Si estamos sumidos en derrota y miseria, busquemos a Dios y pensemos fe. Dios quiere que consigamos lo que deseamos. Querer algo con fervor tiene poder. Si deseamos algo seamos persistentes. Si nos rendimos a mitad de camino nuestros deseos jamás se materializarán. Dios se mueve con los que se mueven. Dios bendice a quienes quieren ser bendecidos. Anhelemos la bendición de Dios. Hablemos fe. Hablemos esperanza. La presencia de Dios constituye nuestra bendición. Si estamos conectados al Señor nada nos faltará y lugares de delicados pastos seremos pastoreados. Ninguna circunstancia, por más oscura que sea, cohibirá nuestro potencial. Somos capaces de salir adelante, somos capaces de cambiar las circunstancias. La bendición de Dios es nuestro destino.
Cuanto más confesamos las promesas de Dios más seremos bendecidos. Si nos quejamos y fijamos nuestra atención a los problemas iremos de fracaso en fracaso, pero si fijamos nuestra mirada en Dios entonces todas las experiencias y circunstancias contribuirán a expansión de nuestro potencial. Dios bendice al que lo busca. Dios abre puertas a todos aquellos que llaman. Dios hace que encontremos únicamente aquello que buscamos. Pensemos fe y hablemos bendición, así obtendremos la bendición de Dios.
Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar
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