jueves, 11 de octubre de 2007

La depresión y la hipocondría espiritual


Hay cristianos que están tristes, con poco ánimo, apocados, desanimados, están depresivos. El cansancio los acompaña y no pueden concentrarse. La comida les cae mal y no pueden dormir. Lloran por cualquier cosa y piensan cosas sin sentido. Están deprimidos. Se sienten como el profeta Elías, piensan en morir. Y lo más triste de todo es que piensan que estar deprimido es pecado. Los psiquiatras dicen que hay dos tipos de depresiones, las exógenas y las endógenas, es decir, hay depresiones que se deben a cuestiones externas y otras a cuestiones internas. En fin, sea cual sea el tipo de depresión que padece un cristiano, esto no significa que padecer esta enfermedad sea pecado. En caso de que la enfermedad se deba a causas físicas la persona tiene que ir al médico de tal forma que pueda recibir un diagnostico y un tratamiento farmacológico. Si la depresión se debe a causas mentales la persona tiene que ir al psicólogo y al mismo tiempo, tiene que descansar en Dios. El cristiano que padece no esta solo, sino que además de contar con la ayuda de un profesional, cuenta con la intervención de Dios. Los cristianos sabemos que nuestro Dios manifiesta su poder en todas las circunstancias y se glorifica en nuestras vidas. Ser cristiano es una alegría sobrenatural.
En este complicado siglo veintiuno es común encontrarnos con cristianos depresivos. Hasta algunos hacen propio el versículo 1 del salmo 10 donde dice: “¿Por qué estas lejos, oh Jehová, y te escondes en el tiempo de la tribulación?”. Otros le dicen a Dios: “Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí”. (Salmo 13:1). Al igual que los salmistas se sienten hundidos, sienten que sus vidas no tienen ningún propósito, sienten que no valen nada. Ahora, para este tipo de cristianos hay una buena noticia: de la misma manera que Dios bendijo a los salmistas y escuchó su clamor, de la misma manera, Dios escucha a los que padecen depresión. Los cristianos además de contar con los médicos, (porque no esta mal ni es pecado ir al médico) contamos con Dios. Nosotros hacemos lo posible y dejamos que Dios haga lo imposible. Tenemos fe. Y nos acercamos a Dios porque él tiene cuidado de nosotros. Además de tener fe, si estamos depresivos, evitamos la hipocondría espiritual. El hipocondríaco espiritual se preocupa excesivamente, espera lo peor, es pesimista, es excesivamente introspectivo, neurótico, siempre pendiente de sus problemas, olvidando que Dios esta con él.
El escritor C. S. Lewis sabe de lo que hablo ya que en su libro Cartas de un diablo novato a su sobrino, cuenta que un diablo con más experiencia le dijo a un diablo aprendiz en lo referente a la tentación de un cristiano: “Mantén la mente de tu paciente concentrada en su vida interior... que su atención se enfoque principalmente sobre sus propios estados mentales”. El diablo quiere que seamos extremadamente introspectivos, que pensemos en lo que nos pasa una y otra vez, quiere que pensemos tanto en nosotros mismos de modo tal que no pensemos en Dios. Hebreos 12:2 nos exhorta: “Puestos los ojos en Jesús”. Renunciamos a la depresión la hipocondría porque Cristo esta con nosotros y es el autor y consumador de nuestra fe. Él se glorifica en nuestras debilidades y limitaciones.
No esta mal deprimirse o experimentar la hipocondría espiritual, lo que esta mal es no hacer nada para salir de esta situación de derrota y tristeza permanente. No nos dejemos estar. Vayamos al médico, leamos la Biblia y sobre todas las cosas, busquemos la presencia de Dios. Entendamos que Dios interviene en nuestros asuntos. Tomemos conciencia de la presencia de Dios. Temamos a Dios. Como dice un predicador. No le digamos a Dios cuan grandes son nuestros problemas, digámosle a nuestros problemas lo grande que es nuestro Dios. Caminemos con Dios y sobrepongamos a la adversidad “Como viendo al invisible”. (Hebreos 11:27). Digamos la oración de Moisés: “Si tu presencia no va conmigo…”. (Éxodo 33:15). Repito por última vez que no es pecado sentirse deprimido y padecer hipocondría espiritual, pecado es cuando nos conformamos con esta situación y le damos más importancia a nuestros problemas que a nuestro Dios. Jhon Bunyan dijo: “En los momentos de aflicción nos encontramos habitualmente con las maravillas del amor de Dios”.

Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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