“Pierde tu identidad”, reza la publicidad del programa de MTV, Quiero una cara famosa. El programa se trata básicamente de jóvenes que quieren parecerse a algún famoso. A través de la cirugía plástica, chicos y chicas, de menos de treinta años, pueden parecerse a Brad Pitt, Ricky Martín, Cristiana Aguilera, Britney Spears, Elvis Presley, entre otros personaje de hollywood. Ya varios jóvenes perdieron su identidad, y se transformaron en fotocopias de otras personas. Según leí en Internet se viene una nueva temporada de este reality que ayuda a que los jóvenes, insatisfechos de si mismos, pierdan su identidad. Ya nadie es original. Simplemente son fotocopias. Pierden su identidad y algunos que viven de los sonsos lucran con ello.
En su ensayo ¡Usted nació original no muera como una copia!, el escritor americano Jhon L. Mason dice que si Dios nos hizo una naranja que no nos convirtamos en una manzana. Todos somos personas originales y tenemos que conservar nuestras características propias. El hecho de que los jóvenes quieran perder su identidad y que esten dispuestos incluso a someterse a una intervención quirúrgica con el fin de cambiar la fisonomía de su rostro quiere decir que están condicionados socialmente. La sociedad los condiciona con sus mensajes sobre el éxito. Y como no pueden conseguir este tan anhelado éxito al menos quieren poseer faústicamente el rostro de un famoso. A causa de una identidad débil son fácilmente influenciables por un ambiente que no ayuda a una auténtica personalización e identificación genuina de la persona con su real potencial y límites. Por el contrario, tanto los destructivos paradigmas sociales y los medios de comunicación, contribuyen a que los jóvenes se despeñen tras una imitación compulsiva, siendo fácilmente susceptibles a la influencia de la masa, a la opinión de la mayoría. La fragmentación de la personalidad se debe a la falta de autoestima, traumas pasados, abusos físicos y emocionales, entre otras experiencias traumáticas.
Aprovechándose de personas con carencias afectivas y con dificultades para aceptarse a si mismas, el reality Quiero una cara famosa utiliza a sus participantes, contribuyendo a la fragmentación y despersonalización de los individuos. Utilizando como plataforma este popular programa se exhiben las miserias humanas y se caricaturiza a los más débiles. No son personas feas los participantes pero de todos modos deben operarse el rostro porque la identidad propia no tiene valor y solo importa parecerse a alguien que presuntamente tiene valor como persona. Como simples ratones de laboratorio o mejor dicho, ratones mediáticos, los participantes del reality son utilizados por los que tuvieron la genial idea de hacer que otros pierdan su identidad. Honestamente no me imagino un mundo donde fuéramos todos iguales y uno iría por la calle y se súbito se encontrara con si mismo. Esto no sería mundo. Las diferencias anatómicas son importantes y la aceptación de las mismas tiene que ver con la personalización de los individuos. Pero triste y lamentablemente siempre ha habido personas que han querido parecerse a otra persona y se han cortado el pelo, gesticulado y se han vestido como ellos. Y como si esto fuera poco, algunos individuos hasta incluso están dispuestas a cambiarse el rostro a través de la cirugía, como dije reiteradamente en líneas precedentes. Este es el caso de una de las participantes del reality Quiero una rostro famosa llamada Sha. “Sha tiene 19 años y es de Texas, quiere parecerse más a Pamela Anderson y espera poder ponerse en los zapatos de Pamela, como una actriz de Playboy. Ella decide hacerse implantes mamarios, ponerse colágeno en los labios y hacerse una lipoaspiración debajo de su barbilla. Con su nuevo pecho, labio y barbilla, Sha realiza como primera prueba fotos para Playboy. Podrá Sha cumplir con las expectativas de Playboy o ellos se verán desilusionados con su nuevo look?”
“En 2002, dice la periodista de Clarín Fernanda Longo, dos millones de jóvenes se sometieron a un nuevo tipo de cirugía plástica que hace furor en los Estados Unidos: la que les permite modificar su rostro para parecerse a una celebridad. No son chicos ni chicas defectuosos, no tienen problemas de salud ni imperfecciones ostensibles, sólo los mueve una obsesión, tener la cara de su famoso preferido, y, con ella, husmear, aunque sea de lejos, su destino de fama y éxito”. Aunque muchos productores de este género de realitys afirman que este de cirugías mejora la autoestima de los pacientes, por otra parte “la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos lanzó un comunicado en donde aclara que cualquier show que presente de una manera trivial la cirugía plástica, "está ocasionando más daño que bien". Estos experimentos en televisión con personas menosprecian la personalidad y la originalidad. No cabe duda que ser una copia esta de moda y tiene rating. Así pues, yo estoy de acuerdo con aquellos que piensan que es mejor ser como uno es, sin imitar o copiar a alguien. Es preferible ser un tonto original y no un genial copión. Como dice el Dr. Jaime Barylko en su obra En busca de uno mismo, hay que atreverse a ser uno mismo en estos tiempos de masificación y uniformidad, hay que aprender a elegir y recuperar la alegría del que se va descubriendo en los avatares del tiempo. "La rutina, la costumbre, los caminos trillados son cómodos y confortables. La libertad, en cambio, es una aventura. Ser natural y auténtico es todo un trabajo. Exige asumir la responsabilidad de soñar los propios sueños, de pensar por sí mismo y salirse de la vía señalada por los demás”, dijo el gran pensador argentino.
