martes, 22 de julio de 2008

El cristiano narcisista

Muchos cristianos se conceden muchos más méritos de los que en realidad tienen. Se estiman por encima de lo que realmente valen. Son prepotentes, altaneros, presumidos, vanagloriosos. Y algunos hasta piensan que Dios esta a su entera disposición, que al igual que el genio de una lámpara, tiene que concederles sus deseos. Cuando se congregan compiten con sus hermanos, se fijan como fueron vestidos los otros y no saludan a nadie porque creen que Dios estima a algunos hermanos y a los otros los desecha. Lamentablemente muchas veces he tenido que lidiar con estos hermanos que van a la iglesia a hablar mal de todo el mundo. Ellos son los que ocupan los primeros lugares y deciden quien puede ejercer su ministerio y quien no.Lasch en su libro la cultura del narcisismo dice que en la cultura americana este es un emblema de nuestro tiempo. Freud puso de moda este término, recordando a la planta del narciso, que crece a orillas de los estanques y se mira en el espejo que el agua le ofrece. Lipovetsky en su libro La sociedad perdida habla del interés desmedido por la propia imagen: por la personalidad, por el cuerpo y sus partes descubiertas (la cara y las manos) y por la necesidad de aprobación de los demás que tienen este tipo de personas”. (Dr. Enrique Rojas).

Cuando conocí al Señor pensé que en la iglesia las relaciones interpersonales no son como las relaciones que entablamos fuera del templo, pero tristemente tengo que admitir que dentro de la iglesia la cosa es mucho peor que afuera. Cristo dijo que sus discípulos serían reconocidos por amarse unos a otros, pero los cristianos en vez de amarse compiten, hablan mal unos de otros y se dividen. La desconsideración de muchos pastores es aterradora. Hablan en tono despectivo, son fríos en el trato, mantienen una distancia gélida, son impertinentes, e incluso muchos pastorcitos monopolizadores de la fe tienden a humillar a sus feligreses.

Hay iglesias que compiten con otras iglesias, pastores que compiten con otros pastores, líderes de jóvenes que compiten con líderes de jóvenes de otras iglesias. La careta de magnificencia del liderazgo cristiano provoca en la gente un rechazo frontal. La soberbia entorpece el crecimiento numérico y espiritual de la iglesia. Cuando un cristiano es orgulloso y narcisista es difícil darse a otra persona y poner los sentimientos en servicio al prójimo. La soberbia hace imposible la convivencia, pues reclama pleitesía, sumisión, acatamiento y hasta servilismo. No podemos olvidar, que para estar bien entre cristianos, para establecer relaciones interpersonales estables y que funcionen hace falta estar bien primero con uno mismo y también, por sobre todas las cosas, estar bien con Dios.

Es imprescindible que los cristianos reconozcamos el ejemplo de Jesús. Cuando se hizo hombre Jesús no se jacto de su condición única sino que nos dejó un ejemplo de humildad y sencillez. El apóstol Pablo escribió a este respecto que Jesús “no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo... [Y] se humilló a si mismo.” (Filipenses 2:6-8). El apóstol nos exhorta en este mismo pasaje a que haya en nosotros la misma mente y la misma actitud que en nuestro Señor Jesucristo.

Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar

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