lunes, 13 de agosto de 2007

Las llamas del pecado


Cuenta una leyenda que un día un bello bosque, donde vivían animales de todas las especies, se incendió y las llamas arrasaban con todo a su paso. Muchos animales comenzaron a huir, pero mientras todos huían, un pequeño conejito, tomó un balde con agua y comenzó a tirarles agua a las llamas. Un poderoso león que vio lo que estaba haciendo el conejito, le dijo:
-¿No te das cuenta, conejito, que con ese baldecito de agua, aunque no intentes, no podrás apagar este bestial incendio?
-Sí, lo sé, dijo el conejito, pero si cada uno de nosotros, en vez de huir, toma un balde y comienza a tirarle agua a las llamas, podremos extinguir el fuego.
El mundo esta en llamas y las llamas del pecado lo están destruyendo todo a su paso. Todos huyen y se preocupan por su propia vida. Entonces, cabe preguntar: ¿Qué podemos hacer los cristianos a favor del mundo? ¿Qué podemos hacer para apagar las llamas del pecado? Lo que podemos hacer es destacarnos donde estamos y hablar de Cristo, que es en realidad el agua que apaga el fuego de pecado. Los que creemos en Cristo debemos cumplir la gran comisión. Mateo 24:1-35 contiene las palabras de Jesús sobre los últimos tiempos y bosqueja un sinopsis de los acontecimientos que acontecerán antes de que el regrese nuevamente como lo prometió. No obstante, en la descripción de los postreros días, precisamente el versículo 14, marca puntualmente algo que tiene que suceder antes de su venida:“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”.Por lo tanto, Jesús se ha comprometido con su promesa y él no volverá a la tierra, sino hasta que su iglesia haya predicado el evangelio a todos los seres humanos sobre la faz de la tierra. Muchos cristianos dicen a menudo que Cristo puede volver en cualquier momento, y esto es cierto, pero su palabra debe ser predicada a todo ser humano en el planeta. ¿Qué debemos hacer para predicar? ¿Cómo lo hacemos? Es fácil. Dante Gebel, en su libro Pasión de multitudes, cuenta: “El Apocalipsis no fue escrito para que tengas temor y marques las jugadas como si fuese el calendario de un campeonato de fútbol, sino para que sepas que Cristo es quien termina al mando de la historia. Nosotros estamos del lado ganador, y lo único que se nos exige es el tener que predicarle a un mundo que pide a gritos una alternativa. El señor no te enviará a las naciones si nunca le has predicado tú vecino. No te pondrá ante las multitudes si jamás le has presentado el mensaje de salvación a tu compañero de estudios. Dios no quiere que abandones tu empresa, dejes tus estudios por la mitad, o simplemente decidas dejar de trabajar. Por el contrario, él necesita empresarios que marquen un alto concepto de la vida entre sus empleados, estudiantes que sean ejemplo en la universidad y obreros que prediquen con su testimonio. El planeta necesita jueces y abogados cristianos que promulguen y defiendan leyes basadas en normas bíblicas. Alcaldes, gobernadores, senadores y presidentes llenos de Cristo que cambien radicalmente el rumbo de la nación. Médicos, científicos y especialistas que prediquen mientras exponen nuevos descubrimientos. Gerentes de bancos convertidos que otorguen créditos para la construcción de nuevos templos y centros evangelísticos. Escritores talentosos, cuyos libros de conceptos bíblicos sean los nuevos best sellers. Gerentes de programación y dueños de estaciones de televisión que promuevan la integridad a través de la pantalla. Directores de cine que logren récord de taquilla con películas que tengan mensajes cristianos. ¿Te parece una gran locura? Pues esa es la comisión. Conquistar y no escapar. Cristo no vendrá a buscar una iglesia moribunda y raquítica, sino una iglesia victoriosa y vencedora”.
Hay que predicar la cruz. El Dr. Jhon Hagge, en su ensayo La era del engaño, dijo: “La cruz es la fuente, el origen y el centro de toda bendición. Soy salvado a través de la sangre de la cruz de Cristo. Soy sanado por las heridas de su espalda. La cruz garantiza una paz que sobrepasa todo entendimiento. Sin la cruz hasta el acto de la oración es una absoluta pérdida de tiempo”. Prediquemos la cruz. Prediquemos con nuestro ejemplo. Como dijo Dante, prediquemos con nuestro ejemplo. Estemos donde estemos, mientras nos destacamos en algo, prediquemos el evangelio. La cruz es el epítome de toda bendición. La cruz es el eje del cristianismo. La cruz es el secreto del gozo y la victoria. La cruz apaga el fuego del pecado.

Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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