Muchas personas dejan para mañana lo que pueden hacer hoy. Postergan sus responsabilidades por temor a dejar atrás la comodidad de lo conocido. Prefieren vivir en la mediocridad antes que afrontar nuevos desafíos. En alguna circunstancia de la vida, cuando necesitamos cambios, la mayoría de las personas nos vemos tentados a dejar las cosas como están. Hacemos estos porque dejamos que la incertidumbre del futuro nos abrume con malos presagios. Elegimos muchísimos pretextos con el fin de justificar nuestra pasividad. Nos convencemos a nosotros mismos, diciéndonos que no necesitamos cambios. La frase que más usamos en este caso es: “Mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer”. En fin, postergamos.
“Los psicólogos denominan a esta tendencia a dejar las cosas para mañana como procrastinación, lo cual es la acción de procrastinar, es decir, de postergar actividades o situaciones que uno debe atender, por otras situaciones más irrelevantes y agradables. Este término proviene del latín pro- (adelante) y crastinus (relacionado con el mañana). La procrastinación es un trastorno del comportamiento que tiene su raíz en la asociación de la acción a realizar con el cambio, el dolor o la incomodidad (estrés). Éste puede ser físico (como el sentido durante actos que requieren trabajo fuerte o ejercicio vigoroso), psicológico (en la forma de ansiedad o frustración ), o intelectual. El término se aplica comúnmente al sentido de ansiedad generado ante una tarea pendiente de concluir. El acto que se procrastina puede ser percibido como abrumador, desafiante, inquietante, peligroso, difícil, tedioso o aburrido, es decir, estresante. La procrastinación también puede ser un síntoma de algún desorden psicológico, como depresión o TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad). No se ha demostrado cabalmente que la costumbre de procrastinar puede llevar a una dependencia de Internet o de las computadoras, aunque hay ciertos indicios que llevan a suponerlo. En estos casos, el individuo tiene la compulsión de aislarse de la realidad navegando por Internet. La procrastinación no necesariamente está ligada a la depresión o a la baja autoestima. El perfeccionismo extremo o el miedo al fracaso también son factores para procrastinar. Existen dos tipos de individuos que ejecutan esta acción: Procrastinadores eventuales y procrastinadores crónicos. Los segundos son los que comúnmente denotan desórdenes en los comportamientos antes mencionados. Un famoso refrán que combate la procrastinación es el de "no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy". En el mundo anglosajón se dice que "la procrastinación es el ladrón del tiempo". También podría decirse que la procrastinación es el ladrón del deseo”.
Postergamos porque somos conformistas. Dejamos que el contexto nos intimide. El que es soltero dice que muchas responsabilidades son para los casados. ¿De que sirve trabajar tanto? Los que son casados dicen que ya alcanzaron lo que buscaban y ya no hacen nada nuevo, viven una rutina atrofiante. Lo cierto es que todos necesitamos innovar, cambiar, modificar la realidad. Muchas parejas se rompen porque no tienen un proyecto en común. Están juntos, hacen siempre lo mismo, entonces de un día para otro se cansan de la rutina y tiran todo por la borda, viene la ruptura. Pasa esto por postergar, por dejar las cosas para mañana. Dejar las cosas para mañana también es holgazanear, haraganear. Es fácil dejar las cosas por la mitad, es fácil dejarse limitar por las circunstancias.
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