martes, 13 de marzo de 2007

El conocimiento que nos ayuda a vivir.


Benjamín Franklin dijo: “Aquellas cosas que lastiman instruyen”. En la vida estamos para aprender. Para progresar. Para ir hacia delante. Es imposible vivir sin aprender. Todo demanda aprendizaje. Aprendemos a amar. Aprendemos a trabajar y a ser felices. Aprendemos por medio de la experiencia. Pero es obvio que todo no podemos aprenderlo a través de la experiencia porque necesitaríamos una eternidad para conocer todo empíricamente. También es obvio, por lo tanto, que debemos aprender a través de la adquisición de conocimiento. Sabiendo que tenemos un tiempo limitado para aprender, es claro que debemos adquirir un conocimiento adecuado. Dios nos creó para que disfrutemos la vida. Nos creó con capacidad de pensar, de elegir, de ser felices. El no dejó nada librado al azar, no dejó ningún cabo suelto. El lo único que nos pide es que adquiramos conocimiento, pues el conocimiento de Dios y de la vida, es lo que nos permite disfrutar de nuestra existencia de modo pleno. Si hemos elegido crecer como personas y vivir en consecuencia con ello, es menester organizar nuestras mentes y desarrollar una mentalidad acorde a la voluntad de Dios. Entonces, debido a una mentalidad cristiana, seremos capaces de tomar decisiones correctas y poder así de ese modo, sacar provecho de todas nuestras elecciones de vida.
Si queremos vivir dichosamente, es menester que aprendamos a vivir nuestra vida. Aprender a vivir es tan necesario como poseer un corazón que albergue amor. Aprender es igual a adquirir conocimiento por medio de la experiencia o el estudio personal de la Biblia. Todos queremos ser felices. Nadie puede discutir esto. Así pues, ¿Cómo alcanzamos esa finalidad? La respuesta es el conocimiento. Aprender y practicar lo aprendido, es necesario para que podamos ser dichosos. Proverbios 1:1-7 nos cuenta: “Para entender sabiduría y doctrina, para conocer razones prudentes, para recibir el consejo de prudencia, justicia, juicio y equidad; para dar sagacidad a los simples, y a los jóvenes inteligencia y cordura. Oirá el sabio y aumentará su saber, y el entendido adquirirá consejo, para entender proverbio y declaración, palabras de sabios, y sus dichos profundos. El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza”. Temer a Dios es sinónimo de sabiduría, de saber vivir, de saborear lo que somos. Temer a Dios es indispensable para que podamos experimentar una vida dichosa en acatamiento a la voluntad divina.
Lo adecuado para vivir es convertirnos en aprendices activos, dinámicos. Debemos aprender constantemente de Dios y del mundo que nos circunda. Debemos aprender de nuestra experiencia, de la experiencia de los demás, y por supuesto, debemos aprender teóricamente, de la Biblia claro. Aprender de la experiencia es bueno, constructivo. Sin embargo, siempre debemos recordar lo que dijo Oscar Bonavena: “La experiencia es un peine que nos dan cuando nos quedamos pelados”. Antes de hacer algo debemos pensar como vamos a hacer ese algo. Pensar es necesario si pretendemos vivir de un modo inteligente. Debemos observarnos a nosotros mismos. Debemos conocernos. Mirarnos adentro. Taparnos los ojos y mirar lo que albergamos en el corazón. Quien no se mira a sí mismo no puede contemplar el mundo sabiamente. El filósofo Soren Kierkegaard fue muy claro y especifico cuando escribió lo que sigue respecto al hombre y su relación con el aprendizaje: “Un hombre puede realizar proezas asombrosas y abarcar un gran cúmulo de conocimiento y, no obstante, no comprenderse a sí mismo. Pero el sufrimiento lleva al hombre a mirar en su interior. Si tiene éxito, entonces allí, dentro de él, estará el comienzo de su aprendizaje”.
Es importante que nos conozcamos a nosotros mismos. Es crucial que temamos a Dios sí pretendemos vivir de un modo inteligente. Debemos desarrollar una mentalidad bíblica. No disponemos de una eternidad para experimentar todo lo que debemos saber para vivir. Por tanto, debemos aprovechar la Biblia para aprender de la biografía de los diferentes personajes Bíblicos. Debemos abandonar el narcisismo, el egoísmo, y debemos actuar responsablemente en todas nuestras decisiones, para así, de este modo, cosechar frutos positivos de nuestras elecciones de vida. Josué 1:8 dice: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”.

Julio C. Cháves

No hay comentarios.: