
Miguel Roldan escribió: “En el mundo de las redes, las maquinarias sombrías no dejan de fabricar ordenes, la lentitud ya no existe; cien mil operaciones por segundo y los segundos son infinitos”.
Red de televisión numerizada y de transferencias bancarias, las máquinas extienden su mirada sobre las faz del abismo, alimentándose con hambre de futuro, del lenguaje de nuevas generaciones, para inventar otras palabras más terribles, anticipando el mundo próximo”.
Hoy vivimos en un laberinto de tecnología. Las maquinas, los teléfonos, las computadoras, los televisores, los autos, las aviones, los trenes, y un sin fin de juguetes modernos nos empujan en aras de la velocidad, de lo a corto plazo, de lo urgente. Actualmente lo urgente está de moda. Lo rápido, lo instantáneo es anhelado por las masas. La vida sin esfuerzos es l objetivo de los individuos cibernéticos del tercer milenio. Luchan unos con otros por éxito efímero, por vanidad envasada, por hipocresía con traje. Así estamos. Hace un tiempo que la confusión ha comenzado a sustituir a la confianza, y esto nos ha hecho ingresar en una época de incertidumbre, manipulación, y sobre todo, de desesperanza. A simple vista, podemos ver como lo absoluto ha sido dejado de lado. El relativismo reina imperialmente. Por donde miremos hay individuos ansiosos de consumir vanidad. Mientras escucho los “clic” del Mouse de una computadora, absorto en un mundo virtual y aislado del lenguaje común y delante de un monitor que me ofrece dócilmente la información que buscaba, pienso en la irrefrenable ola de apatía que lo ha invadido todo y veo como el mar de la vanidad se lleva los castillos de ambivalencia e hipocresía que en otro tiempo nos producían confianza y certidumbre. Ya me cansé de esta computadora. Quiero volver a la realidad y al volver me doy cuenta de que el mundo ha cambiado negativamente y que se ha transformado en un gigante rompecabezas que ningún frágil y endeble humano puede armar.
En esta época lo urgente pide a gritos que le prestemos atención. Muchos sucumben ante su voz seductora y manipuladora. Como lo urgente es ruidoso, a diferencia de lo importante que es silencioso y que demanda esfuerzo intelectual, hay quienes confunden lo urgente con las cosas cruciales de la vida. Muchos confunden los truenos con la lluvia. Ahora bien, ¿Qué es realmente lo importante? ¿Cómo diferenciamos lo accesorio de lo elemental? Lo elemental en la vida es caminar despacio y siempre tener en cuenta que debemos tener buena relación con nuestro creador. Si pretendemos vivir de un modo independiente de Dios, es una utopía que pretendamos ser verdaderamente felices. Cultivar una relación vital y dinámica con Dios es elemental si de veraz queremos hallar descanso y certidumbre para nuestras cansadas almas. Si vivimos indiferentes a la voluntad de Dios seguramente nos ira mal. Charles E. Hummel nos advierte: “No permita que lo urgente le ocupe en su vida el lugar de lo importante”.
Cultivar una fructífera relación con Dios es imprescindible si queremos experimentar satisfacción interior. El salmo 46:1 nos dice: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”. Debemos caminar en el camino de Dios cimentados sólidamente en las sagradas escrituras. La Biblia debe orientar nuestro andar diario con Dios. Alguien dijo: “Aunque parezca algo pasado de moda, la prioridad más importante y significativa que podemos cultivar es hacer que las escrituras formen parte de nuestras vidas. El secreto de la supervivencia a la falta de propósito de nuestros días es una mentalidad bíblica”. Leamos la palabra de Dios. Llenemos nuestras mentes con la infalible e inmutable palabras del creador, pues es únicamente con la ayuda de la palabra de Dios y la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas, que podemos vivir una vida de victoria y con sabiduría para poder, de ese modo, separar lo urgente de lo importante en este pequeño mundo tecnificado. Nutrámonos espiritualmente con las sanas escrituras. Absorbamos las verdades de Dios y dejemos que nuestro creador nos cambie completamente con su palabra. Hebreos 4:12-13 nos cuenta: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de doble filo; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien atenemos que dar cuenta”.
