“Siempre ha sido para mí un misterio cómo los hombres pueden sentirse honrados con la humillación de sus semejantes”. Mahatma Gandhi.
Hay personas que están aisladas. Viven en sepulcros en vida. Son como barcos a la deriva. Son individualistas, y se creen que están en onda porque no se involucran emocionalmente con nadie. Compiten ferozmente porque se creen más “libres” y evolucionados. Sin embargo, están perdidos en su propio aislamiento, en su propia soledad. Muchas personas han perdido sus valores. No saben lo que es la amistad, el amor, la fraternidad, el compromiso. Viven sus vidas en la nada. Y en consecuencia, también toman con desinterés la vida de los demás. De ahí la falta de un sentido de vida.
El Dr. Victor Frank, fundador de la logoterapia (la terapia mediante los valores), que estuvo en campos de concentración nazis, ha pensado mucho sobre la voluntad de sentido, y sobre la frustración existencial, como él la denomina. Según Frank, “el hombre actual no sufre tanto por sentir que vale menos que otros, sino más bien por sentir que su existencia no tiene sentido”. Es justo admitir que el sentido lo perdemos cuando estamos incomunicados, cuando practicamos un descontrolado y destructivo individualismo, cuando creemos que no necesitamos de nadie, cuando dejamos lo axiológico de lado.
Ahora, la mejor manera de encontrarla el sentido a la vida es encontrándonos con otros. La relación es un arsenal de posibilidades curativas si se produce un autentico y verdadero encuentro entre las personas que se relacionan. El encuentro entre dos personas cuando es auténtico, cordial, creativo, sencillo y valiente, proporciona calidez y sentido a la vida. Es menester que revaloricemos el valor y el poder de la comunicación con los demás, ya que esto nos permite cada día; a la vez que nos encontramos sinceramente con los demás, con lo mejor de uno, se puede dar rumbo a la vida e iluminar los momentos en que vivimos como a la deriva, sin sentido. El encuentro con los demás proporciona sentido a la vida. La práctica consciente de los valores es la brújula que nos ayuda a caminar con rumbo en este mundo atestado de chabacanería y feroz individualismo. La verdadera libertad consiste en amar y ser amado.
El Dr. Jorge Bucai, psicodramàtica y psicoterapeuta gestàltico, en su libro “EL CAMINO DEL ENCUENTRO”, dice: “Sin encuentro no hay salud. Si no la existencia de un nosotros, nuestra vida está vacía aunque nuestra casa, nuestra cuenta bancaria y nuestra caja de seguridad estén llenas de costosísimas posesiones. Y sin embargo, el bombardeo mediático nos incentiva a llenar nuestras casas, nuestras cuentas bancarias y nuestras cajas de seguridad de estas cosas y nos sugiere que las otras son sentimentales y anticuadas. Si alguien habla del amor es un inmaduro, si dice que es feliz es un ingenuo o un frívolo, si es generoso es sospechoso, si es confiado es un tonto y si es optimista es un idiota. Y si acaso apareciera como una mezcla de todo eso, entonces los falsos dueños del conocimiento, asociados involuntarios del consumismo delirante, dirán que es un farsante, un improvisado y poco serio mercachifle (Un chanta, somos se dice en la Argentina). Muchos de estos jerarquizados pensadores configuran a veces la peor de las aristocracias y sofisticadas estirpes de aquellos que se muestran demasiado. “Evolucionados” como para admitir su propia confusión o infelicidad. Otros están totalmente atrapados en su identidad y no están dispuestos a salir de su aislamiento por temor a que se descubra su falta de compromiso con el común de la gente”.
Julio C. Cháves.
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