jueves, 8 de marzo de 2007

Movidas de poder.


Los hombres buscan obsesivamente ser aceptados y reconocidos por los demás, pero por sobre todas las cosas buscan poder, lo cual les permite estar por arriba de sus congéneres. Intimidar y controlar a los demás es una de las características distintivas de quienes desean sobresalir y ser admirados y respetados como seres importantes. Las relaciones humanas gravitan en torno al poder. Por lo tanto, convivimos en un mundo, una sociedad de poder. En lo económico, lo político, lo social, lo religioso, lo lúdico y lo intelectual, la estructura de poder condiciona las relaciones interpersonales. Puede ser que actualmente las mujeres estén en ciertos aspectos a la par de los hombres pero la verdad es que los hombres son quienes dominan las estructuras sociales de poder. Indudablemente lo que llamamos masculinidad es nada más ni nada menos que la lucha por el poder y el control de los demás. Todos quieren ser caciques y que los otros sean indios.
Ahora, aunque parezca que los que tienen poder sobre los demás son quienes más disfrutan de la vida y son aceptados y reconocidos, lo cierto es que son quienes sufren porque saben que por dentro, las personas controladas e intimidades por estos supuestos poderosos, no los quieren ni valoran como a individuos poderosos. Si se dejan intimidar o controlar, en todo caso, lo permiten porque saben necesitan de ellos. En el mundo de poder conviven los individuos aislados, alienados, tristes, mezquinos, ególatras, infelices, porque el mundo de poder es un palo engrasado y nadie puede llegar a la punta del mismo sin sufrir consecuencias intrapersonales muy dolorosas. En la búsqueda de poder los hombres cosechan logros económicos, control y manipulación pero esta cosecha esta íntimamente unida al dolor. La búsqueda de poder es contradictoria.
En su libro “The applause of heaven”, Max Lucado, describe del siguiente modo las movidas de poder: “La regla general más importante en la búsqueda de poder es nunca agacharse para nada. Nunca se agache ni aparente debilidad. Nunca se agache para reconocer errores. Nunca se agache para ayudar a alguien que no podría ayudarlo a usted. Nunca se agache a ningún nivel que pudiera hacer peligrar su posición en la escalera ascendente. Agregue “modales de poder” a “mención de nombres importantes”, “ostentación de tarjetas” y “alarde de títulos”. Agréguelo a la larga lista de juegos que usamos para darnos importancia. La búsqueda de poder ha superado los límites. Y la mayoría de los que estamos en esa búsqueda presiona o es presionada. El palo que lleva a la cima está engrasado, y los peldaños de la escalera están hechos de cartón. Cuando se para en la cima- si es que existe-la única dirección que puede tomar es hacia abajo. Y el descenso suele ser doloroso”.
En las movidas de poder todos somos víctimas y victimarios y siempre hay alguien que nos pone un techo y luego caemos. La toma de conciencia de las contradicciones del poder nos permite advertir la funcionalidad de la interacción entre los hombres. La búsqueda de poder proporciona ciertos privilegios pero también ocasiona granes dolores y caídas. Cuando estamos en la cima tenemos mucha compañía, amigos, gente que esta al lado nuestro, pero cuando llega el momento del descenso es ahí cuando nos damos cuenta del poder que tenemos en realidad. La búsqueda de poder proporciona más males que beneficios. Entonces hay que decir que los que buscan el poder son menos felices que los intimidados por los que están arriba. “Nunca he podido concebir cómo un ser racional podría perseguir la felicidad ejerciendo el poder sobre otros”, dijo
Thomas Jefferson, Político Estadounidense. Y el Historiador romano, Tácito concluye: “Para quienes ambicionan el poder, no existe una vía media entre la cumbre y el precipicio”.

Julio césar cháves
escritor78@yahoo.com.ar

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