
¿Qué ganamos con quejarnos? ¿No es mejor aprender a ver lo positivo en medio de las pruebas? Dios quiere que aprendamos de toda circunstancia de la vida, incluso de la tribulación. El apóstol Pablo lo que quise decir en el versículo antes citado es que la tribulación produce en nosotros un carácter piadoso. Cada vez que atravesemos una enfermedad, desempleo, estrés o cualquier tipo de problema, sea económico, físico o emocional, antes de quejarnos es preferible que le demos esa área de nuestra vida al Señor. ¡Dios cuida de nosotros!
Otra cosa importante que tenemos que aprender los cristianos es que al igual que todo ser humano sobre la tierra, estamos expuestos a la tribulación. Entonces, ¿Qué ganamos con quejarnos? No ganamos nada. Al contrario, complicamos aún más las cosas. Cuando nos quejamos un pequeño problema se convierte en una bola de nieve y perdemos el gozo y las ganas de vivir. Jamás hay que quejarse. Recordemos que los primeros cristianos experimentados gozo y paz aún siendo perseguidos. Del mismo modo nosotros tenemos que disfrutar de la compañía de Dios. Además, tengamos en cuenta que “las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”. (Romanos 8:18).
Hay momentos en que la tribulación irrumpe en nuestra vida y no podemos evitarlo, pero tenemos que reconocer que Dios permite que aparezca por alguna razón. En efecto, en ciertos momentos parece que la vida conspira contra nosotros, y es entonces cuando nos preguntamos: ¿Por qué tiene que pasarme esto a mí? Nos quejamos. Ante la tribulación, muchos cristianos caen y no vuelven a levantarse, otros, sin embargo, se fortalecen en Dios, y los cristianos más sabios además de fortalecerse en Dios aprenden y son más sabios aún. Dios utiliza la tribulación para fortalecernos y preparar nuestra vida para sueños grandes, así que no nos quejemos. Dios no bendice al quejoso, Dios bendice al que confía en él aún en las circunstancias más aciagas.
Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar