jueves, 16 de agosto de 2007

La vigencia y aplicabilidad de las bienaventuranzas


Los mensajes de Jesús siempre abordaron temas relacionados con el comportamiento humano. Y el mensaje de Cristo alcanza su máxima potencia en el sermón del monte, precisamente en las bienaventuranzas, mensaje que transmite la ética del reino de Dios. Jesús dijo básicamente que los hombres hallan una vida con propósito y sentido cuando están gobernados por el Señor. La aplicabilidad de los principios expuestos por Jesús en las bienaventuranzas sigue vigente, constituyen una ética divina asertiva, transformadora de la vida humana, manifiestan la intervención de Dios en la vida de los hombres y establecen su reino en la tierra. En su ensayo El secreto de la felicidad, el Dr. Billy Graham dice refiriéndose a la aplicabilidad de las bienaventuranzas: “El carácter que encontramos en las bienaventuranzas es, sin asomo de duda, ni más ni menos, que el propio carácter de nuestro señor puesto en palabras. Es una descripción puesta al lado de un ejemplo. ¡Las bienaventuranzas son revolucionarias y sorprendentes, profundísimas, y sin embargo, muy sencillas. Aplicadas en el nivel universal, podrían transformar el mundo en que vivimos. Si aplicamos estas sencillas fórmulas a nuestras vidas jamás seremos los mismos”.
Muchos han cuestionado la aplicabilidad de las bienaventuranzas, pero lo cierto es que este mensaje de Jesús contiene la síntesis de la moral cristiana. Lutero apela a la universalidad del sermón del monte y dice que los destinatarios somos todos los seres humanos, asimismo arguye que este mensaje plantea exigencias que son prácticamente imposibles de cumplir en su totalidad, entonces especula que la idea de Jesús al pronunciar estas palabras era la de hacer que el hombre tome conciencia de su culpabilidad en cuanto a esta incapacidad de cumplimiento, aceptando su situación como pecador y reconociendo su orgullo e impotencia, abriendo así un camino hacia la fe auténtica y la gracia de Dios. En su ensayo Vida en abundancia, E. Stanley Jones dice: “Cristo tuvo siempre mucha razón en todo. Nunca lo desvió ninguna consideración secundaria, jamás le dio lugar a lo que no valía la pena. ¡Buscad primeramente el Reino de Dios! Cristo tuvo siempre mucha razón en todo. Nunca lo desvió ninguna consideración secundaria, jamás le dio lugar a lo que no valía la pena. Siempre sus palabras revelaron su cordura fundamental. El Reino de Dios es eternamente “recto” y todo lo que no se encuentre en armonía con él está equivocado, torcido, fuera de lugar, condenado a estrellarse contra la Rectitud Eterna”. Jesús era un maestro de las santas escrituras y su interpretación es perfecta. Hay muchos estudios e interpretaciones sobre el sermón del monte, y las bienaventuranzas, incluso algunos afirman que es una utopía, pero de todas formas hay que decir que el mensaje de Jesús sigue vigente, es aplicable, y conduce nuestro comportamiento hacia la voluntad de Dios, orientando nuestras vidas a vivir los principios éticos y morales expuestos por Jesús. Erasmo, escritor, erudito y teólogo del siglo XV expresó: “La suma de toda la filosofía cristiana, se resume en esto: poner nuestra confianza únicamente en Dios, quien por su sola gracia, y sin merito de nuestra parte, nos da todas las cosas mediante Jesucristo”. Puede ser que sea verdad que no podemos cumplir totalmente las bienaventuranzas, quizá en parte tiene razón Lutero cuando dice que Jesús quiso mostrarnos nuestra incapacidad e insuficiencia de llegar a ser perfectos, pero su carácter ético nos transmite los valores del reino, y los principios divinos son realistas, realizables, pertinentes, aplicables, y configuran el carácter de los verdaderos cristianos. Las bienaventuranzas nos alejan del individualismo feroz que aqueja a los hombres de nuestro tiempo, proponiendo una ética comunitaria, testimonial, cimentada en el amor a Dios y el amor al prójimo. En fin, las bienaventuranzas nos inducen a purificar nuestros corazones, nos enseña a despojarnos de nuestro narcisismo, de nuestras predisposiciones pecaminosas, transmitiéndonos el concepto de poner a Dios sobre todas las cosas, quien es la fuente del bien y el amor, porque Dios es amor.
Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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