lunes, 18 de junio de 2007

Los dioses de Agamenón, los dioses del tercer-milenio, y el verdadero Dios.


Agamenón, el personaje de La ilíada, el clásico poema épico griego escrito por Homero, se puso en marcha con el objeto de rescatar a la bella Helena, a quien el príncipe Paris había capturado y llevado a Troya. Entonces, cuando las cosas se ponen feas para los griegos, Agamenón mando a traer a su propia hija y la sacrificó para aplacar la ira de los dioses, porque se dio cuenta de que estos le han dado la espalda sin piedad. Los dioses de Agamenón son crueles, malditos, asesinos, voraces. Estos dioses tiranos me hacen pensar en cuatro dioses que están destruyendo a la sociedad actual. Estos dioses se llaman: Permisividad, hedonismo, relativismo y materialismo. Cada uno de estos cuatro dioses exige que los hombres le rindan culto cueste lo que cueste. El dios permisividad exige que los hombres hagan cualquier cosa, que hagan lo que a ellos les venga en gana, pero que no hagan la voluntad de Dios. El dios hedonismo exige que la gente busque el placer como un fin en si mismo. El dios relativismo exige que la masa practique el librepensamiento y el secularismo. Y el Dios materialismo exige que los individuos busquen la el dinero y el éxito como únicos objetivos. Estos dioses, al igual que los dioses de Agamenón, exigen que los seres humanos sacrifiquen su propia felicidad en pos de la propia destrucción. Estos dioses son crueles, pero hay un Dios que piensa en nosotros y desea nuestro Dios. Este Dios se llama Jehová y es el Dios de la Biblia, el Dios de los cristianos. El mundo en que vivimos esta convulsionado y deteriorado debido que el ángel caído llamado diablo y todos sus ángeles, rigen este mundo con brutalidad y perversión. De todas formas, Dios esta con todos aquellos que le invocan y desean ser felices. Claro que Jehová Dios va a exigir cosas de nosotros, pero ello no implica nuestra destrucción sino nuestra felicidad y paz. Todos los seres humanos hemos pecado y hemos sido destituidos de la gloria de Dios, pero si nos arrepentimos podemos hallar salvación a través del sacrificio salvífico de Cristo. En su ensayo Cristianismo… ¡y nada más!, C. S. Lewis escribió: “Si usted le pide a Dios que no acepte sin arrepentimiento, en realidad le está pidiendo que le permita volver a él sin cambiar de rumbo. Es algo que no puede ocurrir”. Dios desea que hagamos su voluntad y pongamos en práctica su palabra ya que sus mandamientos y preceptos son lo único que nos conducen a la felicidad y la salvación. Jehová es Dios. Isaías 43:10,11 expresa: “Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve”.

Julio césar cháves
juliogenial@hotmail.com

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