
“Un buen libro figura entre nuestros mejores amigos”, Anónimo.
A una persona la podemos conocer por los libros que lee. Como una persona tiene la capacidad de influenciarnos, los libros también tienen esa capacidad. Por eso es bueno estar en la compañía de buenas personas y buenos libros. Sir Philip Sydney decía: “Nunca están solos quienes están acompañados por buenos pensamientos”. Y los libros son portadores de buenos pensamientos y esos pensamientos cobijan gérmenes de acción, porque las buenas palabras que habitan en los buenos pensamientos inspiran y engendran buenas obras. Los libros nos conducen al conocimiento de las cosas, eso nos permite adaptabilidad a todas las circunstancias. ¿Qué debemos leer? Libros que nos ayuden a ser mejores personas, que nos acerquen a los demás y también a Dios. Un buen libro instruye, entretiene y transmite solaz; podemos acercarnos a ellos en la tristeza y el gozo, la prosperidad y la miseria. Siempre están, los libros, como íntimos amigos fieles y sabios a nuestro lado. Hazlitt decía: “Los libros soplan en el corazón; los versos del poeta se infiltran en la corriente de nuestra sangre. Los leemos siendo jóvenes, los recordamos cuando viejos. En sus páginas leemos lo que les sucedió a otros, pero lo sentimos como si nos hubiese sucedido a nosotros mismos. Se encuentran por todas partes, buenos y baratos. No respiramos más que el aire de los libros. Le debemos todo a sus autores; sin ellos, seriamos bárbaros”. Además, Emerson en su obra “Sociedad y soledad”, nos da los siguientes consejos para elegir un buen libro: “Entre los contemporáneos, no es tan fácil distinguir la notoriedad de la fama. Aseguraos, pues, de no leer libros mediocres… Las reglas prácticas que aconsejo son estas:
1) No leer nunca un libro que no haya sido publicado un año atrás.
2) No leer sino libros famosos.
3) No leer sino lo que a uno le guste: “La máxima de Lord Lytton era: “En la ciencia leed con preferencia los libros nuevos; en la literatura los viejos”.
Con el estudio de buenos libros, como la Biblia , podemos hacernos más inteligentes y sobresalientes entre las personas más ilustres. De hecho, los libros constituyen una parte de la verdadera felicidad, purifican el espíritu de la vulgaridad y la ignorancia, y dan al individuo una grandeza colosalmente pura y relevante. Cuando uno es joven debe dejarse guiar por la Biblia y los libros de hombres virtuosos, eso inflama positivamente el corazón, estimula el entusiasmo, y encauza los esfuerzos de la voluntad en direcciones correctas. La compañía de buenos libros puede hacer que una persona construya una buena vida. Si somos inteligentes debemos reconocer con placer sincero nuestra deuda a muchos libros, por la devoradora actitud que excitaron en nuestros espíritus y mentes, su lectura. Los buenos libros figuran entre los mejores amigos, ya que su lectura eleva los pensamientos y sentimientos y las aspiraciones, actúan como defensa contra las malas costumbres, las malas compañías y los malos pensamientos. Los buenos libros purifican, fortifican la mente; ensanchan y humanizan el espíritu; preservan de las trivialidades mundanales, dulcifican y llenan de gracia el alma. ¡Leer es aprender a pensar! “Desde los Evangelios hasta el contrato social “, dice De Bonald”, “son los libros lo que han hecho las revoluciones”.
Julio C. Cháves.
A una persona la podemos conocer por los libros que lee. Como una persona tiene la capacidad de influenciarnos, los libros también tienen esa capacidad. Por eso es bueno estar en la compañía de buenas personas y buenos libros. Sir Philip Sydney decía: “Nunca están solos quienes están acompañados por buenos pensamientos”. Y los libros son portadores de buenos pensamientos y esos pensamientos cobijan gérmenes de acción, porque las buenas palabras que habitan en los buenos pensamientos inspiran y engendran buenas obras. Los libros nos conducen al conocimiento de las cosas, eso nos permite adaptabilidad a todas las circunstancias. ¿Qué debemos leer? Libros que nos ayuden a ser mejores personas, que nos acerquen a los demás y también a Dios. Un buen libro instruye, entretiene y transmite solaz; podemos acercarnos a ellos en la tristeza y el gozo, la prosperidad y la miseria. Siempre están, los libros, como íntimos amigos fieles y sabios a nuestro lado. Hazlitt decía: “Los libros soplan en el corazón; los versos del poeta se infiltran en la corriente de nuestra sangre. Los leemos siendo jóvenes, los recordamos cuando viejos. En sus páginas leemos lo que les sucedió a otros, pero lo sentimos como si nos hubiese sucedido a nosotros mismos. Se encuentran por todas partes, buenos y baratos. No respiramos más que el aire de los libros. Le debemos todo a sus autores; sin ellos, seriamos bárbaros”. Además, Emerson en su obra “Sociedad y soledad”, nos da los siguientes consejos para elegir un buen libro: “Entre los contemporáneos, no es tan fácil distinguir la notoriedad de la fama. Aseguraos, pues, de no leer libros mediocres… Las reglas prácticas que aconsejo son estas:
1) No leer nunca un libro que no haya sido publicado un año atrás.
2) No leer sino libros famosos.
3) No leer sino lo que a uno le guste: “La máxima de Lord Lytton era: “En la ciencia leed con preferencia los libros nuevos; en la literatura los viejos”.
Con el estudio de buenos libros, como la Biblia , podemos hacernos más inteligentes y sobresalientes entre las personas más ilustres. De hecho, los libros constituyen una parte de la verdadera felicidad, purifican el espíritu de la vulgaridad y la ignorancia, y dan al individuo una grandeza colosalmente pura y relevante. Cuando uno es joven debe dejarse guiar por la Biblia y los libros de hombres virtuosos, eso inflama positivamente el corazón, estimula el entusiasmo, y encauza los esfuerzos de la voluntad en direcciones correctas. La compañía de buenos libros puede hacer que una persona construya una buena vida. Si somos inteligentes debemos reconocer con placer sincero nuestra deuda a muchos libros, por la devoradora actitud que excitaron en nuestros espíritus y mentes, su lectura. Los buenos libros figuran entre los mejores amigos, ya que su lectura eleva los pensamientos y sentimientos y las aspiraciones, actúan como defensa contra las malas costumbres, las malas compañías y los malos pensamientos. Los buenos libros purifican, fortifican la mente; ensanchan y humanizan el espíritu; preservan de las trivialidades mundanales, dulcifican y llenan de gracia el alma. ¡Leer es aprender a pensar! “Desde los Evangelios hasta el contrato social “, dice De Bonald”, “son los libros lo que han hecho las revoluciones”.
Julio C. Cháves.
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