lunes, 12 de marzo de 2007

La capacidad de sentir.

“La respiración es solo un reloj que hace tic-tac”.
(De la película “Equilibriun”).



El corazón del hombre es un enjambre de vicios, furias, celos, envidias, odios, guerras. El hombre pretende destruir al hombre. El sentimiento es simplemente una palabra rudimentaria que a nadie le agrada experimentar. Se piensa egoístamente. Se ve a los demás como a enemigos. Está prohibido sentir. Los corazones laten lastimosamente. Para el hombre actual, es normal quitarles la vida a los pobres, a los indignos, los descartables seres humanos de papel de diario. Prisioneros en planos densos están las almas ennegrecidas por el pecado. Hay mucho apego. Apego a la muerte y la destrucción. Apego a la insensibilidad.
Las personas de hoy están únicamente interesadas en su propio bienestar. Quieren ser felices, pero buscan serlo por el camino del narcisismo y el individualismo. Y eso conduce inexorablemente a la autodestrucción y el vacío. Si prestamos atención a la realidad podemos darnos cuenta de que las personas aman a las cosas y dejan de lado los verdaderos sentimientos hacia los demás. Las personas se han tornado viles, mezquinas y despreciables. Se ama el poder y la manipulación. Se desprecia la capacidad de tener sentimientos. De ahí la proliferación de frustraciones, antagonismos, aberraciones, desencuentros, anarquías.
El poder y el dinero son medios y al mismo tiempo son fines. Si un individuo ama estas cosas, podemos afirmar que su capacidad de experimentar sentimientos yace dañada. Porque si el dinero y el poder ocupan el lugar principal en el corazón del hombre, las relaciones se tornan negras y es ahí cuando los fuertes manipulan a los débiles. Cuando los hombres buscan dinero, fama, poder, se tornan crueles, dañinos, desalmados. El poder corrompe a los hombres y los deja sin sentimientos.
Ahora bien, la única manera de experimentar sentimientos es dejando de lado el egoísmo, la vanagloria, la maldad de los actos desalmados. Amar, tener sentimientos cuesta trabajo. Algunos son malos y no se merecen que los amen. Pero ser una persona espiritual es amarlos de todos modos. Los sentimientos son buenos cuando giran en torno al bien propio y al ajeno. Esos sentimientos valen la pena. Si queremos ser mejores debemos amar. Debemos pensar en lo bueno. Eso nos ayudará a dejar de lado las conductas bélicas. Entonces, lograremos crecer, ser mejores. Las cosas son medios y las personas son los fines. ¿Qué ganamos controlando, manipulando, poseyendo a los demás? ¿De qué sirve ser egoísta? Ya que tenemos la capacidad de tener sentimientos debemos tenerlos siempre para bien. El Dr. Enrique Rojas en su ensayo “El amor inteligente”, dice: “Lo que el ser humano necesita es amor. Hoy la palabra amor está falsificada: su abuso y manipulación la han ido degradando. En el tablero de la psicología juegan al ajedrez los sentimientos y la razón, arbitrados por la cultura. El amor inteligente tiene tres notas básicas en su sinfonía: corazón, cabeza y espiritualidad, sin olvidar que lo cotidiano nunca es banal ni insignificante. El mejor amor se echa a perder si no se cuida con base en pequeños detalles. Lo que el ser humano necesita es amor.”.

Julio C. Cháves.

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