lunes, 12 de marzo de 2007

Nuestra mortalidad y el tema del tiempo.


“Todos debemos familiarizarnos con la idea de la muerte, si queremos convertirnos en personas realmente buenas. Pensar en la muerte produce amor por la vida”.

Albert Schweizer.



Muchos no tienen en cuenta su mortalidad y desperdician su tiempo en trivialidades y cosas sin importancia. Cuando uno es joven desperdicia el tiempo como si fuera el dueño de la eternidad. La piel está lisita, se mantienen en pie todos los dientes, vamos bien, somos fuertes y jamás nos imaginamos muriendo. Esto pasa cuando somos jóvenes. Nos tomamos la vida a la ligera. Perdemos el tiempo. El siglo XXI es el siglo de la belleza, del narcisismo, de la eterna juventud. Se anhela ser perpetuamente jóvenes. De hecho, envejecer, perder algunos dientes por el tema de las caries, tener colesterol, todas estas cosas significan para los postmodernos de hoy ser un fracasado. Menospreciamos a los ancianos por el hecho de que han envejecido y eso nos hace conscientes de nuestra tan real mortalidad.
Muy bien, ¿Es bueno eludir el tema de la muerte? ¿Por qué no queremos hablar de la vejez y el paso del tiempo? Lo mejor que podemos hacer para vivir una mejor vida más inteligente es elegir valientemente ser conscientes de nuestra mortalidad. Nuestros cuerpos son efímeros. Asumir el tema de la muerte es una manera inteligente de hacernos sensibles para entender y comprender a los ancianos, a los enfermos y a nosotros mismos. La verdad inexorable es que vamos a morir. Todos moriremos. Morirán los buenos y los malos. Morirán los lindos y los feos. Nadie, por más ejercicios físicos que haga, puede evitar la muerte. La muerte es el término de la vida en esta tierra. Vivimos, sabiendo que vamos a morir. No tenemos que pensar mucho para darnos cuenta de la realidad de la muerte. Lo único que debemos saber es que hay gente que vive de la muerte ajena. El dueño de una funeraria sabe que su trabajo siempre se mantendrá vigente. Para el funebrero la muerte ajena es una fuente de trabajo. Su trabajo no tiene nada de malo. El se dedica a eso. Espera en su escritorio la muerte. Todos los días alguien muere. Hasta el mismo un día le dará trabajo a otro. La naturaleza es efímera. La muerte es algo lógico y necesario. “Un funebrero cumple la útil función que en la naturaleza desempeñan los escarabajos enterradores”. Todos en algún momento de nuestra vida le daremos trabajo al funebrero. Si queremos disfrutar de la vida de un modo inteligente debemos valorar el tiempo. Es verdad que seguiremos viviendo en la eternidad. Algunos cerca de Dios. Otros lejos de él. Pero en fin, la buena utilización del tiempo es una manera de valorarnos, de valorar la bella vida que Dios nos ha regalado en su inconmensurable gracia. Únicamente cuando reconocemos que nuestro destino es envejecer, y luego morir, somos capaces de valorar a los ancianos, a los enfermos terminales, a las personas comunes y a nosotros mismos. Cada vida es una biografía, una historia, un poema. Envejecer es algo paulatinamente glorioso.
Somos mortales. Eso hace a la vida importante. Alguien ha dicho:
“Al reloj de la vida.
Solo una vez cuerda se le da,
Y nunca nadie decir podrá
Cuando sus manecillas detendrá”.

Julio Cháves.

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