miércoles, 15 de agosto de 2007

El megáfono de Dios


En Marcos 4:35-41 leemos: “Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?”. Lo más importante de este relato es que Jesús iba en la barca. Vino la tempestad, los discípulos se asustaron y desesperaron, pero Jesús iba en la barca. Pueden venir la tempestades, pueden venir circunstancias que procuren derribarnos, pero si Jesús esta en nuestra barca todo esta en orden ya que él cuidará de nosotros. Puede ser que nos exhorte como a los discípulos, pero aunque tengamos que recibir su exhortación, vale la pena que él este en nuestra barca. Cuando viene la tempestad las olas son grandes, el viento es poderoso, las nubes son negras, pero más grande es nuestro Dios. Lo que hizo enojar a Jesús fue el hecho de que los discípulos pensaran que él no cuidaba de ellos. A Jesús no le agrada la falta de fe. Él quiere que confiemos en él. Hace unos años leí un libro de Max Lucado, titulado El trueno apacible, que honestamente me inspiró fe y confianza en la protección de Dios. En este libro Lucado dice que debemos confiar en Dios en los tiempos difíciles ya que el propósito de Dios es llevarnos a la patria celestial sanos y salvos. Él hace lo necesario para salvarnos, su trueno es apacible, su delicadeza no mengua y la lucha de hoy puede ser la bendición del mañana.
Cuando Jesús calma la tempestad lo hace con el propósito de mostrarles a sus discípulos su poder sobre todo lo creado. Jesús es asertivo, pertinente, es nuestra seguridad, nuestro seguro de vida, nuestra confianza. Tal vez muchas veces no nos libre de las cargas pero nos dará una espalda más fuerte para que podamos cargarlas. Cuando vengan las tempestades lo único que debemos tener es fe. Entonces, vendrá la quietud, la bonanza, la tranquilidad, la paz. Puede ser que nuestra vida sea como una pequeña barca en medio de un mar tempestuoso, pero Jesús esta en nuestra barca. En un artículo titulado La alabanza a Dios en medio del dolor, el Dr. Charles Stanley dice: “Alabar a Dios es fácil cuando la vida es maravillosa. ¿Pero sabía usted que Él quiere que le demos gracias en todo, incluso en las circunstancias más difíciles? Si alguien supo de tragedias, padecimientos y privaciones, ése fue el apóstol Pablo. Pero, a pesar de sus sufrimientos, mantuvo a Dios en primer plano: “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Ts. 5:16-18). Santiago dice, además: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” (Stg. 1:2, 3). Aun en las situaciones más terribles, todos tenemos algo por lo cual estar agradecidos: nuestros hijos, la familia, el trabajo, o una almohada donde recostar la cabeza. Y siempre podemos dar gracias a Cristo por el sacrificio que Él hizo por nosotros. La vida misma es un regalo de Dios”. Confiar en Dios significa entregar nuestras vidas sin reservas, significa confiar en que Dios cubrirá con su gracia nuestras debilidades, significa que él tiene el control, significa que Dios conspira en nuestro favor. Dios permite el dolor para reconducirnos al camino de la fe. Aunque muchas veces parece como que Dios guarda silencio o parece que duerme, en realidad esta esperando que recurramos a él. Cuando nos quedamos sin fuerzas, Dios se glorifica. La confianza en nuestro Señor nos aporta serenidad y sabiduría. Entonces, cuando venga la tempestad, tengamos en cuenta lo que dije C. S. Lewis: “El dolor es el megáfono de Dios para llamar nuestra atención.”

Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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