lunes, 12 de marzo de 2007

Si yo fuera.


“La lucha será aprender a amarnos”.
Robert Fisher, autor de “El caballero de la armadura oxidada”.

“Si Yo fuera.”

En “Vidas que pasan”, Constancio C. Vigil cuenta: “Si yo fuera rico…”, “Si yo fuera joven…”, “Si yo tuviera bastante inteligencia…”, “Si yo fuera ministro…”. Así se expresa siempre. Nadie sospecha todo lo que haría si no fuera quien es. Siendo quien es, no hace nada. Un pez que hace proyectos por si volara, un pájaro que refiere lo que haría en el fondo del mar, una señorita que expone sus ideas y sus gustos para el caso de que hubiera sido varón: así parece este hombre cuando dice cosas que él haría si fuera otro”.
Si deseamos ser otra persona tenemos un problema de autoaceptación. Si somos renuentes a aceptar nuestros limites, nuestras características físicas, eso significa que nos falta amor hacia nosotros mismos. La sociedad ordena que todos debemos ser iguales. Abrimos los ojos y no vemos nada. Consumimos títulos, premios, éxitos. Pensamos que con prestigio, dinero, fama, autos y casas de lujo, seremos mejores personas. Cuando logramos estas cosas y somos de una manera, queremos ser de otra manera diferente. Nunca se está conforme con lo que uno es. Pasa esto porque somos victimas del: “Si yo fuera…”. La realidad es que uno es como es. ¿Para qué competir? Si es varón debe seguir siendo varón. ¿Para qué cambiarse de sexo? Ser uno mismo es el milagro. Es tiempo de valorar lo que uno tiene. Uno debe abrir los ojos, mirarse en el espejo y decir: Ese soy yo. Uno debe ocupar su lugar en el mundo. A veces nos sentimos fuera del mundo, pero les sucede a todos. De todos modos encajamos, como uña en el dedo. Los peces viven en el agua. Los pájaros vuelan. El hombre es hombre y la mujer es lo que es. Ser una fotocopia no sirve de nada. Ya basta de ser actores, ya que la realidad nos exige que seamos solamente auténticos, honestos, íntegros, sin máscaras. Hay que atreverse a soñar los propios sueños, escribir los propios libros y pintar los propios cuadros. Yo no soy Shakespeare, ni Borges, ni Camus, soy Julio Cháves. Mi meta no es imitar ni ser una fotocopia de nadie, simplemente quiero ser auténtico, real, tangiblemente humano, frágil, simple, inteligente, alegre.
No quiero se como nadie. Deseo despojarme del “Si yo fuera” y quiero dejarme fluir, aprender a vivir y a pensar, aprender a soñar y a caminar, gozando de la conducta de la vida. Soy una biografía, una historia, un poema, una frase única. Imaginar ser como otro es fácil. Eso es escapar del ser uno mismo. Lo difícil es encontrarse, aceptarse, conocerse, superarse. No quiero ser un títere de voluntades ajenas. Quiero sonreír sin máscara. Me permitiré ser vulnerable. Debo luchar por amarme. No soy banal ni insignificante. Soy importante hasta en los detalles más pequeños. No debo descuidarme. Debo cuidar de mi vida con esmero. En definitiva, ¿para que ser como el otro? Ya basta de envidia, de celos, de comparación. Es tempo de ser simplemente. “Todo el mundo necesita ayuda para entender a un árbol. Los árboles son felices simplemente siendo árboles…”, dijo Robert Fisher en el libro “El caballero de la armadura oxidada”.

Julio C. Cháves.

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