sábado, 1 de diciembre de 2007

No lo dejes para mañana


Muchas personas dejan para mañana lo que pueden hacer hoy. Postergan sus responsabilidades por temor a dejar atrás la comodidad de lo conocido. Prefieren vivir en la mediocridad antes que afrontar nuevos desafíos. En alguna circunstancia de la vida, cuando necesitamos cambios, la mayoría de las personas nos vemos tentados a dejar las cosas como están. Hacemos estos porque dejamos que la incertidumbre del futuro nos abrume con malos presagios. Elegimos muchísimos pretextos con el fin de justificar nuestra pasividad. Nos convencemos a nosotros mismos, diciéndonos que no necesitamos cambios. La frase que más usamos en este caso es: “Mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer”. En fin, postergamos.

“Los psicólogos denominan a esta tendencia a dejar las cosas para mañana como procrastinación, lo cual es la acción de procrastinar, es decir, de postergar actividades o situaciones que uno debe atender, por otras situaciones más irrelevantes y agradables. Este término proviene del latín pro- (adelante) y crastinus (relacionado con el mañana). La procrastinación es un trastorno del comportamiento que tiene su raíz en la asociación de la acción a realizar con el cambio, el dolor o la incomodidad (estrés). Éste puede ser físico (como el sentido durante actos que requieren trabajo fuerte o ejercicio vigoroso), psicológico (en la forma de ansiedad o frustración ), o intelectual. El término se aplica comúnmente al sentido de ansiedad generado ante una tarea pendiente de concluir. El acto que se procrastina puede ser percibido como abrumador, desafiante, inquietante, peligroso, difícil, tedioso o aburrido, es decir, estresante. La procrastinación también puede ser un síntoma de algún desorden psicológico, como depresión o TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad). No se ha demostrado cabalmente que la costumbre de procrastinar puede llevar a una dependencia de Internet o de las computadoras, aunque hay ciertos indicios que llevan a suponerlo. En estos casos, el individuo tiene la compulsión de aislarse de la realidad navegando por Internet. La procrastinación no necesariamente está ligada a la depresión o a la baja autoestima. El perfeccionismo extremo o el miedo al fracaso también son factores para procrastinar. Existen dos tipos de individuos que ejecutan esta acción: Procrastinadores eventuales y procrastinadores crónicos. Los segundos son los que comúnmente denotan desórdenes en los comportamientos antes mencionados. Un famoso refrán que combate la procrastinación es el de "no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy". En el mundo anglosajón se dice que "la procrastinación es el ladrón del tiempo". También podría decirse que la procrastinación es el ladrón del deseo”.

Postergamos porque somos conformistas. Dejamos que el contexto nos intimide. El que es soltero dice que muchas responsabilidades son para los casados. ¿De que sirve trabajar tanto? Los que son casados dicen que ya alcanzaron lo que buscaban y ya no hacen nada nuevo, viven una rutina atrofiante. Lo cierto es que todos necesitamos innovar, cambiar, modificar la realidad. Muchas parejas se rompen porque no tienen un proyecto en común. Están juntos, hacen siempre lo mismo, entonces de un día para otro se cansan de la rutina y tiran todo por la borda, viene la ruptura. Pasa esto por postergar, por dejar las cosas para mañana. Dejar las cosas para mañana también es holgazanear, haraganear. Es fácil dejar las cosas por la mitad, es fácil dejarse limitar por las circunstancias.

“Cuando me case voy a ponerme las pilas”, dicen los solteros. “Cuando tenga hijos voy a construir la otra mitad de la casa que me falta”, dicen los casados. Si podemos cambiar algo debemos cambiarlo. Los que estudian en la universidad dicen que van a empezar a trabajar cuando terminen sus estudios. Pero los estudiantes inteligentes tal vez no tienen las mejores notas pero mientras estudian procuran trabajar y aplicar los conocimientos que están adquiriendo. El que espera hasta recibirse, cuando finaliza su carrera se da cuenta que se olvido todo lo que aprendió. Si estamos seguros de lo que queremos hacer con nuestra vida no debemos esperar que se den las condiciones óptimas y jamás debemos pensar que no es el momento adecuado para iniciar algo, hay que comenzar. El éxito no llegar por casualidad. Los que logran algo es porque hicieron lo que tenían que hacer en su momento, sin postergar, si dejar para mañana lo que podían hacer hoy. Si las circunstancias no cambian, las cambiamos nosotros, pero todo lo que nos venga a la mano para hacer lo vamos a hacer en su momento, a tiempo. El miedo al fracaso, a lo desconocido es no motivo válido para dejar las cosas para mañana. Podemos cambiar la realidad. Podemos cambiarnos a nosotros mismos. Podemos mejorar. No dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy.

Escritor78@yahoo.com.ar julio césar cháves

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