domingo, 2 de septiembre de 2007

Un mensaje de justicia


Amós era pastor y productor de higos en Tecoa, en el límite del desierto de Judá. Fue profeta en Israel, el reino del norte, durante el reinado de Jeroboam II y escribió el libro de la Biblia que lleva su nombre. Se le considera uno de los Doce Profetas a quienes se denomina "profetas menores" por la brevedad de sus libros, mas no por su calidad. El país en el que vivía Amós era prospero y el reino extendía su territorio y se enriquecía cada vez más y el culto religioso era esplendoroso, pero contrastaba con la miseria del pueblo, siendo el lujo de los grandes una ofensa para miles y miles de pobres. Paradójicamente el esplendoroso culto a Dios encubría a su vez el rechazo a Dios y la opresión y exclusión del pobre. Ante esta situación de injusticia, Amós, profeta de Dios, que amaba a su Dios fielmente, inspirado por Dios, condenó la corrupción de las élites, la injusticia y exclusión social y el ritualismo religioso improcedente al compromiso de vida, anunciando firmemente el fin de Israel. Amós 7:10-11 dice: “Entonces el sacerdote Amasías de Bet-el envió a decir a Jeroboam, rey de Israel: «Amós se ha levantado contra ti en medio de la casa de Israel; la tierra no puede sufrir todas sus palabras. Porque así ha dicho Amós: "Jeroboam morirá a espada, e Israel será llevado de su tierra en cautiverio"». Debido a sus palabras, fue acusado por el sacerdote Amasías de conspirar contra el rey y fue expulsado de Betel. Amos 7:12-13 dice: “Y Amasías dijo a Amós: Vidente, vete, huye a tierra de Judá, come allá tu pan y profetiza allá; pero no profetices más en Bet-el, porque es santuario del rey, y capital del reino”.

Dios no esta en contra de los ricos, pero si esta en contra de la indiferencia hacia los pobres, los oprimidos, los marginados, los olvidamos, los excluidos. Dios les pide a los que están en autoridad y tienen algún tipo de poder que ayuden a los demás, que ayuden a los que no tienen nada. El mandamiento de amar al prójimo es para todos los seres humanos sobre la faz de la tierra. A Dios no le agradan aquellas personas que hablan de amor pero no hacen ningún bien a los demás. Dios dijo en su palabra que debemos amar con todas nuestras fuerzas, nuestros pensamientos, y también dijo que debemos amar a los demás como a nosotros mismos. Dios condena a los que abusan, manipulan, usan y maltratan a los débiles y necesitados. Lamentablemente en nuestra sociedad prevalece el mal, el utilitarismo y el despotismo, la gente explota a la gente y como dijo un pensador, el hombre es un lobo para el hombre. La sociedad esta dividida, están los ricos y pobres, los explotadores y explotados, los privilegiados y marginados. Jesús condenó abiertamente a aquellos oprimen a los pobres: “¡Mas! ¡Ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo”. (Lucas 6:24). Los conciudadanos de Amós exteriormente estaban con Dios, pero dentro de sus corazones estaban lejos de él. Por el contrario, sus corazones estaban llenos de injusticia, desamor, ostentación, inmoralidad, maltrato, opresión de los pobres, entonces, en este contexto, aparece el profeta anunciando que las promesas de Dios ya no estaban disponibles para un pueblo hipócrita. En este contexto social, aparece el profeta Amós anunciando el juicio de Dios. Los que no hacen el bien a los demás jamás recibirán nada de Dios porque Dios no bendice a los egoístas, Dios no bendice a los malvados. El que siembra maldad cosechará infelicidad, amargura, derrota, pero los que siembran amor, bondad, los que comparten de lo que tienen y de lo que son, estos serán bendecidos por Dios.

En síntesis, lo sorprendente del mensaje de Amós al pueblo de Dios sea su penetración para leer e interpretar los signos de su tiempo. El mensaje de Amós es inusual, pertinente, penetrante, afirmativo, esta respaldado por Dios. Dios le permitió a este profeta discernir las ambivalentes actitudes del corazón humano expresadas en las relaciones entre los habitantes de su tiempo. Tal vez su mensaje, en un contexto de prosperidad y abundancia, sea sugestivo, pero resulta mucho más sugestivo que un hombre de estas características llegue a declarar la ruina de su tierra en momentos de prosperidad económica y de estabilidad política. Ahora, lo más sorprendente es que la historia le dio la razón ya que hacia el año 745 a.C. surge en el imperio asirio, con capital en Nínive, la figura del expansionista Tiglatpileser III, simbólicamente identificado con la imagen de “la bota que pisa con estrépito”. El manejo político de este conquistador terminará con el Reino de Israel, que hacia el año 722 a.C. sobrelleva la amarga experiencia del destierro. Cuando todo parece optimo, resulta insoportable que Dios denuncie las injusticias de los hombres, pero Dios es claro en su palabra: Lo que el hombre sembrare eso también segara…

Julio césar cháves
juliogenial@hotmail.com

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