miércoles, 6 de junio de 2007

Las paradojas del vivo y del sonso.

“La pobreza es la que alimenta a la filosofía”, dijo Diógenes.
Vivimos en una sociedad que desprecia a los pobres. Los que tienen viven de los que no tienen. El vivo vive del sonso y el sonso de su trabajo. Pero ser pobre no tiene nada de malo. Lo malo es ser sonso y conformarse con esa situación. Claro, hay veces que si nos hacemos pasar por sonsos posiblemente no comamos. Las carencias enseñan mucho. No quiero decir con esto que debemos conformarnos y dejarnos estar. Todos los días debemos trabajar, ahorrar y tratar de salir adelante. En realidad el hombre de bien con poco sacia sus deseos. San Gregorio dijo: “Miseria es la pobreza de inteligencia, no de baja posesión; porque el que esta contento con su pobre es rico”. Con esto no digo que este bien ser pobre. Lo que digo es que hay que estar contento con lo que uno tiene y valorarlo, valorarse a uno mismo. Ser pobre no es ninguna deshonra, la deshonra es quejarse, despreciar lo que uno tiene y despreciarse a si mismo. Alguien dijo que la pobre es virtud cuando se sabe soportar. Uno tiene lo que puede. Y si uno no tiene algo hoy, no significa que mañana no lo pueda tener. Siempre podemos llegar a tener, pero antes debemos aprender a percibir lo que tenemos, tenemos que aprender a advertir las bendiciones que todos los días nos da Dios. No hay que mirar el paraíso en el infierno ajeno. No todo lo que brilla es oro. Hay gente que tiene plata, pero no disfrutan de lo que tiene. Con plata podes comprar muchas cosas, y sin embargo, la felicidad no podes comprarla. Un psicólogo escribió que la plata no atrae la felicidad, por el contrario, la felicidad atrae la plata. La pobre muchas veces contribuye a que desarrollemos capacidades y habilidades que de otra forma jamás tendríamos. Cuando nos falta algo luchamos por alcanzarlo. Esto hace que desarrollemos nuestra voluntad. Jamás debemos renegar de lo que somos o menospreciar las circunstancias en las que nos hallamos. No es culpa del pobre nacer pobre. No es culpa del rico nacer rico. Así pues, es culpa del pobre permanecer pobre y es culpa del rico no disfrutar de lo que tiene. Vauvenargues expreso: “Ni la pobreza puede envilecer a las almas fuertes, ni las riquezas puede elevar a las almas bajas. Se cultiva la gloria en la oscuridad; se sufre en oprobio en la grandeza. La fortuna, a la cual se juzga tan soberana, no puede casi nada sin la naturaleza. La pobreza el hombre de genio es la circunstancia más bella de su vida; prueba cual alto se halla situado su corazón”. La realidad muchas veces pone de manifiesto que el vivo no tiene nada de vivo y el sonso nada de sonso. Es todo un a paradoja…

Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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