lunes, 3 de marzo de 2008

Cómo vencer la rutina en el noviazgo


Con el paso del tiempo muchos noviazgos caen en la rutina y el desencanto. En ocasiones también aparece el distanciamiento. Creo que todos los noviazgos comienzan con grandes expectativas, pero por el descuido de los pequeños detalles, la rutina hace mella en la relación amorosa. Entonces, donde antes se veía a un compañero para toda la vida, ahora esa persona se torno aburrida y parece que las cosas que los novios tenían en común se diluyen. Y como si todo esto fuera poco, entran al escenario la decepción y la duda. Cuando surgen todas estas características muchos propenden a pensar que ya no quieren a su pareja y se dejan vencer por la monotonía. A este respecto, el psicólogo Ángel Roca Perara, profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, tiene el criterio de que muchas veces la costumbre y el desgaste cotidiano termina venciendo la ilusión. Como consecuencia del incremento de la rutina, a menos que los novios hagan algo al respecto, la pareja va a ir haciéndose cada vez menos interesante, va a ir aumentando paulatinamente el distanciamiento emocional, y si todo sigue su cauce, entonces, vendrá la rotura del noviazgo.

Ahora, pregunto: ¿Qué deben hacer los novios para lidiar con la rutina y salir vencedores? ¿En que consiste construir una relación creativa? ¿Qué tipo de innovaciones podemos ingresar en el noviazgo? Ante todo vale aclarar que mantener un noviazgo no es tarea fácil. En realidad es todo un trabajo. Hay que reconocer que aunque nos novios pueden tener muchas cosas en común, también existen muchas diferencias. Mantener un noviazgo duradero implica cultivar un diálogo fluido, implica expresar amistad, compañerismo, respecto, compromiso y ganas de compartir de lo que somos y tenemos. Por supuesto que aparecerá la rutina. De hecho, es una etapa que toda pareja debe atravesar, pero eso no justifica nuestra falta de creatividad, voluntad e innovación.

Es importante tener en cuenta el consenso y la capacidad de negociara ante las discrepancias, los antagonismos, los miedos, las diferencias de opiniones. La clave para llevarse bien es llegar a un acuerdo, validar lo positivo y ser conscientes de que los diferentes puntos de vista no alejan a los novios sino que los enriquecen. En toda relación los responsables de la funcionalidad del vínculo son el hombre y la mujer por igual, un cincuenta y un cincuenta. Por esto la decisión debe ser compartida. La cuestión no es quien tiene la razón o la verdad, la cuestión es crecer juntos, elaborar un proyecto en común y poder llegar a la meta, que es estar juntos. Jamás hay que perder la ilusión y hay que esmerarse en sorprender al otro de tal modo que podamos erradicar a la rutina de la relación. Organizar algo que el otro no esperaba, hacer un regalito sorpresa, escribir un poema, regalar un libro, flores, un collar o lo que sea, hace que la relación sea apasionante. Creo que a todos los seres humanos nos gustan las sorpresas.

Jamás hay que dar por sobreentendido un asunto. Siempre debemos evitar los silencios acusatorios y las suposiciones estúpidas, las cuales debilitan el noviazgo. Siempre debemos expresar las quejas y los enojos, pero siempre con un espíritu perdonador, reconciliador, fortalecedor de la pareja. Hay que mantener el corazón y la mente abierta. Recordemos que todas las personas somos cambiantes, sorpresivas, y estamos constituidas por idas y vueltas, claridades y contradicciones, confusión y lucidez. De todas formas, no ahorremos las manifestaciones de ternura y cuidemos los pequeños detalles.

Finalmente les regalo un poema de Khalil Gibran que dice:

“Cuando el amor os llame, seguidle,

aunque sus caminos sean duros y escarpados.

Y cuando sus alas os envuelvan, ceded a él,

aunque la espada oculta en su plumaje pueda heridos.

Y cuando os hable, creed en él,

aunque su voz pueda desbaratar vuestros sueños como

el viento del norte asola vuestros jardines.

Porque así como el amor os corona, debe crucificaros.

Así como os agranda, también os poda.

Así como se eleva hasta vuestras copas y acaricia

vuestras más frágiles ramas que tiemblan al sol, también

penetrará hasta vuestras raíces y las sacudirá de su arraigo a la tierra.

Como gavillas de trigo, se os lleva.

Os apalea para desnudaros.

Os trilla para libraros de vuestra paja.

Os muele hasta dejaros blancos.

Os amasa hasta que seáis ágiles,

y luego os entrega a su fuego sagrado, y os transforma

en pan sagrado para el festín de Dios.

Todas estas cosas hará el amor por vosotros para que

podáis conocer los secretos de vuestro corazón, y con

este conocimiento os convirtáis en un fragmento del corazón de la Vida.

Pero si en vuestro temor sólo buscáis la paz del amor

y el placer del amor,

Entonces más vale que cubráis vuestra desnudez y

salgáis de la era del amor,

Para que entréis en el mundo sin estaciones, donde

reiréis, pero no todas vuestras risas, y lloraréis, pero no

todas vuestras lágrimas.

El amor sólo da de sí y nada recibe sino de sí mismo.

El amor no posee, y no quiere ser poseído.

Porque al amor le basta con el amor.

Cuando améis no debéis decir "Dios está en mi corazón",

sino más bien "estoy en el corazón de Dios".

Y no penséis que podéis dirigir el curso del amor,

porque el amor, si os halla dignos, dirigirá él vuestros

corazones.

El amor no tiene más deseo que el de alcanzar su

plenitud.

Pero si amáis y habéis de tener deseos, que sean estos:

De diluiros en el amor y ser como un arroyo que

canta su melodía a la noche.

De conocer el dolor de sentir demasiada ternura.

De ser herido por la comprensión que se tiene del amor.

De sangrar de buena gana y alegremente.

De despertarse al alba con un corazón alado y dar

gracias por otra jornada de amor;

De descansar al mediodía y meditar sobre el éxtasis

del amor;

De volver a casa al crepúsculo con gratitud,

Y luego dormirse con una plegaria en el corazón para

el bien amado, y con un canto de alabanza en los labios”. (El profeta).

Julio césar cháves escritor78@yahoo.com.ar

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