domingo, 3 de junio de 2007

Máquinas que enchufan a máquinas.



En la actualidad hablar de sexo está de moda. El erotismo es la moneda más poderosa que el dólar. Las mujeres usan tan poca ropa que parece que estarían compitiendo por quién muestra más piel. El destape postmoderno ya no nos asombra. Y tampoco nos asombran las mujeres que poseen un esbelto cuerpo, en tanto por dentro tiene el cerebro hueco. Lo que importa es el físico que tenés, por lo menos, para la mayoría. Te cuento un ejemplo: Mi hermano hace pesas y sinceramente las chicas andan tras él todas anonadadas. ¿Por qué? Porque su cuerpo está en forma, tiene músculos fuertes como hierro. Así es la vida en nuestra urbe de hoy. Si por fuera estás bien, por dentro no importa como estés. Las masas mandan. La opinión de la mayoría es la que prevalece, por esto, estamos como estamos. Yo me pregunto: ¿Tiene la gente de la actualidad algo constructivo en la cabeza? ¿Las personas cultivan el espíritu así como cultivan el cuerpo? ¿O todos ejecutan las órdenes de la opinión de los necios? La respuesta es la siguiente: En la cabeza de la gente no hay nada. Los espíritus están flacos y desnutridos. Y los necios son los famosos de nada. Más claro, échale agua.
Contemporáneamente vivimos en el mundo del revés. Hoy se aplaude al hipócrita, al adulador y al mentiroso. Todos prefieren un león muerto que un perro vivo. Todos aplauden a los travestis y dejan de lado a los niños hambrientos. La sociedad de hoy ordena que no haya que sentir y enseguida, todos se quitan el corazón como si fueran sacerdotes Aztecas. Nadie piensa por cuenta propia, todos viven conforme a los mandamientos impuestos por esta sociedad sexista. A este respecto, Salomón, un hombre muy sabio que sabía lo que decía porque no tenía la cabeza hueca, expresó: “Hay vanidad que se hace sobre la tierra: que hay justos a quienes sucede como si hicieran obras de impíos, y hay impíos a quienes acontece como si hicieran obras de justos. Digo que esto también es vanidad”. (Eclesiastés 8:14).
Este es el imperio de la gente con la cabeza hueca. De fútbol, de automovilismo, y de cosas que sabemos hablar, pero a los básicos temas como el amor, la solidaridad, el amor al prójimo, la educación, y la sexualidad responsable y dentro del marco adecuado que Dios ordenó, los dejamos de lado. Esos temas, decimos, les competen a los dioses. ¡Qué equivocados que están los cabezas huecas de hoy! Lo único que le importa es el corazón de máquina. Lo único que importa, para las mentes necias por supuesto, es que seas un utilitarista, un dosificador, lo demás no importa. Jaime Barylko, respecto a los humanos de estos días, escribió: “Tristeza de humanos hechos máquinas. Un acto trivial. Máquina que se enchufa con máquina. Hacerlo porque hay que hacerlo. Sin sentido, cuerpos desprovistos de personas. La máquina que nos maquiniza es derivación del cuerpo que se ha vuelto en el eje esencial de la existencia. Lifting, sin arrugas, lisito. Como cola de bebé. Flaco, esbelto, melena, aritos, barriga al aire. Nada que ocultar. La máquina está toda a la vista. La podés desarmar si querés, está toda a la vista, nada que ocultar, ningún misterio. Máquina que se enciende, máquina que se apaga. La santidad de los objetos nos vuelve objetos”. ¿Eres una cabeza hueca? ¿Eres una máquina que lo único que piensa es enchufar a otras máquinas? Si tu caso es este, quiero que sepas algo: Eres un impío a quién le acontece como si hiciera obras de justo. Y esto, también es vanidad. Un proverbio turco dice: “Una onza de vanidad deteriora un quinta de mérito”.

Julio C. Cháves.
Escritor78@yahoo.com.ar

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