Julio C. Cháves.
Red de televisión numerizada y de transferencias bancarias, las máquinas extienden su mirada sobre las faz del abismo, alimentándose con hambre de futuro, del lenguaje de nuevas generaciones, para inventar otras palabras más terribles, anticipando el mundo próximo”.
Hoy vivimos en un laberinto de tecnología. Las maquinas, los teléfonos, las computadoras, los televisores, los autos, las aviones, los trenes, y un sin fin de juguetes modernos nos empujan en aras de la velocidad, de lo a corto plazo, de lo urgente. Actualmente lo urgente está de moda. Lo rápido, lo instantáneo es anhelado por las masas. La vida sin esfuerzos es l objetivo de los individuos cibernéticos del tercer milenio. Luchan unos con otros por éxito efímero, por vanidad envasada, por hipocresía con traje. Así estamos. Hace un tiempo que la confusión ha comenzado a sustituir a la confianza, y esto nos ha hecho ingresar en una época de incertidumbre, manipulación, y sobre todo, de desesperanza. A simple vista, podemos ver como lo absoluto ha sido dejado de lado. El relativismo reina imperialmente. Por donde miremos hay individuos ansiosos de consumir vanidad. Mientras escucho los “clic” del Mouse de una computadora, absorto en un mundo virtual y aislado del lenguaje común y delante de un monitor que me ofrece dócilmente la información que buscaba, pienso en la irrefrenable ola de apatía que lo ha invadido todo y veo como el mar de la vanidad se lleva los castillos de ambivalencia e hipocresía que en otro tiempo nos producían confianza y certidumbre. Ya me cansé de esta computadora. Quiero volver a la realidad y al volver me doy cuenta de que el mundo ha cambiado negativamente y que se ha transformado en un gigante rompecabezas que ningún frágil y endeble humano puede armar.
En esta época lo urgente pide a gritos que le prestemos atención. Muchos sucumben ante su voz seductora y manipuladora. Como lo urgente es ruidoso, a diferencia de lo importante que es silencioso y que demanda esfuerzo intelectual, hay quienes confunden lo urgente con las cosas cruciales de la vida. Muchos confunden los truenos con la lluvia. Ahora bien, ¿Qué es realmente lo importante? ¿Cómo diferenciamos lo accesorio de lo elemental? Lo elemental en la vida es caminar despacio y siempre tener en cuenta que debemos tener buena relación con nuestro creador. Si pretendemos vivir de un modo independiente de Dios, es una utopía que pretendamos ser verdaderamente felices. Cultivar una relación vital y dinámica con Dios es elemental si de veraz queremos hallar descanso y certidumbre para nuestras cansadas almas. Si vivimos indiferentes a la voluntad de Dios seguramente nos ira mal. Charles E. Hummel nos advierte: “No permita que lo urgente le ocupe en su vida el lugar de lo importante”.
Cultivar una fructífera relación con Dios es imprescindible si queremos experimentar satisfacción interior. El salmo 46:1 nos dice: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”. Debemos caminar en el camino de Dios cimentados sólidamente en las sagradas escrituras. La Biblia debe orientar nuestro andar diario con Dios. Alguien dijo: “Aunque parezca algo pasado de moda, la prioridad más importante y significativa que podemos cultivar es hacer que las escrituras formen parte de nuestras vidas. El secreto de la supervivencia a la falta de propósito de nuestros días es una mentalidad bíblica”. Leamos la palabra de Dios. Llenemos nuestras mentes con la infalible e inmutable palabras del creador, pues es únicamente con la ayuda de la palabra de Dios y la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas, que podemos vivir una vida de victoria y con sabiduría para poder, de ese modo, separar lo urgente de lo importante en este pequeño mundo tecnificado. Nutrámonos espiritualmente con las sanas escrituras. Absorbamos las verdades de Dios y dejemos que nuestro creador nos cambie completamente con su palabra. Hebreos 4:12-13 nos cuenta: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de doble filo; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien atenemos que dar cuenta”.
Julio C. Cháves.
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