sábado, 17 de marzo de 2007

El arquitecto de mis circunstancias.

“Nada puede perjudicarme salvo yo mismo, el mal que yo alimento va conmigo por doquier, y jamás sufro realmente sino por mi propia culpa”.
San Bernardo.



Muchas personas son esclavas de sus circunstancias. Si las circunstancias son buenas están contentas. Pero si las circunstancias son desalentadoras están de mal humor, amargados, con mala cara, llenas de quejas y lamentaciones. Así pues, también están aquellas personas que no dependen de sus circunstancias sino que las circunstancias dependen de ellos. Las circunstancias son creadas por nuestras acciones y reacciones frente a la vida. Mediante nuestras elecciones de vida, utilizando nuestro libre albedrío, configuramos nuestra vida y construimos determinado tipo de conducta. Nuestras acciones pueden procrear buenas y malas circunstancias. Todo depende de que sembremos en la vida. Si sembramos maldad, malas acciones, cosecharemos malas y lamentables circunstancias. Todo depende de nuestra obra-acción.
“En vez de decir que el hombre es el hijo de las circunstancias, sería más acertado decir que el hombre es el arquitecto de las circunstancias. Es el carácter quien construye la existencia, independientemente de las circunstancias. Nuestra fortaleza se mide por nuestra facultad de asimilar. Con los mismos materiales un hombre levanta palacios y otro míseras cabañas, aquel, depósitos, y el de más allá, casa de recreo. Ladrillos y mezcla de ella cualquier otra cosa. Así ocurre que en la misma familia, bajo las mismas circunstancias, un hombre construye un seguro edificio, mientras su hermano, indeciso e incompetente, vive eternamente entre ruinas; el bloque de granito que fue un obstáculo en el sendero del débil, se torna un escalón en el camino del fuerte”. G.H.Lewes; Life of Goethe.
Cada uno construye su vida. Uno construye una casa de una forma y otro de otra forma. Los materiales de la vida están disponibles para todos. Algunos los utilizan bien y otros los desperdician. La verdadera felicidad no depende de las circunstancias. Aún en las circunstancias más feas y aciagas, una persona puede ser feliz aunque este zambullida en el ambiente más desagradable. Aún cuando todo ande mal, una persona fuerte y decidida a ser feliz, sonreirá aunque sus ojos derramen lágrimas. Los problemas perturbadores de la vida y los conflictos intra e interpersonales, desean que nuestra felicidad dependa de las circunstancias. Pero nosotros, como comprometidos arquitectos de nuestra vida, debemos hacer que las circunstancias hagan lo que nosotros anhelamos y queremos.
Ser un buen arquitecto de las propias circunstancias implica constante vigilancia, inteligencia, perseverancia, disciplina y autodominio. Podrá haber en nuestro camino obstáculos, pero no deben detenernos sino servirnos de escalones. En la vida siempre aparecen problemas inéditos, fracasos impensados, lagrimas sorpresivas. Pero cuando estas cosas aparecen hay que estar fuerte, optimista, decidido y determinado a resolverlas. Las cosas siempre pueden mejorar. Y el bloque de granito. Las cosas siempre pueden mejorar. Y el bloque de granito se tornará escalón en nuestro camino, porque somos fuertes.

“Siempre que llovió paró.
Y lo que era de barro, dio paso a una flor.
Siempre que llovió paró.
Y después de la noche negra, siempre amaneció…”.
Marcelo Laffitte.

Julio C. Cháves.

No hay comentarios.: