jueves, 3 de enero de 2008

Vanidad


Hay un hombre, que, al comenzar su reinado, tuvo un encuentro cercano con Dios. Ese hombre es Salomón. Dios le dijo: “Pide lo que quieras que te de…”Salomón le respondió a Dios que quería sabiduría para gobernar a su pueblo y anhelaba un corazón entendido para discernir lo bueno de lo malo. (1 Reyes 3:5-9). Dios le dio lo que Salomón anhelaba. La sabiduría que recibió fue reflejada en su capacidad intelectual, en su manera de administrar lo que Dios había puesto en sus manos, en su juicio sagaz y en su renombre como rey. Salomón fue poeta, filósofo, arquitecto, botánico, zoólogo, estadista y mucho más. Salomón era un hombre sabio. Sin embargo, después de unos cuantos años de haber tenido este encuentro con Dios, Salomón cayó y caminó en el camino de la vanidad. ¿Por qué fracasó? Primera de Reyes 11 cuenta: “Pero el rey Salomón amó…a muchas mujeres extranjeras” (V. 1) “y sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos” (V. 4) “e hizo Salomón lo malo ante los ojos de Jehová” (V. 6). Salomón que era considerado un hombre sabio en todo sentido, posteriormente se convirtió en un necio. Salomón había recibido de su padre muy buenos consejos, incluso antes de morir, el rey David, en su lecho de muerte, le ordenó a su hijo, diciendo: “Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate, y se hombre. Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y sus mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés…” (1 Reyes 2:2-3). Salomón sabía lo que debía hacer ante de Dios, pero, sin embargo, se fue en pos de dioses ajenos. La vanidad lo controló como a un títere sin alma.
Salomón fue un hombre muy sabio y muy rico. El tuvo todo lo que un hombre pudo anhelar. Pero pese a todo lo que tuvo, se olvidó de Dios. Lo mismo está pasando en la actualidad. Muchas personas que tuvieron un encuentro con Dios se están alejando en pos de dioses ajenos. La sociedad actual va a la deriva. Todos gestionan comportamientos permisivos y hedónicos, en torno al relativismo y el materialismo. Cuando en una sociedad se abandonan las normas morales de Dios, prevalece la confusión y la anarquía. Un tal historiador llamado Gibbon dijo: “Se habla mucho de la religión, pero son muy pocos los que la practican”. Hoy vivimos en una sociedad politeísta, ya que se adora al auto 0 Km., a la diosa informática, a la diosa moda, a la diosa ropa, y a la diosa televisión. Estos son los tecnificados dioses ajenos actuales. Dioses portadores de vanidad tentadora. La vanidad los controla a todos. En Argentina y en todo el mundo hay un rudo individualismo. El individualismo actual ha traído como resultado estilos de vida que no son beneficiosos para el individuo ni para la sociedad. Antaño los derechos personas giraban en torno al bien de la sociedad, mientras que ahora la gente individualista de hoy no respeta fronteras, ya que todos hacen lo que quieren y lo que anhelan sin tener a Dios en cuenta. Hoy el culto al yo se ha convertido en una adicción. Antaño, lo más importante era la belleza interior, mientras que ahora lo más importante es lo externo. Esto es vanidad. Este mundo antropocéntrico, ha conducido a la gente de todas las nacionalidades, a la fascinación por el hedonismo, el amor libre, y a la liberación de la libido de un modo desenfrenado. Esto es justamente lo que le sucedió a Salomón, pues él se dejó controlar por su libido y por causa de practicar un amor incorrecto, inclinó su corazón ante dioses ajenos.
David le dio muy buenos consejos a su hijo Salomón, pero Salomón no los puso en práctica de manera constante y por esto, la vanidad lo alejó de su creador. Ahora, David nos da este consejo a nosotros: “El principio de la sabiduría es el temor a Jehová; buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; su loor permanece para siempre”. (Salmo 111:10). Está en nosotros practicar o no este consejo.

Julio C. Cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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