miércoles, 5 de marzo de 2008

La muerte te da toda una vida de ventaja


Los seres humanos somos efímeros. Nacemos, vivimos y morimos. En términos del padre de la fisiología Claude Bernard, la muerte es la extinción del proceso homeostático, por ende el fin de la vida. La muerte es lo opuesto al nacimiento. La cuestión de la muerte en los seres humanos exige reflexión ya que este evento existencial implica muchísimos interrogantes. Ahora, en esta reflexión no quiero hablar de la muerte ni del nacimiento, quiero hablar de lo que queda en el medio, la vida. Alguna vez escuche decir que la vida es un recreo entre dos eternidades. Entonces, cabe preguntar: ¿Qué hacemos durante este recreo? ¿Cómo vivimos? ¿Qué le da sentido a la vida?

Ante todo creo que la vida tiene sentido únicamente si creemos en Dios. Luego creo que debemos tener en cuenta que al mundo vinimos a disfrutar de nuestra existencia. Vinimos a disfrutar de nosotros mismos y de nuestros seres queridos. Al mismo tiempo que disfrutamos de la vida, debemos elaborar un proyecto de vida, a corto y a largo plazo. Además siempre hay que considerar que todas las personas son hijas/os de la vida. Este concepto debemos entenderlo todos, sobre todo los padres. Digo esto porque muchos adultos piensan que son eternos e inconcientemente creen que sus vidas no llegarán a su fin, pero lo cierto es que luego de la vida viene la muerte. ¿Y que pasa con los que quedan detrás? ¿Qué sucede con los que siguen viviendo?
Los padres deben ser conscientes de que pueden morir en cualquier momento. Por esto, debemos inculcar en sus hijos valores como el trabajo, el esfuerzo, el desarrollo de la voluntad. Tristemente muchos padres cometen el error de darle a sus hijos todo servido. Esto es un error garrafal. Conozco casos de padres que murieron y dejaron atrás empresas, las cuales posteriormente llevaron a la quiebra por no estar preparados. Como lo tuvieron todo servido no se prepararon. En consecuencia tomaron decisiones incorrectas las cuales desembocaron en el fracaso y la bancarrota.
Felizmente puedo admitir que este no es mi caso. Tanto mi mamá como mi papá, a mí y a mis cuatro hermanos, desde que éramos niños nos inculcaron el valor del trabajo. Puedo decir con alegría que tanto mis hermanos como yo todos trabajamos. El mejor legado que le puede dejar un padre a sus hijos es una profesión, un oficio, algún trabajo que hacer. Los padres deben inducir a que sus hijos desarrollen su potencial y piensen en el futuro, piensen en formar una familia. Recordemos lo que dijo Khalil Gibran: “Los hijos son hijos de la vida”. Mientras tenemos salud, trabajo, lucidez, debemos prepararnos para la vejez y jamás debemos considerar que nuestros hijos debemos mantenernos hasta el día de nuestra muerte. “Los hijos son hijos de la vida”. Amemos a las generaciones por venir. No seamos egoístas. Cuando los hijos se casan dejan atrás lo que eran y se convierten en padres y madres y vienen las responsabilidades, y aunque muchas veces quieren ayudar a sus padres, no pueden hacerlo porque tienen hijos y deben dedicarse a ellos. Repito, no seamos egoístas y planifiquemos nuestra vida. Atemos cabos. Elaboremos un proyecto de vida. Por supuesto que los hijos deben honrar a sus padres, pero también es importante que los padres respeten a sus hijos y les enseñen, perdón por ser reiterativo, que los hijos son hijos de la vida.
Somos efímeros, nos desgastamos, envejecemos, morimos. La vida del hombre es como la niebla, aparece por muy poco tiempo y se disipa. Y todo en la vida tiene sentido. Cuando tenemos abundancia es para que guardemos para el día de la necesidad. Por alguna razón Dios estableció que el año tenga cuatro estaciones: invierno, primavera, verano y otoño. Esto quiere decir que la vida tiene varias estaciones, varias temporadas, igual que las estaciones del año. Recordemos: somos efímeros. Y la muerte sabe este concepto. Lo sabe de tal forma que nos ha dado toda una vida de ventaja. Nos ha dado ventaja porque es consciente de que tarde o temprano nos va a alcanzar. Polvo somos y en polvo nos convertiremos.

Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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