
La forma de comunicarnos es lo que nos acerca o aleja del éxito. Es así porque decir cosas, expresarnos, transmitir emociones, sentimientos, pensamientos, produce resultados. Los seres humanos somos “animales” lingüísticos. Las palabras configuran nuestro destino. De modo que todo lo que somos esta íntimamente relacionado con el modo en que nos comunicamos con nosotros mismos, con los demás y con Dios. En primer lugar hay que decir que lo decimos de nosotros mismos pone de manifiesto lo que somos. Si hablamos mal de nosotros mismos es porque tenemos una baja estima, y nos sentimos mal por algo. Por esto hablar bien de uno mismo es fundamental si queremos lograr una comunicación eficaz. La Biblia dice que de la abundancia del corazón habla la boca. Somos lo que decimos que somos. Entonces, hablemos bien de nosotros mismos.
En segundo lugar, debemos hablar bien de los demás. Hablar bien de los demás nos conduce al éxito. De hecho, la comunicación es un proceso de influencia mutua entre dos o más personas. Si hablamos bien de otros es porque estamos bien nosotros mismos. Si una persona tiene el corazón sano habla bien de los demás, incluso bendice a sus enemigos. En efecto, lo que percibimos de los demás debemos interpretarlo con empatía, comprensión, inteligencia. Recordemos que la calidad de nuestra vida esta relacionada con el modo en que nos comunicamos. L a comunicación entre las personas es primordial, lo corriente es que seamos sociables para darnos a conocer y conocer al otro. El que se cierra en sí mismo, se aísla y no quiere comunicarse, se vuelve egoísta y orgulloso. Cada uno de nosotros somos los responsables que podemos decidir que sentir y pensar de los demás. En función de lo que pensemos de los demás vamos a lograr el éxito en nuestras relaciones interpersonales. Dionisio F. Zaldívar Pérez escribió: “Una comunicación interpersonal efectiva en el manejo de los conflictos implica el diálogo constructivo, que se apoya en tres actitudes básicas para favorecer la comunicación y la expresión de percepciones y actuaciones positivas en la relación con los otros: la empatía, la aceptación y la congruencia. La empatía: implica la capacidad de ver un asunto desde la perspectiva del otro, la capacidad de ponerse en su lugar, de meterse en la piel de la otra persona. La aceptación: implica la tolerancia a las diferencias ajenas, el aceptar que otras personas son diferentes y la capacidad para aceptar esto sin que nos sintamos amenazados. La congruencia es sinónimo de autenticidad en el sentido de que se actúe sin dobleces, sin disociación entre nuestro pensar, sentir y actuar”. Hablemos bien de otros. No critiquemos, ni juzguemos, mi miremos la paja en el ojo ajeno. Miremos la viga que tenemos en nuestro propio ojo.
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