En una pequeña ciudad vivía un hombre llamado Martín y era muy popular entre las mujeres. Sus padres eran ricos y él como consecuencia disfrutaba de una buena posición económica. Lo raro es que Martín no tenía una figura escultural como la de un actor o un jugador de fútbol. En realidad, Martín era gordo, pesaba aproximadamente 120 kilos. Pero su billetera seducía a muchas mujeres y por supuesto, a las más lindas.
Cierto día, mientras estaba de compras en el supermercado, una chica de nombre Carina se acercó a él. Y Martín quedó embobado. Al poco tiempo ya eran novios. Y pasaron los meses, luego los años. Aparentemente todo iba bien. Entonces, ambas familias, presionaban que Martín y Carina se casaran. Y pusieron fecha. Los amigos de Martín consideraban que Carina dominaba a su amigo. De hecho, Martín había faltado a muchas fiestas.Y llegó el día tan esperado. La fiesta estaba lista, listo el vestido de novia y el traje del novio. Listos los invitados. Todo listo. Y se casaron. Y se fueron de luna de miel. Cuando estaban en el hotel, obviamente iban a tener sexo. Y Carina tenía muchas fantasías. Martín estaba eufórico, y le dijo a ella si quería ponerse su pantalón. Ella dijo: “Por supuesto mi amor!”.Y se lo puso, pero le quedaba grande, enorme. Entonces, Martín la miro a los ojos y le dijo lo siguiente:“Desde que nos pusimos de novio me di cuenta que andas conmigo por la plata. De todos modos, con el paso del tiempo me enamoré de vos y aprendía a quererte, pero tengo que decirte que de ahora en adelante no me humillas más, de ahora en adelante los pantalones van a quedarte grandes…”.
Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar
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