Cuando las circunstancias se tornas totalmente negativas muchas perronas pierden las ganas de vivir. Desaparece el esfuerzo, el sentido de la vida, la automotivación. La falta de voluntad y el desaliento hacen que el andamiaje de la autoconfianza caiga por tierra. La perdida del significado que se produce al asumir una actitud derrotista ante la adversidad nos hace cada vez más vulnerables y en consecuencia, nuestra personalidad queda anulada por los vientos exteriores. Cuando no existen ganas de vivir todo se ve negativo, y perdemos el compromiso con la vida. Entonces somos esclavos de pensamientos negativos. A este respecto, el gran Teilhard de Chardin nos dice una gran verdad: “El mayor peligro que puede tener la humanidad de hoy no es una catástrofe que le venga de afuera, una catástrofe cósmica, no es tampoco el hambre o la peste; es, por el contrario, esa enfermedad espiritual, la más terrible porque es la más directamente humana de las calamidades, que es la perdida del gusto de vivir”.
Nuestra aspiración debe ser realizarnos pese a las circunstancias. Viviendo en el presente siempre vivo, amando los que somos y lo que podemos llegar a ser. Nuestra responsabilidad es completarnos, alcanzando las metas, disfrutando de la capacidad de respirar, disfrutando de nuestra innata capacidad de superar los más difíciles obstáculos. Hay que vivir con coraje, osadía, realismo, significado, voluntad. Siempre es posible estar mejor. Siempre es posible salir adelante. Para motivarlo voy a contarte la historia de Michael Macgmwell. Nació con dificultades para caminar. Sufrió una parálisis cerebral a los 4 años, y pasó por 9 cirugías. Sin embargo nada pudo robarle sus ganas de vivir. Práctica tenis, nada, esquía, monta a caballo y juega baloncesto.
“Practicar deportes es una manera divertida de mantenernos saludables y socializar”, afirma el joven Michael. “No sé si soy un ejemplo para otros jóvenes, pero espero que quienes vean lo que hago en mi silla de rueda se inspiren para ver lo que ellos pueden hacer por sí mismos”, sigue diciendo este joven de 17 años. Aunque no es un atleta como otros compañeros incapacitados, él considera que definitivamente está marcando una diferencia. “Cuando he invitado a jugar con mi equipo a mis amigos que no pueden caminar bien, todos tienen algo positivo que decir y creo que esa experiencia les ha hecho abrir los ojos, cambiar de alguna manera”.
A modo de reflexión, Michael afirmó que” uno puede hacer todo lo que se establece en su mente, pero ello no significa que será fácil”. “Realmente para mí, las cosas son más difíciles, pero no imposibles”, subrayó quien ha estado bajo terapia permanente para sobrellevar la condición de espina bífida. El sistema nervioso de Michael se vio afectado durante la gestación y nació, con parálisis en las piernas. Por eso, utiliza prótesis para desplazarse en el hogar, y para salir y jugar deportes usa una silla de ruedas. “Desde que nació me he dedicado a él para que tenga una vida normal, llena de actividades”, expresó su madre Dora Macgnwell. “Nunca se sabe el potencial de un niño hasta que uno lo pone ante una situación para ver lo que puede hacer”, dijo la tenaz madre de Michael. Realmente cuando ser tiene ganas de vivir no hay obstáculos que impidan que seamos felices.
Julio C. Cháves.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario