
Cho Seung-Hui es un joven surcoreano de 23 años de edad que asesino a 32 estudiantes en Blacksburg, Virginia, y después se suicido. Antes de llevar a cabo esta masacre filmo un video que envió a la NBC. Tenía afición por los videojuegos violentos, al estilo de counter-strike. Los que lo conocía dijeron que el joven tomaba antidepresivos y que mostraba una conducta errática. En el video donde se filmo dijo que habían quemado su conciencia. Hay que decir que también era un chico hostigado y burlado por sus compañeros. Y este acoso moral que sufrió en el colegio configuró, entre otros elementos, su perfil de enormes proporciones traumáticas. Algo no funcionaba bien en su mente. Algunos psiquiatras trataron de diagnosticarle algo después de la masacre, pero en Cho Seung-Hui en el video no parece estar loco en ningún momento sino que advertimos que es victima del resentimiento y el rencor hacia todo lo que le rodeaba. Su comportamiento sangriento, deshumanizado, es un una señal de que no andaba bien en lo psicológico y humano, y como dijo un columnista, “es una especie de anticipo de ejemplar díscolo de una futura sociedad robotizada”. Al igual que en los videojuegos, él elimino a sus “adversarios”. Su desapego de lo humano, de los sentimientos, es aterrador. Tal vez pensó que era un personaje virtual que podía hacer lo que quería sin atenerse a las consecuencias de sus actos, pero lamentablemente las consecuencias no las sufrió el solo sino que 32 víctimas y sus familiares. En una nota que dejó en su dormitorio criticó con desprecio a los jóvenes ricos, a los charlatanes mentirosos de la universidad y la degeneración. “Ustedes me obligaron a hacerlo", concluye la nota de varias páginas. Este asesinato en masa nos hace reflexionar sobre lo degradadas que están las relaciones humanas, de cuan perturbadas están las mentes de los jóvenes y de cómo pueden repercutir en las vidas de nuestros semejantes los individuales y deliberados actos de violencia. Alguien dijo que en el video que dejo con el motivo de inmortalizar y masificar su legado de violencia, este joven surcoreano no mostró señales de locura sino que suena a alguien que sabe lo que quiere mostrar y como ha decidido desconectarse de lo humano, tornándose una máquina de matar, como en los videojuegos, tomando la revancha final de sus adversarios. Haya estado loco o no, los medios de comunicación transmitieron sus siniestro mensaje, poniendo de manifiesto que la crueldad humana no tiene límites establecidos. Los motivos de este muchacho admitieron un solo desenlace: la muerte de 32 víctimas. Tal creyó que era un personaje virtual y no pudo distinguir la realidad de la ficción y fue demasiado tarde…
Julio César Cháves escritor78@yahoo.com.ar
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