domingo, 4 de marzo de 2007

Los que viven quejándose.


El mundo es lo que nosotros pensamos que es. Si pensamos que es un buen lugar para vivir es un buen lugar. Así pues, si pensamos que es un mal lugar y pensamos en todo lo que no tiene sentido y no vale la pena, ciertamente convertiremos el mundo en algo totalmente nefasto. La queja es una mala actitud. Muchos creen que por transitar por una mala circunstancia tienen el derecho a quejarse por todo, creyendo erráticamente que con esto cambiar las cosas. Hay veces que la queja es legítima, pero otras veces se quejan por el simple hecho de hacerlo. Lo cierto es que la queja no cambia nuestra situación, pero si cambia nuestra reacción ante la adversidad. El que se queja constantemente en vez de solucionar los problemas, los empeora. El sabio es aquel que no se queja sino que procura la solución de los problemas. Indudablemente hay múltiples circunstancias y situaciones que se nos escapan de las manos y no podemos controlarnos. Entonces, la queja implica el no saber que pueden surgir eventualidades que no podemos controlar y que nada dura para siempre. Los que tienen el sentido común desarrollado entienden y comprenden que no podemos resolverlo todo y que hay cosas que podemos hacer y otras que no. Quejarse es menospreciar las circunstancias que nos brinda la vida. Quejarse es complicarse y complicar a los demás.
Si llueve porque llueve, si hay sol porque hay sol. La queja les encuentra el lado malo a todas las cosas, personas, circunstancias. Indefectiblemente la queja no resuelve nada. Como dijo alguien, la queja trae descrédito. El quejoso es un criticón, un pesimista, un idólatra de lo malo, lo feo, lo oscuro. Si queremos disfrutar de la vida no debemos quejarnos. Hay que mirar lo positivo. Siempre hay algo bueno. Hay cosas que valen la pena. Hay cosas que se pueden cambiar. Hay cosas que pueden mejorar. Por todo esto debemos despojarnos de las quejas, los lamentos, las protestas. Ver la vida con buenos ojos y sacar lecciones de vida de las adversidades, es saber separar lo que nos sirve de lo que no vale la pena. Podemos cumplir nuestras responsabilidades sin quejarnos, disfrutándolas. Podemos cumplir con nuestras obligaciones llevándolas a cabo con entusiasmo, esmero, ganas. No tiene nada de malo aceptar las cosas que no podemos cambiar. Las cosas son como son. Las personas son como son. Supera los escollos que se presenten en tu camino y sigue adelante. Trata de estar mejor. Davanzati dijo: “En las cosas difíciles se emplea el valor”. Monti también dijo: “La firme constancia queda vencedora de todo desastre”.


Julio César Cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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