lunes, 11 de junio de 2007

-Doctor, yo soy ese payaso...


Un individuo fue a consultar a un psiquiatra y le dijo:
-Doctor, me siento abatido y miserable, ¿Puede usted ayudarme?
El psiquiatra, como ya lo había hecho y con otros pacientes aparentemente había funcionado, le aconsejo ir al circo a ver un payaso que hacía reír aún a los más desalentados. Para sorpresa del médico, este hombre dijo:
-Doctor, yo soy ese payaso…

Si, pasa que a veces hacemos reír a los demás, pero por dentro estamos tristes, abatidos, y nos sentimos unos miserables. Nos sentimos cansados de vivir y no le encontramos el sentido a la vida, algo nos falta. Anhelamos paz y no la encontramos. Estamos intranquilos. Jesús conocía esta condición interior de falta de paz y entonces dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. (Juan 10:10). Y en otra ocasión también dijo: “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido”. (Juan 15:11).

Cristo murió en la cruz para darnos gozo y alegría. No hace falta que usemos máscaras para ocultar nuestra tristeza ya que el quiere cambiar nuestra condición negativa en una condición de paz y armonía interior. Desde adentro, desde nuestro corazón hacia fuera, Dios quiere cambiar completamente nuestras vidas a través de su amor. Podemos hacer reír a los demás, pero por dentro podemos estar abatidos porque nos falta algo, en realidad nos falta Dios. “Bienaventurados los que tiene hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. (Mateo 5:6). La felicidad no es algo que podemos encontrar yendo a un circo o yendo a algún lugar. La felicidad se encuentra adentro. Si aceptamos a Cristo en nuestro corazón, es allí, dentro nuestro, donde reside nuestra felicidad.

La Biblia dice que el que cree en Jesús tiene en su interior un río de agua viva. Muchas personas buscan la felicidad en la conquista de bienes materiales, en el hedonismo, en el conocimiento, el las drogas y el alcohol, pero la felicidad se encuentra únicamente en entablar una relación con Dios a través de Cristo. “Y el Dios de toda gracia, que te llamó a su gloria eterna en Cristo, después de haber sufrido por un poco de tiempo, te restaurará y te hará fuerte, firme y constante”. (1 Pedro 5.10).
La felicidad es un estado de paz y armonía interior que solamente podemos encontrar en Dios. La felicidad no es producto de estímulos internos sino de un estado interior, es allí dentro de nuestro corazón donde el Espíritu Santo entra a morar y los da paz, gozo, paciencia, bondad, fe mansedumbre, templanza. Nuestra relación con Dios es primordial y fundamental para que podamos experimentar la verdadera y auténtica paz. Un famoso psiquiatra expreso: “Vivimos en una sociedad triste, sin ilusión, distraída por cuestiones insustanciales en la que son necesarios muchas fuerzas, tesón e ideas claras para salir de ahí. Pero no es fácil. La cotidianidad invita a seguir ese carrusel. Hay que proyectar y ensayar un nuevo esquema para escapar de estar redes que hacen mucho ruido, pero que no satisfacen el corazón humano”. Lo único que llena el corazón humano es el amor de Dios, su protección y sus preceptos, los cuales fueron establecidos para regir y orientar nuestra conducta hacia la bendición, la paz y la vida eterna. El que no tiene tiempo para Dios tiene tiempo para sufrir. “Aproximémonos entonces al trono de la gracia con confianza, para que recibamos misericordia y gracia final que nos ayude en nuestro tiempo de necesidad”, dice Hebreos 4.16.

Julio césar cháves
juliogenial@hotmail.com

No hay comentarios.: