La risa es muy importante. La alegría también. Las personas alegres son tan necesarias como el aire que respiramos. La alegría es un vivo gozo del ánimo que suele manifestarse con signos exteriores. Y uno de esos signos exteriores es la risa sana. Alegre proviene etimológicamente del latín “Alácris” y quiere decir: Lleno de alegría, aplicado a colores, vivo. La persona alegre siempre mira lo positivo. Si se encuentra bien ríe por ello y si se encuentra mal ríe a pesar de todo. La alegría es una característica intrínseca de las personas verdaderamente felices. Dichoso el ser humano que ha aprendido a alegrarse en todo tipo de circunstancias.
La alegría es lo que nos mantiene vivos ante el dolor. Mientras más profundo es el dolor que pasemos, más profunda será nuestra alegría. Reírse de uno mismo es una señal de madurez, de inteligencia, de autoaceptación. Actualmente el mundo se ha tornado un gran menú de negativismos. Todo anda mal. Por donde miremos hay gente con la cara larga. Hasta lo rostros de los niños, por culpa de la irresponsabilidad de los adultos, han perdido la alegría. Para mucha gente el mundo ya no vale la pena. Pero para muchos sí vale la pena. Yo estoy del lado de quienes piensan lo positivo. Es evidente que nuestro mundo es un lugar muy triste. En el momento de escribir esto, hay conflictos internacionales beligerantes, hay falta de trabajo, hambre, las familias se tornan disfuncionales, muerte, soledad, marginación, anarquía, etc. La situación del mundo grita: ¡Nada vale la pena! Así pues, nosotros no obstante declaramos que sí ¡vale la pena! ¡La alegría todavía es posible! ¡La alegría es la piedra filosofal que todo lo convierte en optimismo!
Jorge Porcel en su libro autobiográfico “Risas, aplausos y lágrimas” cuenta respecto a la importancia de la risa: “¡Qué bueno es reírse! Debe ser una de las mejores terapias que curan males físicos y espirituales. ¡Pobre de aquel que no sabe reír! La alegría, arma poderosa para poder vivir, hay que buscarla de cualquier manera. Reír, sonreír, es lo que marca la diferencia entre un pesimista y un optimista. El pesimista dice, “Tengo media botella vacía”, y el optimista dice, “Tengo media botella llena”. El pesimista todo lo ve gris; para el optimista todos los días son de sol. El pesimista crea dudas, tristeza, fatalismo; en cambio cuando se es optimista se atrae todo lo bueno. El pesimista duerme sobresaltado; el optimista ronca de felicidad. El pesimista se despierta con el ceño fruncido; el optimista, cantando. El pesimista siempre tiene mal carácter; el optimista es simpático y jovial. El pesimista se enferma más a menudo; el optimista, no. Yo siempre quise reír. Tengo la necesidad de hacerlo…”
La alegría surge de lo que somos. La alegría incrementa el ritmo del pulso de nuestros corazones y nos ayuda a mirar lo bueno, lo positivo, las soluciones y no los problemas. Ser alegre es tener en cuenta que las cosas pueden cambiar para bien. A fin de cuentas, Khalil Gibran afirmó: “Cuando estén contentos, miren en el fondo de sus corazones y encontrarán que es solamente lo que les produjo dolor, lo que les da alegría. Cuando estén asediados por la tristeza, miren serenamente por segunda vez, en la profundidad de sus corazones y verán que están llorando, en verdad, por lo que fueron sus deleites…”
Julio C.Cháves
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