“Ignoramos la felicidad. Hasta que la felicidad nos ignora”, escribió José Narosky, en uno de sus famosos libros de aforismos. Alguna vez leí que en una entrevista le preguntaron a Woody Allen si era feliz. El gran actor y guionista de cine, respondió, con esa mezcla de inteligencia y escepticismo que lo caracteriza: Sí, soy feliz…pero solo cuando estoy distraído.
La verdad es que si estamos distraídos no podemos ser felices. Porque para disfrutar de la vida y alcanzar una felicidad razonable es necesario estar bien despierto. En efecto, uno debe organizarse, programar, planear las cosas a futuro, tener un proyecto de vida coherente. Es responsabilidad de cada uno tomar decisiones y elegir el propio camino en este inmenso jardín de senderos que se bifurcan. Indudablemente lo único que nos conduce a la felicidad es el camino de la verdad, los valores, la ética.
La felicidad la conquistamos día a día. Amándonos a nosotros mismos, amando a los demás, y amando por sobre todas las cosas a nuestro creador. En fin, la presencia del amor vertical (hacia Dios) y el amor horizontal (hacia uno mismo y los demás) es señal evidente de que estamos transitando el camino de la felicidad razonable. Alguien dijo que la felicidad esta en mil cofres y que todos tenemos alguna llave. Y la llave que todos tenemos es estos dos tipos de amor: vertical y horizontal.
¿Ni amas, ni te aman? ¿Te oprime la soledad día y noche? No, jamás. Así como para cosechar es necesario sembrar, del mismo modo, para recibir es necesario dar. Dar para poder recibir. Y hay que recordar que siempre recibimos lo que dimos. El amor es algo maravilloso y sublime. Si eres capaz de encontrar en la felicidad de tus semejantes tu propia felicidad, entonces ha empezado a arder en tu ser la llama del amor. ¡Cuídalo! Amas realmente cuando piensas en todo momento como hacer feliz a las personas que te rodean. El amor que ofrecemos es el mismo que regresará a nosotros. Amar es dejar el egoísmo de lado…
Max Lucado en su libro Sobre el yunque, escribió: “Es sabio el hombre que valora a la gente más allá de sus posesiones. Muchos hombres ricos han muerto paupérrimos porque le dieron sus vidas a las cosas y no a las personas. Y muchos pobres han abandonado este mundo satisfechos porque amaban a su prójimo”.
Julio César Cháves escritor78@yahoo.com.ar
La verdad es que si estamos distraídos no podemos ser felices. Porque para disfrutar de la vida y alcanzar una felicidad razonable es necesario estar bien despierto. En efecto, uno debe organizarse, programar, planear las cosas a futuro, tener un proyecto de vida coherente. Es responsabilidad de cada uno tomar decisiones y elegir el propio camino en este inmenso jardín de senderos que se bifurcan. Indudablemente lo único que nos conduce a la felicidad es el camino de la verdad, los valores, la ética.
La felicidad la conquistamos día a día. Amándonos a nosotros mismos, amando a los demás, y amando por sobre todas las cosas a nuestro creador. En fin, la presencia del amor vertical (hacia Dios) y el amor horizontal (hacia uno mismo y los demás) es señal evidente de que estamos transitando el camino de la felicidad razonable. Alguien dijo que la felicidad esta en mil cofres y que todos tenemos alguna llave. Y la llave que todos tenemos es estos dos tipos de amor: vertical y horizontal.
¿Ni amas, ni te aman? ¿Te oprime la soledad día y noche? No, jamás. Así como para cosechar es necesario sembrar, del mismo modo, para recibir es necesario dar. Dar para poder recibir. Y hay que recordar que siempre recibimos lo que dimos. El amor es algo maravilloso y sublime. Si eres capaz de encontrar en la felicidad de tus semejantes tu propia felicidad, entonces ha empezado a arder en tu ser la llama del amor. ¡Cuídalo! Amas realmente cuando piensas en todo momento como hacer feliz a las personas que te rodean. El amor que ofrecemos es el mismo que regresará a nosotros. Amar es dejar el egoísmo de lado…
Max Lucado en su libro Sobre el yunque, escribió: “Es sabio el hombre que valora a la gente más allá de sus posesiones. Muchos hombres ricos han muerto paupérrimos porque le dieron sus vidas a las cosas y no a las personas. Y muchos pobres han abandonado este mundo satisfechos porque amaban a su prójimo”.
Julio César Cháves escritor78@yahoo.com.ar
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