“Cuando alguien te quiere, lo que hace es ocupar una parte de su vida, de su tiempo y de su atención en vos”, dijo Jorge Bucai, en su ensayo El camino del encuentro. Nuestros pulmones están llenos de aire, respiramos, vivimos, convivimos con otras personas. Nos movemos en un contexto humano llamado sociedad. Nadie existe solo, en realidad existimos gracias a que hay seres humanos como nosotros. Entonces podemos decir, como dijo el autor americano Max Lucado, que una palabra de afecto para el que es amado puede ser una migaja pero para quien carece de amor puede resultar un banquete. ¿Y quien puede decir que no necesita afecto? ¿Quién puede decir que no necesita ser abrazado? Necesitamos calor humano. Eso es un reconocimiento afectivo que nos permite estar vivos. Nada impide que merezcamos cariño. Demostrar que uno quiere a los demás es una cualidad humana, constructiva. Tal vez, al principio si uno esta un poco aislado de los otros, puede resultar costoso mostrar afecto pero se puede y hay que hacerlo, hay que abrazar y mostrar cariño. “Abrazar es una grandiosa medicina. Transfiere energía, y da a la persona que es abrazada un estímulo emocional. Necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir, ocho para mantenernos, y doce para crecer. Un abrazo te hace sentir bien. La piel es el órgano más grande que tenemos y necesita mucho cariño. Un abrazo puede cubrir una gran parte de la piel y da el masaje que necesitas. Es también, una forma de comunicarse. Puede decir las cosas para las que no tienes palabras. La cosa mas buena acerca de una abrazo es que no puedes dar uno sin recibir uno.”
La indiferencia, el egoísmo y el individualismo nos aíslan de los demás pero cuando uno deja de lado el mal carácter, los reproches, las envidias, los celos, la mezquindad y todo tipo de egocentrismos, es cuando en realidad es humano de verdad. El perdón, la comprensión, la empatía nos acerca a los demás. Es por esto que debemos decir, basta de indiferencia, basta de mirar para el otro lado e ignorar lo que siente o le pasa al otro. Si queremos ser diferentes debemos abrazar a nuestros seres queridos. Los padres deben abrazar a sus hijos. Los hermanos deben abrazarse entre ellos. Los amigos deben abrazarse. No juzguemos a las personas expresivas. No critiquemos al distinto. No guardemos rencor ni seamos resentidos sociales. Perdonar es fácil. Perdonar no es olvidar, es recordar sin dolor. El tiempo dedicado a las personas no se pierde se invierte. Las cosas mejoran cuando da de si mismo, cuando brinda algo al otro si esperar nada a cambio. El corazón no puede esperar. No puede latir sin afecto. Hay que dar, darse, brindarse. El corazón físico se llena de sangre y esto permite su funcionalidad, y el afecto es la sangre intangible que hace funcionar al alma o corazón espiritual. El antes citado Max Lucado, en su ensayo Sobre el yunque, dice: “Hoy haré una diferencia. Estaré agradecido por las 24 horas que tengo por delante. El tiempo es algo precioso. No me permitiré contaminarse ni un ratito me compadeceré de mi mismo, estar ansioso o aburrido. Me enfrentaré a este día con la alegría de un niño y la valentía de un gigante. Beberé cada minuto como si fuese el último. Cuando llegue el día de mañana, el día de hoy se habrá ido para siempre. Mientras esté aquí, lo usaré para amar y dar. Hoy marcaré una diferencia. Hoy dedicaré tiempo para estar con aquellos a quienes amo, mi esposa, mis hijos, mi familia. Un hombre puede poseer todo el mundo pero ser pobre por falta de amor. Un hombre puede no tener nada pero ser rico en vínculos afectivos. En el día de hoy, dedicaré, por lo menos, cinco minutos con la gente que es importante para mí. Cinco minutos apretados minutos con mi pareja, mis hijos, mis amigos. Hoy marcaré una diferencia”. Las emociones son algo que nos pasan. El afecto afecta y nos transforma en seres superiores. Las verdades de la humanidad se encuentran del corazón del alma. Los hombres superiores son aquellos que procuran el bien ajeno antes que el propio. La esencia en la vida únicamente podemos verlo con el corazón.
Julio César Cháves escritor78@yahoo.com.ar
La indiferencia, el egoísmo y el individualismo nos aíslan de los demás pero cuando uno deja de lado el mal carácter, los reproches, las envidias, los celos, la mezquindad y todo tipo de egocentrismos, es cuando en realidad es humano de verdad. El perdón, la comprensión, la empatía nos acerca a los demás. Es por esto que debemos decir, basta de indiferencia, basta de mirar para el otro lado e ignorar lo que siente o le pasa al otro. Si queremos ser diferentes debemos abrazar a nuestros seres queridos. Los padres deben abrazar a sus hijos. Los hermanos deben abrazarse entre ellos. Los amigos deben abrazarse. No juzguemos a las personas expresivas. No critiquemos al distinto. No guardemos rencor ni seamos resentidos sociales. Perdonar es fácil. Perdonar no es olvidar, es recordar sin dolor. El tiempo dedicado a las personas no se pierde se invierte. Las cosas mejoran cuando da de si mismo, cuando brinda algo al otro si esperar nada a cambio. El corazón no puede esperar. No puede latir sin afecto. Hay que dar, darse, brindarse. El corazón físico se llena de sangre y esto permite su funcionalidad, y el afecto es la sangre intangible que hace funcionar al alma o corazón espiritual. El antes citado Max Lucado, en su ensayo Sobre el yunque, dice: “Hoy haré una diferencia. Estaré agradecido por las 24 horas que tengo por delante. El tiempo es algo precioso. No me permitiré contaminarse ni un ratito me compadeceré de mi mismo, estar ansioso o aburrido. Me enfrentaré a este día con la alegría de un niño y la valentía de un gigante. Beberé cada minuto como si fuese el último. Cuando llegue el día de mañana, el día de hoy se habrá ido para siempre. Mientras esté aquí, lo usaré para amar y dar. Hoy marcaré una diferencia. Hoy dedicaré tiempo para estar con aquellos a quienes amo, mi esposa, mis hijos, mi familia. Un hombre puede poseer todo el mundo pero ser pobre por falta de amor. Un hombre puede no tener nada pero ser rico en vínculos afectivos. En el día de hoy, dedicaré, por lo menos, cinco minutos con la gente que es importante para mí. Cinco minutos apretados minutos con mi pareja, mis hijos, mis amigos. Hoy marcaré una diferencia”. Las emociones son algo que nos pasan. El afecto afecta y nos transforma en seres superiores. Las verdades de la humanidad se encuentran del corazón del alma. Los hombres superiores son aquellos que procuran el bien ajeno antes que el propio. La esencia en la vida únicamente podemos verlo con el corazón.
Julio César Cháves escritor78@yahoo.com.ar
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