jueves, 8 de marzo de 2007

Los complacientes.

Es un personaje urbano que siempre elogia y adula a los demás. Dice lo que sus interlocutores quieren oír. No le interesa discrepar ni disentir con nadie, simplemente quiero estar de acuerdo con los demás. Estoy hablando del complaciente. Sus labios jamás portan frases contradictorias o polémicas, siempre dice lo que dice con el objeto de robarle una sonrisa a quienes esperan oír sus frases aliadas. Lo único importante es estar de acuerdo con todos. No importa si los semejantes esgrimen ideas malignas, peligrosas, agresivas, siempre esta de acuerdo. Es narcisísticamente adulador. Hagas lo que hagas, sea virtuoso o pecaminoso, el complaciente estará de tu vereda.
Si te mandaste algún fraude o alguna estafa, y se sentís mal por ello, aunque hayas perjudicado a mucha gente, juntate con algún complaciente y él encontrará las palabras que vos deseas escuchar para justificar tu impúdico comportamiento. Tus actos le son agradables, es más, se pondrá en tus zapatos y hablará como si esto le hubiese pasado a él. Tu ánimo siempre se elevara por las alturas de la impunidad si le confiesas tus fechorías al complaciente. Los que saben cabalmente lo que es complacer a los demás son los abogados, ya que muchas veces sacrifican la verdad a costa de beneficiar a sus clientes y cobrar sus honorarios. Porque los abogados conocen radicalmente el poder de la adulación y la verdad tergiversada. Juran decir la verdad y hacen que otros juren lo mismo pero la verdad que confiesan generalmente es una mentira enmascarada.
Si invitamos a almorzar o a cenar a un complaciente abundarán las ponderaciones y las gracias. Y en caso de que no le agrade el menú, de todos modos elogiará al cocinero o asador. Al fin y al cabo, el quiere agradar y caer bien a todos. Los complacientes son auténticos mafiosos. Su conducta es deshonesta, artificiosa. La complacencia es una forma de mentira.

Julio César Cháves
escritor78@yahoo.com.ar

No hay comentarios.: