sábado, 17 de marzo de 2007

La utilización del tiempo durante la juventud.

“El tiempo es el escudero que guía a la juventud”.
George Herbert.



Durante la juventud es cuando probablemente se pierde el tiempo con mucha más facilidad que en otras épocas de la vida. Cuando la piel esta lisita, sin arrugas, y contamos con pocos años, todo es placentero, es de color rosa. Pero a medida que pasan los años, vamos descubriendo cotidianamente que la vida no es tan idílica como nuestros jóvenes ojos la idealizan, sino que está constituida tanto con alegrías como con tristezas. Mientras vamos avanzando por la vida vamos experimentando cosas que nos son para nada placenteras; fatigas, adversidades, fracasos, lagrimas, etc. Como dije, en la juventud todo parece “El país de las maravillas”, pero la vida nos enseña que el tiempo pasa y llegan las canas, las arrugas, y todo se va deteriorando, pasando, poco a poco, de la vida hacia la muerte.
Es evidente que durante la juventud es muy importante el correcto y sabio cuidado del tiempo. Ya que la vida es una cuestión de tiempo; es necesario que se conquisten los buenos resultados de la experiencia. El joven inteligente aprende a confiar en el paso del tiempo, utilizando al tiempo como su colaborador personal. El tiempo es un maestro muy sabio. Puede ser nuestro amigo y también nuestro enemigo. Es durante la juventud cuando podemos configurar una vida productiva, fructífera, colorida. Actualmente hay muchos jóvenes que descuidan su tiempo, y lo dilapidan lastimosamente. Derrochan el tiempo a manos llenas porque suponen erráticamente que la juventud dura para siempre. Pero estos jóvenes a la larga se arrepienten porque el transcurso del tiempo les enseña que se equivocaron y mucho. En tanto, muchos jóvenes dilapidan su tiempo, también existen otros que lo utilizan para crecer, madurar y ser más inteligentes. El transcurso de la vida es como una gran escuela de la cual todos somos alumnos. Y algunos alumnos aprenden y otros no. Los que ponen interés aprenden. Y los que aprenden las lecciones de buena fe, son quienes a la larga sacan provecho de sus elecciones de vida. Muchos alumnos de la escuela del tiempo se ponen mal cuando los maestros son: el sufrimiento, las penas y las lágrimas, pero los alumnos despiertos espiritual e intelectualmente, jamás se quejan de estos maestros sino que absorben la enseñanza, configurando de a poco grandes logros. Según Carlyle: “Quien no tiene una visión de la eternidad, no puede asirse del tiempo”.
Quien quiera crecer inteligentemente deberá, siempre, mantener su espíritu y su mente abiertos. Porque quien se cree saberlo todo, jamás aprende nada y en el primer intento de tener éxito, fracasa estrepitosamente. Frederic Perthes le dijo en una oportunidad a un joven amigo: “Solo sabéis demasiado bien lo que podéis hacer; pero hasta que no hayáis aprendido lo que no podéis hacer, no llegareis a realizar nada aprendido lo que no podéis hacer, no llegareis a realizar nada de importancia, ni a conocer la paz interior”. Lo que se llama sentido común no es otra cosa, en su mayor parte, que el resultado de la experiencia común juiciosamente aplicada. El joven que cuida su tiempo se esfuerza por juzgar correctamente los eventos que rodean su vida y su meta diaria es interpretar correctamente todo lo que cae dentro del círculo de su observación. Un joven inteligente cuidará siempre su tiempo ya que de ello depende la realización y concreción de sus logros personales. A medida que pasa el tiempo debemos mantener nuestros ojos abiertos. Siempre siendo alumnos atentos e interesados en aprender de los “maestros-circunstancias” que la vida nos ponga delante nuestro…

Julio C. Cháves.

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