“No hay seguridad en esta tierra, únicamente oportunidad”, dijo Douglas MacArthur. Todas las personas dicen que es importante realizarse, tener éxito, llegar a ser alguien en la vida. En realidad todos buscan el éxito. Y sobre todos los éxito, éxito económico. ¡Hay que hacer, tener plata! Muchos edifican sus vidas sobre las arenas movedizas del materialismo y en consecuencia, abundan los infelices y los individuos que son tan pobres que sólo tienen dinero. Siempre se quiere más y más. Hay que tener autos, motos, casas, cueste lo que cueste. Si perdemos vínculos, gente, amistades, hermanos, padres, primos, con tal de llegar a nuestro objetivo no tiene relevancia. Con cada vez más frecuencia muchas personas ricas saben y experimentan en carne propia la soledad, la angustia y el miedo. Porque hay que decirlo, cuando el dinero se convierte en amo todo se vuelve números, utilitarismo, cosas y nos olvidamos que somos sujetos conviviendo con otros sujetos. Nuestra sociedad es jerarquizadora y separa con etiquetas a pobres y ricos. Están los de arriba y los de abajo, los fuertes y los débiles. En definitiva, convivimos en una inmensa granja Orwelliana.
El Dr. Jorge Bucay y el Dr. Marcos Aguinis escribieron en su libro El cochero la diferencia entre éxito y exitismo: “Si bien las dos palabras, éxito y exitismo, derivan de éxito, se refieren a ideas casi antagónicas. El elitista es alguien ansioso, con débil autoestima, que necesita un triunfo rápido, un aplauso, una gratificación que niegue la sensación descalificante que tiene de sí mismo. Entonces se conforma con cualquier éxito, por magro que sea; no tiene paciencia ni ganas para invertir en un gran esfuerzo, pues no cree que vaya a lograrlo. Corre detrás de las migajas. El exitoso, en cambio, es alguien con una fuerte autoestima, capaz de esperar, de invertir un gran esfuerzo en proyectos de largo aliento, alguien que apuesta sólo a triunfos rotundos, categóricos”.
Cuando una persona busca el éxito más que nada en el mundo eso es señal de que tiene una mala autoestima y busca compensar ese malestar interior con algo exterior. El exitista para levantar su autoestima necesita mostrase, comprar, poseer, adquirir, sobresalir, estar más alto que los demás. El ideal de consumo de esta sociedad capitalista, consumista y materialista es la constante multiplicación de necesidades innecesarias. Aquellas personas que defienden este ideal materialista están secas por dentro. Cuando se fijan los ojos en el exterior, en las cosas materiales, en los objetos y se dejan de lado los sujetos estamos ante un individuo sin valores. El materialista, desprovisto de valores axiológicos superiores, yace entregado al dinero, al poder, a la inmediatez. La búsqueda del éxito como fin en si mismo produce vacío, hastío, angustia. El materialismo conduce a vivir una vida sin propósito. Hoy más que nunca en la historia de la humanidad el valor de las personas es calculado con vistas al dinero. Quien tiene plata aparentemente lo tiene todo. Al perro que tiene dinero se le dice señor perro. Los que no tienen plata no valen nada, no se merecen respeto, no son dignos. Los seres humanos no son sino un medio de ganar plata. Total, el fin justifica los medios. Pero este utilitarismo social no es el verdadero éxito. El verdadero éxito consiste en amar a los familiares, en dejar de lado la mezquindad, el egoísmo. No estoy hablando de que deje de existir la propiedad privada. ¡Por Dios! Estoy hablando de ética, de valores, estoy hablando del verdadero éxito axiológico.
Julio César Cháves escritor78@yahoo.com.ar
El Dr. Jorge Bucay y el Dr. Marcos Aguinis escribieron en su libro El cochero la diferencia entre éxito y exitismo: “Si bien las dos palabras, éxito y exitismo, derivan de éxito, se refieren a ideas casi antagónicas. El elitista es alguien ansioso, con débil autoestima, que necesita un triunfo rápido, un aplauso, una gratificación que niegue la sensación descalificante que tiene de sí mismo. Entonces se conforma con cualquier éxito, por magro que sea; no tiene paciencia ni ganas para invertir en un gran esfuerzo, pues no cree que vaya a lograrlo. Corre detrás de las migajas. El exitoso, en cambio, es alguien con una fuerte autoestima, capaz de esperar, de invertir un gran esfuerzo en proyectos de largo aliento, alguien que apuesta sólo a triunfos rotundos, categóricos”.
Cuando una persona busca el éxito más que nada en el mundo eso es señal de que tiene una mala autoestima y busca compensar ese malestar interior con algo exterior. El exitista para levantar su autoestima necesita mostrase, comprar, poseer, adquirir, sobresalir, estar más alto que los demás. El ideal de consumo de esta sociedad capitalista, consumista y materialista es la constante multiplicación de necesidades innecesarias. Aquellas personas que defienden este ideal materialista están secas por dentro. Cuando se fijan los ojos en el exterior, en las cosas materiales, en los objetos y se dejan de lado los sujetos estamos ante un individuo sin valores. El materialista, desprovisto de valores axiológicos superiores, yace entregado al dinero, al poder, a la inmediatez. La búsqueda del éxito como fin en si mismo produce vacío, hastío, angustia. El materialismo conduce a vivir una vida sin propósito. Hoy más que nunca en la historia de la humanidad el valor de las personas es calculado con vistas al dinero. Quien tiene plata aparentemente lo tiene todo. Al perro que tiene dinero se le dice señor perro. Los que no tienen plata no valen nada, no se merecen respeto, no son dignos. Los seres humanos no son sino un medio de ganar plata. Total, el fin justifica los medios. Pero este utilitarismo social no es el verdadero éxito. El verdadero éxito consiste en amar a los familiares, en dejar de lado la mezquindad, el egoísmo. No estoy hablando de que deje de existir la propiedad privada. ¡Por Dios! Estoy hablando de ética, de valores, estoy hablando del verdadero éxito axiológico.
Julio César Cháves escritor78@yahoo.com.ar
No hay comentarios.:
Publicar un comentario