Hace unos días me recomendaron una película llamada: HOOLIGANS, DIARIO DE UN BARRA BRAVA. La trama de la película cuenta la historia de un joven que reside en Londres que, al ser expulsado de una importante universidad, decide juntarse a un grupo de fanáticos del fútbol. Desde entonces su vida consistirá en buscar peleas los fines de semana contra hinchas de equipos contrarios. Además del fútbol también entrar en su vida en sexo casual y las drogas pesadas. Su vida se convierte en una cloaca de maldades y compensaciones alienantes. Al ver al personaje principal de la película llegue a la conclusión de que muchas personas son hinchas de fútbol de un modo estúpido y malsano. Algunos, tal vez me equivoco, están dispuestos hasta perder a sus familias con tal de no perder a su equipo favorito. Esta bien que a una persona le guste el fútbol pero cuando esto se transforma en fanatismo religioso entonces estamos ante un nuevo terrorista que es capaz de cualquier cosa. Puede ser que hace unas cuantas décadas atrás los admiradores del fútbol eran seguidores de un equipo en particular, concurrían a la cancha, incluso con su familia y disfrutaban del espectáculo, pierda o gane su equipo y se iban si putear o incluso a puños con nadie. Pero hoy por hoy ser un verdadero hincha de fútbol implica violencia, vandalismos, intimidación, agresiones verbales y todo tipo de estupideces que caracterizan a un ignorante seguidor del fútbol-religión. Sí, es cierto, hoy el fútbol es una religión. El dios se llama equipo. Los santos son los jugadores. Hay que ganar cueste lo que cueste, y si el equipo pierde en la cancha, en las tribunas a las trompadas hay que ganar, hay que romper cabezas, saquear los locales de humildes comerciantes que se gastaron la vida para tener y mantener un pequeño comercio. Esto no es fútbol, es una idiotez.
Las organizaciones de los barra bravas se supone que su función es alentar a sus equipos, pero ya no hace eso únicamente si que se meten en negocios turbios como la reventa de entradas y violencias de toda índole. “Las relaciones sociales generadas por el fútbol tal como esta concebido, escribió Fdo. Miguel Cancio, economista y sociólogo, profesor de Sociología y Socioeconomía del desarrollo y los movimientos sociales de la Universidad de Santiago de Compostela, son mucho más propensas a generar diversos tipos de violencia e, incluso, la más extrema masiva y mortal. Y ello es así al convertirse el fútbol, dicha instancia social, en un espacio favorable a la jauría, la horda, el gamberrismo, el máximo arrase, a la guerra futbolística (que se dice, se presenta como política, de clases, religiosa/santa, nacionalista, de máximos rivales, de rivales a muerte, etc. Los periódicos deportivos de mayor tirada titulan con grandes caracteres: PARTIDO A MUERTE, GANAR O MORIR, etc.) en la que los Jekill/Hyde, debidamente colocados y aprovechándose del ambiente creado, las fieras de la jauría, de la horda, los guerreros-guerrilleros hooligans de arriba, en medio y abajo, mediáticos, etc., debida y previamente preparados y/o calentados, y en el marco de un gran permisivismo, defensa a todos los niveles de la euforia permanente y de la excitación, de una grave falta de autoridad, responsabilidad, respeto y civismo, pasan al acto y matan, agreden a lo bestia y, con armas varias, aterrorizan, gamberrean, cometen todo tipo de desmanes, de actos violentos y provocaciones, arrasan ¡a topo con drogas! el campo, la calle, instalaciones, etc., pues, ¡la ciudad es nuestra, todo nos esta permitido¡. Recordemos como los hooligans del Liverpol, en la final de la copa de Europa con el Juventus que produjo un gran numero de muertos, gritaban completamente borrachos entre los muertos, los reventados y heridos: ¡Somos animales, somos asesinos¡”
La realidad de la violencia en el fútbol representa la degradación, moral, ética, estética y política. En su Retórica, Aristóteles dejo: “Sólo delante de aquellos a quienes despreciamos no expresamos vergüenza por una conducta vergonzosa”.
Julio César Cháves escritor78@yahoo.com.ar
Las organizaciones de los barra bravas se supone que su función es alentar a sus equipos, pero ya no hace eso únicamente si que se meten en negocios turbios como la reventa de entradas y violencias de toda índole. “Las relaciones sociales generadas por el fútbol tal como esta concebido, escribió Fdo. Miguel Cancio, economista y sociólogo, profesor de Sociología y Socioeconomía del desarrollo y los movimientos sociales de la Universidad de Santiago de Compostela, son mucho más propensas a generar diversos tipos de violencia e, incluso, la más extrema masiva y mortal. Y ello es así al convertirse el fútbol, dicha instancia social, en un espacio favorable a la jauría, la horda, el gamberrismo, el máximo arrase, a la guerra futbolística (que se dice, se presenta como política, de clases, religiosa/santa, nacionalista, de máximos rivales, de rivales a muerte, etc. Los periódicos deportivos de mayor tirada titulan con grandes caracteres: PARTIDO A MUERTE, GANAR O MORIR, etc.) en la que los Jekill/Hyde, debidamente colocados y aprovechándose del ambiente creado, las fieras de la jauría, de la horda, los guerreros-guerrilleros hooligans de arriba, en medio y abajo, mediáticos, etc., debida y previamente preparados y/o calentados, y en el marco de un gran permisivismo, defensa a todos los niveles de la euforia permanente y de la excitación, de una grave falta de autoridad, responsabilidad, respeto y civismo, pasan al acto y matan, agreden a lo bestia y, con armas varias, aterrorizan, gamberrean, cometen todo tipo de desmanes, de actos violentos y provocaciones, arrasan ¡a topo con drogas! el campo, la calle, instalaciones, etc., pues, ¡la ciudad es nuestra, todo nos esta permitido¡. Recordemos como los hooligans del Liverpol, en la final de la copa de Europa con el Juventus que produjo un gran numero de muertos, gritaban completamente borrachos entre los muertos, los reventados y heridos: ¡Somos animales, somos asesinos¡”
La realidad de la violencia en el fútbol representa la degradación, moral, ética, estética y política. En su Retórica, Aristóteles dejo: “Sólo delante de aquellos a quienes despreciamos no expresamos vergüenza por una conducta vergonzosa”.
Julio César Cháves escritor78@yahoo.com.ar
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