia y hacemos lo que queremos sin tener en cuenta la voluntad de Dios. El espíritu del mundo es contrario al Espíritu de Dios que nos conduce a la santidad y la obediencia a Dios. El pecado esclaviza al hombre, pero Cristo nos libra de la esclavitud del pecado. Nuestro mundo esta en llamas y el calor del pecado nos destruye todo a su paso. Así como las ranas nadaban en un lugar peligroso y se confiaron, convirtiéndose en almuerzo, si nosotros nos confiamos nos convertiremos en almuerzo de Satanás. Lo aceptemos o no, estamos inmersos en una guerra espiritual de magnitud universal. Efesios 6:11,12 dice: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las acechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. El diablo y sus secuaces quieren destruir, engañarnos, confundirnos, pero nuestro Padre celestial quiere fortalecernos, vivificarnos, ungirnos con su presencia y ser escudo alrededor nuestro. Si nos acercamos a Dios el diablo huye de nosotros. Si servimos al Señor, Dios nos protege del mal. Satanás esta cocinando a muchas personas de este sin que se den cuenta. Piensan que nada con libertad pero Satanás los va a cocinar y destruirá sus vidas completamente. En su libro Características de un buscador de Dios, Tommy Tenney. La solución es el hambre y desesperación por Dios mismo sin intermediarios. Necesitamos orar: ¡Dios, estoy cansado de que otras personas te escuchen! ¿Dónde está la traba de mi armario? ¡Voy a encerrarme hasta escucharte por mí mismo!” Dios está cansado de tener relaciones lejanas con su pueblo. Estuvo cansado de ellas hace miles de años, en los días de Moisés, y está cansado de ellas hoy. Él realmente quiere tener intimidad, encuentros cercanos con usted y conmigo. Quiere invadir nuestros hogares con su permanente presencia, de una manera que hará que cada visitante comience a llorar con asombro y adoración en el momento que entre. Tanto como puedo decirle, solo hay una cosa que lo detiene. Dios no va avenir a donde no encuentre hambre. Él busca al hambriento. Hambre significa que usted está insatisfecho con la manera que ha sido, porque lo forzó a vivir sin Dios en su plenitud. Dios solo viene cuando usted está preparado para volver con todo a Él. Dios regresa para recobrar su Iglesia, pero usted tiene estar hambriento. ¿Cuán hambriento está?”. Si nos acercamos a Dios, él se acercará a nosotros. Necesitamos estar cerca de él ya que él es nuestra fuente de gozo, libertad, alegría, paz y prosperidad. Si no tenemos tiempo para Dios tenemos tiempo para sufrir. Entonces, lo mejor que podemos hacer es acercarnos confiadamente al trono de su gracia.

Julio César Cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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