lunes, 21 de julio de 2008



En su ensayo Cartas interceptadas, William Marshall dijo: "Para el que le gusta por naturaleza terminar las cosas, es una gran prueba ver cómo quedan muchos fragmentos, aspectos sin acabar de la vida. Él se pregunta: ¿Qué tengo para mostrar por mi labor? Nuestra confianza debe ser que Dios tomará lo que está incompleto y lo envolverá en su entereza. Él que no puede fallar".

El ser humano hace muchas cosas, algunas las finaliza y otras quedan sin terminar. Pero Dios no es como la raza humana, Dios es infalible y termina lo que empieza. Él jamás deja las cosas a medias. Cuando él creó la tierra, los planetas, las galaxias, el cosmos en general, lo hizo todo con armonía y perfección.
En el libro de Jeremías se cuenta la historia de la vasija de barro que se rompe en las manos del alfarero. La vasija estaba terminada y de pronto ya no es una sola pieza, se convirtió en muchos fragmentos. Cuando el alfarero tuvo en sus manos los fragmentos no pensó en tirarlos a la basura, sino que pensó en restaurar la vasija, en fin, trabajo los fragmentos, trabajo en barro sobre la rueda y la vasija que antes era muchos fragmentos se convirtió nuevamente en una sola pieza. El alfarero que conoce bien su oficio sabe que aún una vasija rota puede convertirse en una bella vasija.

Filipenses 1:6 dijo: "...el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo". La aspiración de todo verdadero creyente es seguir las pisadas de Cristo, es decir, ser como él. Este objetivo lo concretaremos cuando lleguemos al cielo porque lamentablemente mientras estemos en la tierra tendremos que convivir con la imperfección y el pecado. De todos modos tenemos que confiar en nuestro Padre Celestial porque él prometió terminar su obra en nosotros porque es fiel para terminarla.


Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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