Julio César Cháves escritor78@yahoo.com.ar
En su ensayo ¡Usted nació original no muera como una copia!, el escritor americano Jhon L. Mason dice que si Dios nos hizo una naranja que no nos convirtamos en una manzana. Todos somos personas originales y tenemos que conservar nuestras características propias. El hecho de que los jóvenes quieran perder su identidad y que esten dispuestos incluso a someterse a una intervención quirúrgica con el fin de cambiar la fisonomía de su rostro quiere decir que están condicionados socialmente. La sociedad los condiciona con sus mensajes sobre el éxito. Y como no pueden conseguir este tan anhelado éxito al menos quieren poseer faústicamente el rostro de un famoso. A causa de una identidad débil son fácilmente influenciables por un ambiente que no ayuda a una auténtica personalización e identificación genuina de la persona con su real potencial y límites. Por el contrario, tanto los destructivos paradigmas sociales y los medios de comunicación, contribuyen a que los jóvenes se despeñen tras una imitación compulsiva, siendo fácilmente susceptibles a la influencia de la masa, a la opinión de la mayoría. La fragmentación de la personalidad se debe a la falta de autoestima, traumas pasados, abusos físicos y emocionales, entre otras experiencias traumáticas.
Aprovechándose de personas con carencias afectivas y con dificultades para aceptarse a si mismas, el reality Quiero una cara famosa utiliza a sus participantes, contribuyendo a la fragmentación y despersonalización de los individuos. Utilizando como plataforma este popular programa se exhiben las miserias humanas y se caricaturiza a los más débiles. No son personas feas los participantes pero de todos modos deben operarse el rostro porque la identidad propia no tiene valor y solo importa parecerse a alguien que presuntamente tiene valor como persona. Como simples ratones de laboratorio o mejor dicho, ratones mediáticos, los participantes del reality son utilizados por los que tuvieron la genial idea de hacer que otros pierdan su identidad. Honestamente no me imagino un mundo donde fuéramos todos iguales y uno iría por la calle y se súbito se encontrara con si mismo. Esto no sería mundo. Las diferencias anatómicas son importantes y la aceptación de las mismas tiene que ver con la personalización de los individuos. Pero triste y lamentablemente siempre ha habido personas que han querido parecerse a otra persona y se han cortado el pelo, gesticulado y se han vestido como ellos. Y como si esto fuera poco, algunos individuos hasta incluso están dispuestas a cambiarse el rostro a través de la cirugía, como dije reiteradamente en líneas precedentes. Este es el caso de una de las participantes del reality Quiero una rostro famosa llamada Sha. “Sha tiene 19 años y es de Texas, quiere parecerse más a Pamela Anderson y espera poder ponerse en los zapatos de Pamela, como una actriz de Playboy. Ella decide hacerse implantes mamarios, ponerse colágeno en los labios y hacerse una lipoaspiración debajo de su barbilla. Con su nuevo pecho, labio y barbilla, Sha realiza como primera prueba fotos para Playboy. Podrá Sha cumplir con las expectativas de Playboy o ellos se verán desilusionados con su nuevo look?”
“En 2002, dice la periodista de Clarín Fernanda Longo, dos millones de jóvenes se sometieron a un nuevo tipo de cirugía plástica que hace furor en los Estados Unidos: la que les permite modificar su rostro para parecerse a una celebridad. No son chicos ni chicas defectuosos, no tienen problemas de salud ni imperfecciones ostensibles, sólo los mueve una obsesión, tener la cara de su famoso preferido, y, con ella, husmear, aunque sea de lejos, su destino de fama y éxito”. Aunque muchos productores de este género de realitys afirman que este de cirugías mejora la autoestima de los pacientes, por otra parte “la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos lanzó un comunicado en donde aclara que cualquier show que presente de una manera trivial la cirugía plástica, "está ocasionando más daño que bien". Estos experimentos en televisión con personas menosprecian la personalidad y la originalidad. No cabe duda que ser una copia esta de moda y tiene rating. Así pues, yo estoy de acuerdo con aquellos que piensan que es mejor ser como uno es, sin imitar o copiar a alguien. Es preferible ser un tonto original y no un genial copión. Como dice el Dr. Jaime Barylko en su obra En busca de uno mismo, hay que atreverse a ser uno mismo en estos tiempos de masificación y uniformidad, hay que aprender a elegir y recuperar la alegría del que se va descubriendo en los avatares del tiempo. "La rutina, la costumbre, los caminos trillados son cómodos y confortables. La libertad, en cambio, es una aventura. Ser natural y auténtico es todo un trabajo. Exige asumir la responsabilidad de soñar los propios sueños, de pensar por sí mismo y salirse de la vía señalada por los demás”, dijo el gran pensador argentino.
Julio César Cháves escritor78@yahoo.com.ar
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